¿Qué motiva la existencia de la religión?

¿Qué motiva la existencia de la religión?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 10 septiembre, 2019

En la actualidad, si nos remitimos solamente al marco de la cultura occidental, podremos apreciar como la religión se considera algo privado. Es algo que cada uno se debe guardar para sí mismo, de manera que la exteriorización de determinados símbolos ha ido poco a poco perdiendo su sentido. A esto se lo ha denominado secularismo. Las personas han de ser religiosas, pero de puertas para dentro.

Aunque esto solo es en teoría, ya que los cultos religiosos mayoritarios siguen manteniendo relaciones ventajosas con los estados. Mientras las prácticas de religiones minoritarias son prohibidas con el argumento de la secularización, las mayoritarias las mantienen a un mayor nivel en lo que se refiere a la representación en actos colectivos.

Sin embargo, independientemente de las normas sociales o legales que impidan prácticas religiosas, cada persona vive la religión de una forma diferente. Con independencia de la religión seguida, las personas pueden vivir la religión de tres formas diferentes.

Religión versus religiosidad

Antes de hablar de orientación religiosa es fundamental hacer una distinción entre religión y religiosidad. Las religiones, por definición, son atemporales y universales (no cambian con el tiempo ni en el espacio), mientras que la religiosidad es la manera en que los creyentes viven la religión. La religiosidad es una experiencia subjetiva que depende de cada religión y en muchos casos de cada religioso: su forma de vivirla y representarla.

De este modo, entendemos que la forma en la que las personas viven la religión (religiosidad u orientación religiosa) no tiene que corresponderse, necesariamente, con los preceptos de la religión. Entre todas las formas de religiosidad que se han encontrado en diversos ámbitos, en la psicología social destacan cuatro tipo de orientaciones religiosas. Estos son: la orientación extrínseca, la orientación intrínseca, la orientación a la búsqueda y el fundamentalismo religioso.

Hombre de religión hindú

Motivación religiosa extrínseca e intrínseca

En un principio se propusieron dos categorías, la orientación extrínseca y la intrínseca. Estas servirían para diferenciar a las personas que consideran sus prácticas religiosas de manera instrumental -con el fin de alcanzar fines personales o sociales (ej., la aceptación grupal)- de aquellos que la interpretan como un fin en sí mismo (ej., rezar en privado). Esto es, las personas con orientación extrínseca usan la religión mientras que aquellos con orientación intrínseca encuentran su vida motivada por la religión.

De este modo, las personas presentarían una orientación intrínseca cuando la religión fuera para ellos un fin en sí misma, un motivo fundamental de la vida, eje y criterio absoluto en sus decisiones. Por otra parte, aquellos con una orientación extrínseca considerarían la religión como utilitaria e instrumental, como un simple medio al servicio de intereses y fines propios (seguridad, estatus social, entretenimiento, autojustificación, apoyo para el estilo de vida personal, etc.). En muchas personas, como para el resto de ámbitos, existen las dos motivaciones.

Personas rezando a la meca

Orientación a la búsqueda

Posteriormente, a las orientaciones intrínseca y extrínseca se les añadió una nueva: la orientación de búsqueda. Esta se caracteriza por un interrogante fundamental sobre la existencia en su globalidad. Las personas con esta orientación perciben y viven las dudas religiosas como algo positivo y están abiertas a los posibles cambios en las cuestiones religiosas.

La orientación de búsqueda, en cuanto a la religión se refiere, estimula y promueve un diálogo abierto y dinámico sobre las grandes preguntas existenciales que surgen en las contradicciones y tragedias de la vida. La orientación de búsqueda es una orientación cognitivamente abierta, crítica y flexible. Incluso, podría ser más bien una expresión actitudinal caracterizada por la duda y la búsqueda de la identidad personal.

Niños budistas

Fundamentalismo religioso

El fundamentalismo religioso es definido como la creencia de que hay un conjunto de enseñanzas religiosas que dan forma a la verdad fundamental acerca de la humanidad y la deidad. Esta verdad esencial es opuesta a las fuerzas del mal, a las cuales hay que combatir. Esta verdad debe seguirse hoy en día de acuerdo con las prácticas fundamentales e inmutables del pasado.

Aquellas personas que tienen una orientación fundamentalista afirman tener una relación especial con la deidad. Suelen creer que su grupo está siempre en lo ciertomientras que todos los demás están equivocados; esto les lleva a cultivar y mantener prejuicios (les aleja de otros grupos y por lo tanto no pueden conocerlos en profundidad, de esta manera la experiencia solo les permite reafirmar el estereotipo). Los fundamentalistas suelen tener también una orientación extrínseca, mientras que la intrínseca y la de búsqueda son opuestas ésta.

Dentro del fundamentalismo se puede encontrar otra orientación religiosa fundamentalista. Esta es el fundamentalismo intratextual. Las personas con esta orientación creen, por encima de todo, en la veracidad de los textos sagrados. Estas personas son las que mayor seguimiento hacen de los sacramentos de su religión y su interpretación de los mismos es muy literal.

Personas cristianas con una cruz

La religiosidad

Las formas de vivir la religión son múltiples, particularizadas por cada grupo y dentro de ese grupo por cada persona. Si bien la religión y el contexto van a influir en cómo vive cada persona la religión, la persona se va a adaptar de forma diferente. No hay que olvidar que ninguna forma es mejor ni peor que otra. Ni siquiera una orientación religiosa fundamentalista tiene por qué ser mala o peor que las demás.

El problema aparece cuando se intenta imponer una forma de vivir la religión a los demás. Adaptarse a otra forma de religiosidad es complicado y requiere tiempo. Siempre que se respete a los demás, la convivencia podría y debería ser pacífica. Del mismo modo, los estados tampoco deberían imponer una forma de vivir la religión o estimularla sin pensar en sus consecuencias.


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