La valoración reflejada: el yo a través de los demás

Aunque hayamos escuchado que la opinión de los demás no debería importarnos, no podemos negar que tiene efecto en nuestra autoevaluación. La valoración reflejada tiene mucho que ver con esto, ¿quieres saber por qué?
La valoración reflejada: el yo a través de los demás
Sara González Juárez

Escrito y verificado por la psicóloga Sara González Juárez.

Última actualización: 18 enero, 2021

En un análisis rápido, podríamos pensar que la valoración que una persona hace de sí misma proviene de procesos como la introspección o el razonamiento. Sin embargo, la valoración reflejada también juega un papel importante a la hora de formar el autoconcepto.

Aunque nos digan que la opinión de los demás no debería ser motivo de preocupación, lo cierto es que tiene cierta influencia innegable en la construcción de la identidad. Como leerás más adelante, a esto se le ha llamado valoración reflejada.

¿Qué es la valoración reflejada?

El término valoración reflejada se refiere al proceso por el que la imagen que creemos que los demás tienen de nosotros influye en nuestro autoconcepto. En este sentido, a la hora de definir la propia personalidad, la forma en la que pensamos que nos ven los demás es importante.

El psicólogo Harry Stack Sullivan fue el primero en usar este término en su libro La teoría interpersonal de la psiquiatría (1953).

Mujer triste pensando

Como cabría esperar, suele importar más el pensamiento que atribuimos a seres queridos que personas desconocidas. Además, para hacernos con una idea de la imagen que tienen de nosotros no sólo es importante su versión verbal, sino también cómo se comportan. Por ejemplo, un niño cuyos dibujos siempre están colgados en la nevera podría hacerle pensar que sus padres piensan que dibuja muy bien.

De hecho, está demostrado en estudios desde hace muchos años que las valoraciones, aunque sean imaginarias, que los niños creen recibir de sus padres influyen en la autoevaluación. Según Felson, el autor de este estudio, esto ocurría incluso cuando las valoraciones son imprecisas.

La relevancia social que le atribuyamos al individuo que nos está evaluando también tiene un papel decisivo en la autovaloración. Imagina, por ejemplo, que una crítica literaria mundialmente conocida alaba la prosa de un libro que has escrito. Esta opinión tendría mucho más peso que la de alguien que no entendiese de literatura.

La cantidad de personas que coinciden en una opinión sobre la propia personalidad también es un factor relevante. Cuantas más personas opinen lo mismo sobre el sujeto, más afianzado estará ese rasgo que se adquiere por valoración reflejada.

¿De qué sirve la valoración reflejada?

La función social que tiene la valoración reflejada es clara en cuanto a la adaptación grupal se refiere. En la medida en que se quiere encajar en un grupo de cualquier índole, las opiniones de los demás son importantes. Y esto no es la única función, aquí puedes leer algunas otras:

  • Algunas de nuestras cualidades no llegan hasta nuestra consciencia: por ejemplo, alguien puede ser humilde y no darse cuenta de ello hasta que otro se lo dice. En ese momento, esa persona podría considerar incorporar el rasgo de la humildad a su autoconcepto.
  • Para compararnos con los demás: cuando la autoevaluación incluye la opinión ajena, usar a los demás como punto de referencia para mejorar o sentirnos más a gusto con nosotros mismos puede ser un proceso que derive de la valoración reflejada de forma natural.
  • Como forma de control de impresiones: si la opinión de los demás es influyente, se puede usar el proceso en dirección contraria para, por ejemplo, ayudar a alguien a mejorar su autoestima mostrándole comportamientos que reflejan el afecto que se le profesa.
Amigas hablando

La importancia del equilibrio

Ahora que has visto que la opinión de los demás también es una parte clave de quiénes somos, es importante precisar. La valoración ajena, con su tendencia a crear juicios polarizados y absolutos, es un cebo jugoso que picar. Esto no quiere decir que no se deba confiar en los demás para definir aspectos de la personalidad, pero cuando depende únicamente de uno mismo, las dudas son más probables que cuando lo dice otro.

Cuando lo que dicen los otros influye en una parte demasiado grande de nuestro autoconcepto, existe el riesgo de perder consistencia e incluso sentido de la identidad individual. Para que esto no ocurra, es importante mantener el equilibrio entre lo que nos dice la experiencia interna y lo que el exterior nos refleja.

Mantener el equilibrio no es una tarea fácil; por un lado, la presión de las redes sociales y la construcción de una vida perfecta a ojos de los demás; por otro, la necesidad de individualidad y la presión opuesta, por la que depender de los demás para evaluarse es de débiles. Sin embargo, la complejidad del desafío no lo hace imposible, aunque sí difícil, demandando que hagamos un esfuerzo consciente por gestionar la influencia de los diferentes focos sobre nuestro autoconcepto.

 


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