El pensamiento de Peter Sloterdijk
Nacido en 1947, hijo de la posguerra, Sloterdijk es uno de los pensadores alemanes más polémicos, controvertidos y creativos de la actualidad. Difícil de encasillar, el pensamiento de Peter Sloterdijk intenta sumergirse en los problemas contemporáneos, repensando el rol de las nuevas tecnologías y criticando la incapacidad de los académicos de dar respuestas satisfactorias a los temas más actuales.
Sloterdijk posee un recorrido intelectual atípico. Después de licenciarse, dejó de lado la universidad y emprendió un viaje por la India, donde conocería a Bhagwan Shree Rajneesh (más conocido como Osho). Este polémico gurú influyó al pensador en su juventud temprana, pero luego se distanció de él filosóficamente.
De vuelta en Europa, reticente a seguir el camino de otros intelectuales, Sloterdijk se mantuvo al margen de la academia y condujo durante muchos años el programa de televisión Das Philosophische Quartett, que se traduciría al español como El cuarteto filosófico. Actualmente, Sloterdijk es catedrático de Estética y Filosofía en la Escuela Superior de Diseño de Karlsruhe, su ciudad natal.
Su pensamiento está distribuido en una actividad literaria prolífica, entre la que destacan su primer libro Crítica de la razón cínica y su obra magna de tres tomos titulada Esferas. Sloterdijk expresa sus ideas a través de una prosa cargada de imágenes y referencias literarias. Fuertemente influenciado por Nietzsche y Heidegger, su filosofía dialoga de manera provocadora con los pensadores del pasado, buscando una ruptura con la tradición filosófica europea.
La búsqueda de un pensamiento inmunizado
Para ejemplificar cómo la filosofía debe enfrentarse con los problemas actuales, Sloterdijk utiliza una antigua idea de la medicina: el médico debe enfermarse de aquello que desea curar. Cuando algo nos enferma y rompe nuestro equilibrio, el cuerpo busca eliminar los patógenos creando anticuerpos. Del mismo modo, los pensadores deben inocularse la enfermedad de nuestro tiempo, que para Sloterdijk está representada en los medios de comunicación.
Sin embargo, Sloterdijk no asume un punto de vista pesimista sobre las nuevas tecnologías , sino que ve en ellas el modo fundamental de la condición humana. Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos nos valimos de herramientas, lenguaje, escritura y una larga serie de implementaciones técnicas para mejorar nuestra vida y adaptarnos al mundo; la técnica es nuestro medioambiente.
Los filósofos del presente no pueden ser ajenos a las tecnologías imperantes de su época. Al igual que viejas tecnologías, como la escritura y la imprenta, fueron integradas y utilizadas a favor del avance del conocimiento, el filósofo debe abrazar las nuevas tecnologías.
Los medios de comunicación, las redes sociales y toda aquella innovación técnica de nuestra época debe servirnos para construir una fortaleza y aportar perspectivas novedosas sobre el mundo que nos rodea. Los años que Sloterdijk ha dedicado a conducir un programa de televisión ejemplifican su pensamiento.
Sloterdijk y el mundo de las esferas
Si bien Sloterdijk pretende ser un pensador asistemático, podría considerarse que en su obra Esferas se encuentra el grueso de su proyecto filosófico. A través de la metáfora de las esferas, nuestro pensador intenta dar cuenta de la forma en la que los seres humanos inauguramos perspectivas. Mediante la construcción de esferas aprendemos a vivir juntos, a través de relaciones íntimas que generan una gran comunidad interconectada.
La imagen de la esfera remite a la forma en la que se generan las culturas. Todo lo que cae dentro de nuestra esfera cultural es tenido en cuenta como propio. Sin embargo, lo que se encuentra fuera de nuestro sentido de pertenencia también adopta la topología esférica. El resto de los sistemas de creencias se nos presenta como una unidad cerrada, impenetrable a nuestras formas de pensamiento.
Existen para Sloterdijk tres clases de estructuras esféricas:
- La burbuja.
- El globo.
- Las espumas.
El individuo es una burbuja
El individuo es una burbuja, como una pompa de jabón, separado de su entorno por un delgado límite. Su intimidad se configura de modo tal que admite integración de ciertos elementos dentro de sí y deja afuera aquello que le resulta extraño.
La familia, la cultura, las creencias… Todo forma parte de un espacio seguro en el que nos protegemos de aquello que pueda alterar nuestro orden establecido.
«La burbuja como forma espacial vivida remite a las épocas culturales de la imitación, en las que educarse es aprender a repetir los modelos prestigiosos de sus antecesores».
-Peter Sloterdijk-
Para Sloterdijk, la configuración que viene adoptando la humanidad desde los comienzos de su historia, está signada por un hecho tan primordial como el desarrollo biológico.
Crecemos y nos desarrollamos en una burbuja desde que somos un feto en desarrollo dentro del vientre materno. Nacemos en un entorno familiar cerrado, que suele ser estable durante años, generando un sentido de pertenencia a un determinado grupo social, a una serie de instituciones, a una nación. Esta interconexión entre burbujas nos lleva al segundo nivel de las esferas: el globo
El globo como unidad entre individuos
La imagen del globo surge a partir de la comprensión de que no pertenecemos realmente a una familia o provincia, sino a un planeta que nos unifica en su circunferencia. El modo de pensarnos como humanidad cambió radicalmente gracias a la navegación y el descubrimiento de rutas marítimas que conectaban el globo terrestre. Esta nueva conciencia nos llevó a pensar nuestro lugar en el mundo y el conocimiento en función de fines universales.
La globalización fue eliminando las viejas tradiciones y los modos de vida regionales, disolviendo los límites de nuestra cultura e iniciando una revolución todavía en curso. El intento de globalizar casi siempre se encuentra ligado a una forma de poder que intenta fijar o clarificar los límites de aquello que intenta dominar.
Sin embargo, la unidad global comprendida está lejos de homogeneizar nuestra existencia. Por el contrario, la conexión entre individuos es percibida por Sloterdijk como una pluralidad de burbujas interconectadas que forman espumas.
Las espumas y las redes de comunicación
Sloterdijk se refiere a «espumas», en plural, dado que el concepto intenta designar aquello que mantiene unificado a una multitud internamente diversa, pero relacionada. Estas pluralidades de esferas más o menos cerradas conforman el tejido social o la «espuma poliesférica».
Cada unidad, cada célula singular, forma un contexto que se completa por sí mismo, pero que engendra relaciones diversas conformando una unión interactiva.
El autor ve en nuestras sociedades esta configuración morfológica. Las burbujas convertidas en espuma no tienen casi nada en común la mayor parte del tiempo, pero confluyen ocasionalmente en ejes que las unifican. Las redes sociales podrían ser un perfecto ejemplo de este fenómeno, en las que individuos de diversas etnias, naciones y familias se vinculan mediante intereses comunes.
Comprender la historia de la cultura
El pensamiento de Peter Sloterdijk nos ayuda con imágenes mentales a entender la historia de la cultura. Como hemos visto, el autor no es pesimista respecto a las innovaciones tecnológicas, aunque se mantiene crítico a los intentos de dominación por parte de quienes intentan globalizar la existencia.
La filosofía de Sloterdijk nos invita a pensarnos como espumas. Del mismo modo en que las neuronas crean sinapsis, tenemos la capacidad de tejer nuevas relaciones, dando lugar a la posibilidad de un constante cambio descentralizado y orgánico. Estas redes de conexión, amplificadas por los sistemas de comunicación, pueden colisionar entre sí o trabajar en favor de la humanidad en su conjunto. Depende de nosotros el resultado.
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