En mi familia hay un problema de salud mental... ¿y ahora qué?

En mi familia hay un problema de salud mental... ¿y ahora qué?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 25 agosto, 2019

La especie humana ha temido a las enfermedades mentales a lo largo de historia y en muchos casos porque no las comprendía. La búsqueda de explicaciones (paranormales, científicas o religiosas), investigar tratamientos, mejorar la vida de los que padecen un problema de salud mental… Esta es la historia de la supervivencia adaptada a nuestra especie desde que se empezó a hablar de enfermedad.

En el campo de la salud mental en trastornos graves o crónicos hay una especial sensibilidad debido al castigo que supone el estigma que llevan asociado. Con el cierre de instituciones desactualizadas se han ido conociendo a pie de calle este tipo de patologías. La inercia actual es caminar hacia la rehabilitación (cuando la cura no es posible). La dificultad mayor es para las familias que se encuentran con hijos, padres, tíos o hermanos con problemas que escapan a su comprensión y entendimiento.

“El dolor mental es menos dramático que el dolor físico, pero es más común y también más difícil de soportar”

-C. S. Lewis-

El primer impacto

La familia es la primera que empieza a sufrir y a preocuparse, normalmente también es la primera en darse cuenta de que hay algo “que no funciona”. Nuestro familiar sufre alteraciones de comportamiento, de emociones y de pensamiento.

Normalmente los principios son muy complicados. Pasa por el desconcierto, el no entender, los cambios de diagnóstico, los ingresos y las idas y venidas a médicos, incluso la negación parcial de la situación. Vemos que nuestro hijo, hermano o padre está sufriendo o comportándose de formas que jamás hubiéramos imaginado. Y sobre todo, somos testigos de cómo su vida se va desmontando poco a poco. Es el mismo, pero al mismo tiempo no lo es.

Mujer preocupada y triste con la mano en la frente

Según la OMS, la Salud Mental es alude a la “forma de relacionarse con otros en la familia, el trabajo, el ocio y la comunidad en general”. Cuando nuestro ser querido está alterando este equilibrio sufrimos, negamos, cuestionamos, nos culpamos y buscamos mil alternativas.

En un momento dado no es raro sentir ira, rencor y frustración. La familia es la columna vertebral de una persona con este tipo de problema. El apoyo, la comprensión, la tranquilidad y el equilibrio son fundamentales.

“La salud mental necesita una gran cantidad de atención. Es un gran tabú final y tiene que ser encarado y resuelto”

-Adam Ant-

Detrás de cada persona hay una historia de familia. Una historia estructurada en fases de adaptación reconocidas, donde se recogen todos estos pensamientos y emociones. Hablamos de la fase de alarma, de la fase de resistencia y de la fase de agotamiento. En función de dónde nos encontremos recibiremos unas pautas u otras para asimilar lo que sucede. Por tanto, los recursos de salud mental también cuentan, estudian y aplican las mejores formas de proceder con las familias (o al menos lo hacen hasta donde llegan sus recursos, que desgraciadamente en muchos casos son muy limitados).

Afrontar el problema de salud mental es la solución más adaptativa

Piezas de puzzle

Después de todo el torbellino anterior donde la familia, el ser querido y las amistades están descolocadas suele llegar el diagnóstico definitivo del problema de salud mental y la hora de afrontar de forma serena el cambio.

  • Apoyarnos en los profesionales: en el proceso de diagnóstico del familiar conoceremos a múltiples profesionales de la salud. Es esencial la comunicación y la resolución de dudas.
  • Mantener las pautas: si nuestro familiar mejora, animarle a continuar con el proceso. No dejarle caer la ideación de control de enfermedad. Siempre encontraremos a un profesional que nos pueda tranquilizar y al que podamos acudir en caso de necesidad y duda. El camino es largo, pero no hay que desfallecer.
  • Cambiar el discurso: si interiorizamos que nuestro ser querido “no es un enfermo” sino que “tiene una enfermedad” o un problema de salud mental puede rebajar la imagen asociada que tenemos respecto a determinadas problemáticas. Tal vez así dejaremos de verle como la sintomatología que padece y podremos enfocarnos en la persona que conocemos.

“Sentido común: algo así como salud contagiosa”

-Alberto Moravia-

La tranquilidad, la base de la recuperación

La familia es un elemento fundamental para la estabilidad y la recuperación. Mantener un ambiente tranquilo en la casa y en el entorno ayudará de forma directa al éxito del tratamiento/terapia. La motivación y la lucha contra la desesperanza y el abatimiento toman impulso desde el equilibrio emocional en el hogar. Será normal la necesidad de desahogo. No volcar toda esa emoción en la familia y canalizar todas las emociones primarias y secundarias que se puedan sentir.

Hombre cogiendo mano de mujer

Pese a las dificultades nunca debemos olvidar que muchas de las personas con un problema de salud mental pueden funcionar de manera autónoma, trabajar, mantener un grupo de amistades y formar parte de una familia. Conociendo la enfermedad, los procesos y manteniendo el tratamiento adecuado y ajustado es muy posible, dependiendo del problema del que hablemos claro, que se restaure una parte de la normalidad.

“Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas”

-Sigmund Freud –


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.