Poner orden en los pensamientos para ordenar la vida
Poner en orden los pensamientos es el primer paso para dar armonía a nuestra vida. Al fin y al cabo, hay épocas así, esas en las que el mundo entero parece desordenado ante nosotros, las prioridades se desvanecen, las preocupaciones se acumulan y apenas entra la luz en la ventana de nuestras esperanzas. Es muy fácil caer en estos estados y muy difícil recuperar la calma.
Decía William Shakespeare que lo último que debemos hacer es darle lengua a los pensamientos. Tenía razón, porque esta es sin duda nuestra mayor costumbre: darle voz y conversación a casi cualquier idea que nos viene a la mente, sin importar lo negativa o catastrófica que sea. No podemos olvidar tampoco que en épocas complicadas y marcadas por las incertezas, este tipo de pensamientos son los más comunes, los más recurrentes.
Casi sin saber cómo, el cerebro se transforma en un escenario caótico, es como una casa por dónde ha pasado un huracán. Para ponerlo orden es necesario convertirnos en una Marie Kondo del universo mental, hay que higienizar, retirar los enfoques que ya no sirven, las creencias caducadas, los esquemas que solo actúan para hacer daño y, por su puesto, hay que desinfectar espacios en los que la negatividad ha hecho costra.
Se trata de una tarea de gran trascendencia que puede revertir de manera directa en nuestro estado de ánimo e incluso, en la propia capacidad para manejar los problemas presentes y futuros. Conozcamos más datos al respecto.
«Para disfrutar de buena salud, para traer la verdadera felicidad a la familia, para traer paz a todos, primero se debe disciplinar y controlar la propia mente».
-Buda-
Poner orden en los pensamientos para ganar en felicidad
Poner orden en los pensamientos, disciplinar la mente, dar calma al cerebro, reorganizar ideas, emociones, preocupaciones… Podemos definir de muchas maneras este tipo de necesidad esencial, sin embargo, todas ellas nos obligan a entender algo muy simple. Debemos asumir el pleno control sobre todo aquello que acontece en ese palacio mental que tan a menudo queda preso del estrés y la ansiedad.
Para ello, es útil interiorizar una metáfora: vamos a convertirnos en el CEO de nuestros pensamientos, en un directivo exigente y humano, en un líder intuitivo y sagaz a la vez que compasivo. Conozcamos por tanto algunas sencillas claves:
Escuchar y reconocer
Algo esencial en todo buen líder es escuchar a sus empleados y comprender cuál es su realidad personal. No solo se debe preocupar por saber cómo están, además, debe cerciorarse de que ese empleado comprende cuál es el fin de la empresa de la que forma parte. En nuestro caso, la meta es la siguiente: alcanzar el bienestar, la felicidad y desarrollar nuestro máximo potencial.
Como jefes de nuestra mente debemos sondear cuál es el clima general de ese interior. ¿Hay un exceso de preocupación, de estrés quizá? ¿Qué debería hacer para resolver ese estado general que entorpece el fin que deseo lograr?
Comprendiendo los desencadenantes
Para poner orden en los pensamientos es necesario comprender qué está motivando ese caos, ese malestar general. Cualquier directivo está obligado a crear mecanismos para averiguar cuál es el problema que está afectando al buen funcionamiento de la empresa. Un recurso útil en el campo de la organización y la empresa es el diagrama de Ishikawa.
En nuestro caso, y para clarificar por qué nuestros pensamientos están desordenados, alterados y orientados solo a generarnos malestar, intentaremos entender qué emociones hay detrás de ellos. Este sería un ejemplo:
- “Siento que algo terrible va a suceder”. —> Miedo –> ¿Cuál es el origen de ese miedo?
- “No soporto que ciertas personas me traten de tal manera”. –> Frustración –> ¿Qué puedo hacer para resolver esa frustración?
- “Últimamente he perdido la motivación, no tengo ganas de nada y nada atrae mi interés”. –>Tristeza –> ¿Qué motiva ese estado? ¿Qué cambios puedo hacer para sentirme mejor?
Para poner orden en los pensamientos, aprende a pensar más despacio
Lo sabemos, cualquier CEO de una pequeña o gran empresa lo último que nos diría es que trabajemos más despacio. Sin embargo, ese líder de nuestro universo mental al que debemos entrenar, tiene que ayudarnos a tomarnos las cosas con mayor calma. Tal y como nos indica el premio Nobel Daniel Kahneman en su libro Pensar rápido, pensar despacio, hay momentos en que podemos beneficiarnos de un pensamiento más lento, deliberativo y lógico.
En épocas de ansiedad y estrés, en esos momentos en los que la mente va más acelerada que la propia vida, es necesario asumir otro enfoque. Uno más centrado en el momento presente. Pensar más despacio nos permitirá aplicar ese filtro mental con el que separar las ideas lógicas de las ideas irracionales.
Razonar un poco más despacio no nos hace menos inteligentes, al contrario. Nos permite ver las cosas con mayor perspectiva y claridad. Solo entonces apreciamos qué es prioritario y qué secundario. Pensar más despacio facilita a su vez el poder higienizar esos esquemas que crea el miedo o la ansiedad para después, desactivarlos y permitirnos dejar espacio a la esperanza, a la positividad.
No dudemos en aplicar estas estrategias cuando percibamos ese desorden interno que a la larga, trae el caos a nuestra vida. Al fin y al cabo, pensar bien es sentirnos mejor.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Kahneman D. (2013) Pensar rápido, pensar despacio. Debolsillo