La terapia de valoración cognitiva de Wessler
La terapia de valoración cognitiva desarrollada por Wessler está enmarcada dentro de las terapias de corte cognitivo. Aunque tiene ciertos rasgos en común con las terapias cognitivas clásicas, plantea un nuevo enfoque de la motivación y supone que la conducta está dirigida por emociones en vez de por los esquemas.
Su objetivo es el tratamiento específico de determinados trastornos de la personalidad. Estos se consideran como dimensiones, en lugar de como categorías y la evaluación se basa en el Inventario Clínico Multiaxial de Millon, así como en un cuestionario sobre la historia de vida.
Es una terapia que parte de las teorías del aprendizaje social y la terapia interpersonal. Además, las técnicas incluyen elementos de la Terapia centrada en el cliente, la terapia Gestalt y la TREC de Ellis. En su epistemología, además, incluye algunos elementos del constructivismo.
La terapia de valoración cognitiva integra procesos cognitivos, afectivos e interpersonales: las cogniciones sobre uno mismo, los otros y las situaciones, son cruciales en las emociones y acciones que llevamos a cabo.
El supuesto básico del que parte es que los seres humanos nos regimos por unas “reglas personales de vida”. Estas reglas pueden ser tanto implícitas como explícitas. Presentan la versión idiosincrásica de la persona sobre las relaciones entre lo cognitivo y lo social y sus principios morales y éticos.
Algunas reglas son afirmaciones descriptivas que una persona cree que son ciertas sobre la realidad, como la idea de que si eres amable con los demás te tra tarán amablemente. Otras reglas son preceptivas y se basan en principios morales y en valores sociales, como la idea de que se debería tratar amablemente a los demás porque es moralmente correcto.
Recursos de la terapia de valoración cognitiva
Para la terapia de valoración cognitiva de Wessler, la emoción influye sobre la cognición. Esta idea parte del modelo cognitivo de Beck, pero sin que este lo haya elaborado plenamente. La relación terapéutica es un recurso sumamente importante. Debe ser cálida, de aceptación y que inserte autorrevelaciones apropiadas.
Cuando una persona mantiene una creencia sobre la realidad que sabe que no es verdad, dicha construcción se denomina “cognición justificadora”. Es como decir que esa creencia proporciona una justificación para el sentimiento de la persona. Al sujeto le interesa seguir manteniendo este sentimiento familiar, aunque en realidad no sea funcional.
Por ejemplo, una estudiante expresaba que era estúpida, aunque sabía que sacaba continuamente notas excelentes, manteniendo así los sentimientos familiares de vergüenza y ansiedad. Vemos como la emoción, de esta forma, se apropia de la forma de pensar o de la cognición.
Por otro lado, podemos encontrar las “maniobras de búsqueda de seguridad”. Se basan en ciertas acciones que la persona lleva a cabo y producen determinados estados emocionales que a la persona le producen una sensación de seguridad. Alguna de estas maniobras son totalmente conductuales. Por ejemplo, intentar realizar una tarea para la que la persona es claramente competente, fracasando conscientemente y sintiéndose avergonzado y deprimido.
Otras maniobras de búsqueda de seguridad son de tipo interpersonal, como realizar conductas que “disparan” respuestas predecibles por parte de los demás. Por ejemplo, actuar de manera impertinente con un compañero de trabajo y sentirse después humillado cuando este le devuelve la impertinencia.
Los estados emocionales asociados con las cogniciones justificadoras y con las maniobras de búsqueda de seguridad se denominan “emociones personotípicas”. Se trata de sentimientos que la persona está acostumbrada a experimentar y cuando los siente, le ayudan a confirmar el sentido de sí mismo.
Los individuos se encuentran normalmente motivados a buscar esas emociones personotípicas, aunque sean negativas. Es una especie de enganche al sufrimiento familiar. Por ejemplo, si un hombre de negocios fue en su infancia humillado, en la edad adulta intentará, a través de sus acciones, volver a experimentar esa humillación.
Cuando los estados emocionales se desvían de notablemente de un “punto fijo”, se activan automáticamente procesos no conscientes que devuelven al sistema emocional a su punto fijo. En este caso, el paciente humillado, tratará de volver una y otra vez a su conocida humillación.
Emociones en la TVC de Wessler
La terapia de valoración cognitiva de Wessler presta especial atención a dos emociones: vergüenza y autocompasión. La vergüenza tiene que ver con la inadecuación o defectos personales. Por otro lado, la autocompasión se produce cuando alguien piensa en sí mismo como una víctima.
A veces, la autocompasión, puede mitigar a la vergüenza, en el sentido de que la vergüenza se traslada desde uno mismo hasta factores externos sobre los que la persona no tiene control.
Son dos emociones que, en ocasiones, la persona puede emplear para justificar intentos autoindulgentes de apaciguar y confortar los propios sentimientos, como comer excesivamente, comprar de manera compulsiva, beber alcohol, etc.
La manera de trabajar estas emociones es, en primer lugar, dar información a los pacientes sobre su naturaleza e instarlos a tomar responsabilidad en sus decisiones y acciones.
Hay que reformular el concepto de uno mismo como víctima pasiva de los otros y elaborar planes de actuación más adecuados. Se anima, en este sentido, a que los pacientes actúen en nombre propio y de un modo que satisfaga sus reglas personales de vida conscientemente mantenidas.
Al dar importancia al actuar en nombre propio, se aborda la naturaleza pasiva de ciertos trastornos de la personalidad como el dependiente o histriónico.
Por su parte, al dar también relevancia a la confianza ética en uno mismo, la terapia debilita la naturaleza explotadora de otros trastornos de la personalidad como el narcisista o el antisocial.
La finalización de la terapia de valoración cognitiva se produce ayudando a los pacientes a que encuentren formas de autoapaciguamiento que les permita vérselas con las emociones perturbadoras. Para este objetivo se emplean autoinstrucciones, darse ánimo a uno mismo y procedimientos de apaciguamiento, técnicas muy parecida a las que ya se empleaban en terapias cognitivas clásicas como la de Beck o la TREC de Ellis.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Caballo, E, V. Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos. Volumen II. 2º edición, Editorial: Siglo XXI