Hoy os traemos 10 frases espirituales que os permitirán conocer mejor este concepto y sobre todo reflexionar a través de…
Las 5 mejores frases de Alejandra Pizarnik

Las frases de Alejandra Pizarnik muestran a una poetisa dotada de una impresionante sensibilidad y una lucidez fuera de lo común. Esta artista, hija de inmigrantes rusos y nacida en Argentina, tuvo una vida inestable y desafortunada.
A Alejandra Pizarnik la marcaron mucho su infancia y su adolescencia. Padecía de acné agresivo, de asma y de sobrepeso. Su hermana en cambio era “perfecta” a los ojos de sus padres. Ella se convirtió en una jovencita rebelde, y a la vez introvertida, que representaba todo lo que una chica no debía ser. Desde temprana edad comenzó a tomar anfetaminas y barbitúricos.
“Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste”.
-Alejandra Pizarnik-
Después de hacerse un psicoanálisis encontró estabilidad temporal. Vino una época de gran producción intelectual. De esa etapa vienen sus poemas más hermosos y esas frases de Alejandra Pizarnik que son inolvidables. Se suicidó cuando tenía tan solo 36 años. Estas son algunas de sus más recordadas afirmaciones.
El trabajo en las frases de Alejandra Pizarnik
Una de las frases de Alejandra Pizarnik dice lo siguiente: “La verdad: trabajar para vivir es más idiota que vivir. Me pregunto quién inventó la expresión ganarse la vida como sinónimo de trabajar. En dónde está ese idiota”.
En ese texto se refleja muy bien su espíritu contestatario y crítico. En esta frase en particular se ve a una Alejandra Pizarnik airada e indignada. Más que contra el trabajo, su reparo aquí está en equipararlo con la vida. En suponer que la vida se hace, se gana o se juega solo en lo laboral.
La tarea del poeta
Mucho se ha hablado acerca de ¿para qué sirve la poesía? ¿Para qué existen poetas? Una de las frases de Alejandra Pizarnik lo resuelve de una manera hermosa y elegante. Asocia el quehacer poético con la sanación. Le da a la palabra poética el poder de curar, de reparar y de desintoxicar.
Lo dice de esta manera: “Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En ese sentido, el quehacer poético implicaría exorcizar, conjurar y, además, reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos”.
Las dualidades y el ser
Muchas de las frases de Alejandra Pizarnik hablan acerca de esas dualidades que nos habitan. De ese ser uno y ser otro a la vez. De la identidad flotante, cambiante y nunca totalmente definida. En ella, era claro que estaba la niña herida y la mujer indomable.
Una de sus frases dice: “Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento”. Habla acerca de eso que uno fue y que ya no es, pero que seguirá siendo por siempre. De ese morir y renacer siendo otro, pero un otro que carga con ese cadáver dentro.
La búsqueda y el vértigo
Esta es una de las más bellas frases de Alejandra Pizarnik y dice lo siguiente: “Buscar. No es un verbo sino un vértigo. No indica acción. No quiere decir ir al encuentro de alguien sino yacer porque alguien no viene”. La búsqueda a la que se refiere es esa que acompaña a la expectativa de lo que está por llegar o de quien está por llegar.
Lo íntimamente deseado produce ese vértigo en el que no se sabe cuál sentimiento es más extremo: el de la ausencia o el de la presencia. Cuando se espera a que llegue algo querido, no se está en posición activa, sino en un tormento para el que no hay palabras. Y si tarda, el tormento se hace tortura, casi muerte.
Mirar con inocencia
Mirar con inocencia significa para ella mirar sin expectativa, sin prejuicio y sin preconcepto. Es el tipo de mirada que no espera encontrar algo, sino que se satisface en el solo hecho de ver, de contemplar. En la siguiente frase hace una asociación entre esa mirada inocente y la nada.
La frase dice así: “Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto”. A esa mirada que no espera nada, se suma el hecho de que efectivamente lo que se ve es la nada. Una bella manera de expresar esa orfandad que hay en los instantes vacíos.
Alejandra Pizarnik nunca pudo superar del todo la depresión que la sumergía en largos encierros y dolorosas cavilaciones. Estuvo varias veces internada en hospitales psiquiátricos. Los últimos versos que escribió, poco antes de morir, dicen: “no quiero ir/ nada más/ que hasta el fondo”.
Graduada en periodismo de la Fundación de Educación Superior INPAHU de Bogotá. Estudios de Licenciatura en Ciencias Sociales, en la Universidad Distrital “Francisco José de Caldas” de Bogotá. Autora de los libros “Un duro – Aproximaciones a la vida” y “Un río de mil brazos”. Co-autora de los libros “Humor cautivo”, “Inventario de asombros”, “Impresos comunitarios” y “Seis historias para ser contadas”, entre otros. Ganadora de la beca en periodismo cultural, Ministerio de Cultura de Colombia (1999). Ganadora de los premios de periodismo Semana-Petrobras (2011) y Entrégate a Colombia-Servientrega (2012). Ganadora de las Pasantías Nacionales en Literatura del Ministerio de Cultura (2009 y 2018). Ganadora en el concurso de crónica “Ciudad de Bogotá” (2014). Mención de honor en el Concurso Nacional de Crónica y Testimonio, Universidad Central (2017) y en el Premio Nacional de libros de crónica (2010). Ganadora de la convocatoria “Leer es mi cuento” (2011), entre otros.