¿Mis hijos adoptados se parecerán a mí?

¿Mis hijos adoptados se parecerán a mí?
Lorena Vara González

Escrito y verificado por la psicóloga Lorena Vara González.

Última actualización: 22 marzo, 2018

Cuando una persona o una pareja deciden adoptar un hijo surgen numerosas preguntas en el proceso. Una de las más curiosas y cuya respuesta resulta más sorprendente es la de “¿mis hijos adoptados se parecerán a mí?”.

No hablamos de un parecido físico, algo que es casi imposible en una adopción, sino que nos referimos a un parecido relacionado con la forma de comportarse de sus futuros hijos. Lo que se plantean los padres adoptivos es si su comportamiento y su forma de educar son tan poderosos o más comparados con los genes de la familia biológica.

Esto sucede porque el refrán que dice “de tal palo tal astilla” lo asociamos más a la biología que al componente educativo, y si es un hijo adoptado del que no conocemos su procedencia, los miedos de los padres afloran.

Pero, como siempre, la ciencia tiene la respuesta. Se han realizado numerosos estudios sobre el comportamiento y la personalidad de los hijos adoptados para responder a esta pregunta. Los resultados los presentamos a continuación.

“No es la carne ni la sangre, sino el corazón lo que nos hace padres e hijos”

-J. Schiller-

¿Genética o ambiente? ¡He ahí la cuestión!

Padre con su hija

Para estudiar científicamente si los hijos adoptados se parecen más a sus padres biológicos o a los adoptivos, se suelen buscar a gemelos monocigóticos, es decir, gemelos que se han desarrollado a partir de un único óvulo, y que por tanto comparten una gran carga genética.

Además, se busca que hayan sido adoptados por familias distintas; así se reducen otras variables que puedan influir en la conducta del niño.

Las variables más estudiadas en este tipo de experimentos han sido la inteligencia y la personalidad de los más pequeños y las conclusiones han sido muy distintas. El peso que la genética aporta a cada una de ellas varía considerablemente.

Inteligencia y personalidad

Cuando hablamos de inteligencia, observamos que es el factor psicológico que tiene mayor componente genético en general, es decir, la inteligencia es en su mayor parte heredada.

En concreto, se considera que alrededor del 60% de nuestro CI lo heredamos de nuestros padres, pero también se considera que las variables que más influyen a nivel intelectual son los estilos de crianza y el nivel socioeconómico de la familia.

Y quizás te sorprenda, pero en cuanto a personalidad, los hijos adoptados se parecen más sus padres adoptivos que a sus padres biológicos. Eso si consideramos a la personalidad como una variable en general. Piensa que cuando se estudia por diferentes características nos encontramos con que la extraversión es la variable con mayor peso genético, en torno al 60%.

Entonces, ¿genética o ambiente? Teniendo en cuenta que el error registrado en este tipo de estudios está entre el 15-20%, la respuesta más clara a esta pregunta es que ambos son importantes, pero ninguno es determinante. La genética no determina el futuro de tus hijos porque la crianza de los padres es un factor igual de importante en su desarrollo.

Los hijos adoptados son siempre amados

Padres con su hijo adoptivo

Al final lo que hay que tener en cuenta es que los hijos adoptados son siempre amados. Y que ese amor es el que llevará a los padres a criarlos y educarlos en un ambiente en el que se potencien sus habilidades genéticas de base, por lo que esos hijos serán un reflejo de lo que hayan vivido y aprendido.

El peso de la genética en el comportamiento de los hijos adoptados no es considerablemente superior al de la crianza. Somos nosotros los que como padres vamos a moldear a nuestros hijos en la mayoría de sus habilidades y comportamientos.

La crianza es el arma más poderosa para educar a niños sanos.

Por ello, lo importante cuando vamos a adoptar un niño es amarlo e intentar educarlo lo mejor posible. Al final los hijos, biológicos o adoptados, son el reflejo de la educación que han recibido de sus padres. La biología no determina nada, nuestro ejemplo como padres lo condiciona todo.

Artículo inspirado en:

Sánchez-Elvira, A. (2003). Introducción al estudio de las diferencias individuales. Madrid: Sanz y Torres (Capítulo 10).


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