Ley de la realidad aparente: así afecta a tus emociones
La ley de la realidad aparente dice, por ejemplo, que la imagen de un niño enfermo tiene más impacto en nuestra mente, que leer un estudio sobre cuántos menores enferman al año. Aquello que vemos en persona siempre será más veraz que aquello de lo que nos informan. La experiencia y la toma de contacto con los estímulos trazan un cambio más profundo en el cerebro.
Todo esto es comprensible y casi nadie estará en desacuerdo. Lo que se puede ver y tocar siempre tendrá un mayor sentido de veracidad que aquello de lo que nos hablan o leemos. Ahora bien, a menudo se da otro hecho que es importante considerar. Todo lo que vemos puede ser interpretado o manipulado por terceros.
Alguien puede visitar un barrio determinado de una ciudad y, al ver cómo visten las personas con las que se cruza, interpreta que ese lugar es peligroso. Hay quien mira el mundo sin retirar antes el filtro de los prejuicios. A su vez, muchas de las imágenes que nos llegan a diario desde redes sociales también apelan a nuestras emociones con un fin muy concreto: manipularnos.
“Veía más allá que el común de los mortales; tenía el ojo enseñado a mirar”.
-Miguel Delibes-
¿Qué es la ley de la realidad aparente?
La ley de la realidad aparente es uno de los doce principios que definió el psicólogo holandés Nico Frijda a la hora de explicar las emociones humanas. El enfoque desde el cual partió para formular su teoría era el de la tendencia a la acción. Es decir, las emociones son ese prisma que siempre nos instan a que actuemos de un modo u otro.
En su obra magna The Emotions (1986) nos explica que para él, estos procesos psicobiológicos eran el resultado de nuestros pensamientos y preocupaciones, los cuales nos modifican y nos orientan hacia un tipo de acción determinada. De este modo, la ley sobre la apariencia de la realidad estipula que al ver algo y sentirlo como real, es cuando nos conmueve, nos impacta y modula nuestra conducta.
Por ejemplo, cuando alguien pierde a un ser querido, rara vez termina de asumir que esa persona ya no existe. Lo hace en el día a día al sentir la ausencia de ese familiar, al no poder verlo ni tocarlo. Es entonces cuando ya tiene una evidencia clara de lo que es la muerte. Y ese, será el auténtico inicio del duelo…
El poder de la imagen en los medios
La televisión, la prensa y, sobre todo, las redes sociales saben que una imagen vale más que mil palabras. Lo que entra por los ojos convence, y lo hace sobre todo si eso que muestra es lo bastante llamativo. La ley de la realidad aparente es bien conocida por los medios y es un punto de partida idóneo para la manipulación.
Pensemos en ello. ¿Cuántas veces nos han hecho creer una noticia añadiendo imágenes que no se correspondían con aquello de lo que se informa? Más aún, con la tecnología del deepfake podemos ver a figuras y personalidades públicas hablar y decir cosas que no son reales. Estos montajes digitales se valen de ese poder incuestionable que tiene para nuestro cerebro todo lo que sea visual.
Si no me emociona, no le doy validez y lo olvido
La ley de la realidad cumple siempre un principio y es que si no emociona, no vale. Es decir, para que algo deje una impronta significativa en nosotros, lo que nos llegue desde los ojos debe ser revelador. También novedoso e inesperado.
Cada video, cada rostro, cada foto apela a nuestras emociones. Y por lo general son tan intensas que les damos veracidad. Es más, por término medio se le da mayor veracidad a los videos que se publican de pocos segundos que a las crónicas escritas por los periodistas. Al fin y al cabo, creemos antes en lo que vemos por nosotros mismos que aquello que nos cuenta un tercero.
Sin embargo, debemos tener cuidado. Porque la cultura de la desinformación y de los fakes están a la orden del día, y se valen sin duda de esta ley. Además, se da otro hecho. Algo que explicó el propio Nico Frijda en un estudio es que, cuantas más imágenes veamos sobre algo, más lo normalizamos y menos nos impactará. Lo rutinario deja de emocionar.
La ley de la realidad aparente: sentir importa más que conocer
Hay un hecho curioso sobre la ley de la realidad aparente: las emociones, en la mayoría de los casos, tienen más poder que la razón. Es más, sentir tiene mayor relevancia que conocer algo de primera mano y conocer, a su vez, importa mucho menos que ver. Es decir, lo que nos llega por los sentidos siempre tiene mayor relevancia e impacto.
Esto hace que, por ejemplo, nos juzguemos los unos a los otros por nuestras apariencias y no por nuestras esencias, dejándonos llevar por los prejuicios. Esto significa también que en esta sociedad dominada por lo digital, la imagen será siempre lo más manipulado para generarnos una emoción, y en consecuencia, llevarnos al engaño.
Tengámoslo en cuenta y procuremos añadir siempre el pensamiento crítico.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Fridja, Nico (1986) The emotions. Cambridge University Press
- Frijda, Nico. The Laws of Emotion. In: Jennifer M. Jenkins, Keith Oatley, & Nancy Stein (Eds.), Human Emotions: A Reader. Malden, MA: Blackwell Publishers. 1998. 271-287.
- Frijda, N. H. (1986). The emotions: Studies in emotion and social interaction. Cambridge University Press, 560. Retrieved from http://library.perbanas.ac.id/images/book/PHKI11/the emotions.pdf
- Walters, K. S. (1989). The law of apparent reality and aesthetic emotions. American Psychologist, 44(12), 1545–1546. https://doi.org/10.1037/0003-066X.44.12.1545