La vida es demasiado corta para aprender alemán

La vida es corta. Cuando menos lo esperes los años habrán pasado y solo te quedará la satisfacción o el remordimiento de no haber vivido según tus propias condiciones.
La vida es demasiado corta para aprender alemán
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 01 febrero, 2022

Hoy he leído una de esas miles de frases que van de aquí para allá por este inmenso universo que es Internet. Y ésta me ha llamado la atención especialmente. Decía: “la vida es demasiado corta para aprender alemán”. Y he esbozado una sonrisa, pensando en el gran mensaje que esconde esta sencilla frase lanzada en tono cómico.

Y es que realmente, aunque en ocasiones pueda parecernos lo contrario, la vida es corta. En un abrir y cerrar de ojos los años pasaron, y solo te queda la satisfacción o la frustración de haber no haber aprovechado al máximo cada uno de esos instantes.

Mientras permanecemos inmersos en la carrera de la rata es sencillo perder de vista lo realmente importante. Vivimos en un mundo apresurado, competitivo y exigente. Uno en el que siempre nos sentimos insuficientes, poco preparados y escasamente experimentados.

Tenemos que aprender más, saber más, conocer más. Hemos de estar al día en política, literatura, cine y ciencia. Hemos de ser cultos, ricos y exitosos. Y en medio de esta vorágine por acercarnos al ideal de ser humano que nos exigimos ser, olvidamos que la vida es demasiado corta y que nuestra única obligación es ser felices.

Ningún futuro incierto vale un presente de condena

El alemán, como cabeza de turco de esta reflexión, parece desde hace unos años imprescindible, necesario, útil.  Como una maldición impuesta a aquellos que se plantearon gastar sus horas en este mundo aprendiendo ese idioma que ni les gusta, que lo padecen, que lo detestan. Pero que creen que deben aprenderlo, en vistas a sabe Dios qué futuro. Un futuro incierto, que se vislumbra borroso en la distancia y que, sin embargo, convierte nuestro presente en una tangible condena.

Tal como nuestra cabeza de turco, nuestras vidas están llenas de situaciones de “compromiso” en las que no deberíamos emplear ni un segundo. Pero a las que, sin embargo, dedicamos gran parte de nuestro tiempo y energía. ¿Por qué?, por una opinión ajena, por un mandato social, por el intento de alcanzar una expectativa que ni nos pertenece.

Basta con mirar a los más pequeños para comprender lo dañino de nuestras sociedades. Niños que ya no juegan porque no hallan hueco entre sus clases de guitarra, ajedrez, chino y natación. Infantes que sufren ansiedad porque sus múltiples actividades no les dejan apenas tiempo para cumplir con las tareas escolares. Menores hiperpreparados, hiperocupados y sometidos a una intensa presión.

¿Es que acaso vivir no es una tarea suficientemente importante?, ¿es qué jugar, imaginar, reír, explorar y compartir con otros niños sin ningún objetivo en particular no aporta un bagaje emocional relevante?. La vida es eso que pasa mientras nos preparamos para vivir. 

Y así aguantamos, soportamos, sufrimos y nos sometemos a una realidad que nos produce hastío y desgana. Sin ser conscientes de que estamos malgastando lo más valioso que tenemos: nuestro tiempo.

La vida es demasiado corta

La vida es demasiado corta. Toma conciencia antes de que sea tarde. No malgastes tu tiempo en leer una novela que te resulta infumable, pesada y cansina, por mucho que te la hayan recomendado.

No desperdicies tus horas en cine que no te hace sentir, que no te hace vibrar de alguna manera, del que no sacas nada claro aparte de bostezos y movimientos incómodos en la butaca o el sofá. Sal de la sala o cambia de canal. Ese cine no es para ti, por mucho que los entendidos digan que es la película del año. Cambia y ponte una de esas con las que tú te ríes, con las que lloras, con las que sientes.

No soportes situaciones en las que no quieres verte envuelto. Olvídate de lo que pensarán, de lo que creerán de ti. Simplemente lárgate; o mejor aún, no vayas. No te fuerces a permanecer allí donde no disfrutas, donde no perteneces. Se fiel a ti mismo.

Así mismo no malgastes tu tiempo con personas de las que no quieres rodearte, no continúes en vínculos que ya no te hacen crecer. No temas, vuela, sal de ahí. La vida es demasiado corta para fingir amistad, para conformarse con un amor a medias, la vida es demasiado corta para sufrir.

Recuerda que tu tiempo es limitado. Si fueras a morir mañana, ¿cómo querrías vivir hoy?.

 

Foto cortesía de Photosani


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  • Cusí, I. El futuro educativo: niños más creativos, menos aburridos y estresados.
  • Tello, E. A. (2017). Percepción de competitividad personal. Un estudio desde la perspectiva de la felicidad, el bienestar y la educación en egresados universitarios. Revista De Estudios Empresariales. Segunda Época, (1).

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