Regulación emocional proactiva en TEA

El trastorno del espectro autista (TEA) es una entidad clínica cuyas manifestaciones pueden implicar conductas desafiantes. En este sentido, pueden implementarse estrategias de regulación emocional proactiva. Ahora, ¿en qué consisten?
Regulación emocional proactiva en TEA
Gorka Jiménez Pajares

Escrito y verificado por el psicólogo Gorka Jiménez Pajares.

Última actualización: 15 febrero, 2023

¿Reaccionas o te anticipas? La regulación emocional proactiva tiene mucho que ver con la prevención de las conductas desafiantes. El enfoque proactivo consiste en anticiparse a las conductas disruptivas de las personas con trastorno del espectro autista (TEA) con el objetivo de prevenirlas, e incluso de promover conductas alternativas más adaptativas al contexto.

¿Qué es lo que hace que se comporten así? ¿Por qué lo hacen? ¿Qué potenciadores o desencadenantes se han identificado? El enfoque proactivo bucea en estas preguntas con el objetivo de prevenir conductas desafiantes con base en la información que tenemos de conductas que han sucedido en el pasado.

«La intervención proactiva en TEA no consiste en qué hacer cuando la conducta ya ha ocurrido o en cómo actuar cuando se ha dado, sino en indagar, buscar y encontrar el porqué».

-Cristina Tinaquero-

Niño con autismo de espalda

Una aproximación a la definición del TEA

Antes de comenzar a hablar sobre regulación emocional proactiva en el TEA, consideramos importante explicar algunas de las características de esta entidad clínica. Así, para la American Psychological Association (APA) en la quinta edición de su Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) se define el TEA por aspectos como:

Problemas en la comunicación e interacción social

Estos problemas aparecen como déficits, es decir, ocurren por debajo del nivel esperado. Hacen referencia a múltiples dominios (APA, 2015):

  • Alteraciones en la reciprocidad socioemocional, como por ejemplo un intercambio social poco adecuado a la hora de expresar emociones o de compartir intereses.
  • Alteraciones en las comunicaciones que implican a la comunicación no verbal, como por ejemplo un contacto ocular inadecuado o un lenguaje corporal desadaptado.
  • Alteraciones a la hora de desarrollar, mantener y comprender las relaciones con otras personas, como por ejemplo una falta de interés en las relaciones interpersonales.

Estas alteraciones tienen que manifestarse en varios contextos y deben ocurrir en estadios tempranos del desarrollo del niño.

Conductas restrictivas y repetitivas

Sus conductas se traducen en patrones conductuales muy repetitivos. Así mismo, la heterogeneidad de los intereses o actividades es muy pobre. Entre las manifestaciones podemos encontrar (APA, 2015):

  • Habla estereotipada, como por ejemplo ecolalias.
  • Invariabilidad del entorno, que se manifiesta por un malestar inmenso cuando se producen cambios pequeños en el entorno. Está muy relacionado con patrones de pensamiento rígidos.
  • Intereses muy restrictivos, que pueden dar lugar, por ejemplo, a conductas intensas de apego ante objetos inusuales.
  • Hiper o hiporreactividad ante diferentes estímulos, manifestada por ejemplo por una aparente indiferencia al dolor o a la temperatura.

«Son frecuentes las reacciones extremas y los rituales relacionados con el sabor, olor, textura y apariencia de los alimentos».

-American Psychiatrich Association-

¿En qué consiste la regulación emocional proactiva?

Recientemente, la Fundación Quinta se ha publicado una guía que puedes consultar aquí. En este sentido, se ha visto que invertir tiempo en analizar las causas de las conductas disruptivas de los niños con TEA puede resultar enormemente beneficioso a la hora de prevenirlas.

Pasos previos

Antes de comenzar a intervenir, es necesario reflexionar acerca del menor con TEA. En este sentido podemos preguntarnos:

  • ¿Qué conocimientos tenemos de esta persona? Deberemos responder a aspectos como cuáles son sus intereses, sus motivaciones, sus puntos fuertes, cuál es su forma de comunicarse o qué dificultades sensoriales tiene, entre otras.
  • ¿Cómo es su contexto? En este sentido, conviene tener en cuenta sus rutinas, qué claves visuales utiliza, o qué adaptaciones se han tenido en cuenta por parte de su entorno.
  • ¿Cómo es la comunicación familiar? Resulta relevante entender cómo es la estructura y la situación de la familia, así como sus necesidades. Desde esta perspectiva, es clave preguntarse si en el entorno familiar se producen conductas disruptivas.
  • ¿Cuáles son las conductas problemáticas? Es evidente que antes de intervenir debemos saber sobre qué vamos a hacerlo. Para ello, un método muy práctico es ordenarlas según sus parámetros topográficos, es decir: intensidad, frecuencia y duración de dichas conductas.
  • Análisis funcional. Este punto es importantísimo porque nos permite ver qué función desempeña una conducta en un contexto determinado.
  • ¿Qué intenta conseguir a través de sus conductas? Aquí deberemos responder a los objetivos de cada conducta disruptiva de manera muy concreta, es decir, por qué la manifiesta y qué es lo que el menor con TEA necesita.
  • ¿Cómo podemos hacer que dichas conductas disruptivas se minimicen? Esta es la última estación. La estación de los procedimientos. Estos deberán ser ajustados y hechos a medida para el menor y para las conductas disruptivas que presente.

En el análisis funcional podemos hacer uso del clásico modelo ABC, que nos permite establecer relaciones entre la forma del comportamiento que está ocurriendo y la función que desempeña, es decir: con esta conducta, el niño con TEA, ¿me está queriendo decir que quiere comunicarse, que siente dolor, que me llama la atención…?

Niña con autismo sentada en el suelo

Algunas estrategias

Para Cristina Tinaquero, una de las creadoras de la guía a la que nos hemos referido, existen algunas claves que podemos tener en cuenta. A este respecto, es importante vincular con la forma en la que el niño o niña con TEA juega. Mediante estos acercamientos podemos entender cuáles son sus intereses. Nuestro objetivo debe ser ayudarles a potenciar las habilidades de las que disponen.

Así mismo, el establecimiento de rutinas debe tener un punto de partida: sus propios intereses. El objetivo es que estas rutinas sean predecibles, permitiéndoles explorar y entender el entorno.

Si a pesar de haber obtenido todos los conocimientos del niño y de su familia que hemos planteado con anterioridad se siguen produciendo conductas disruptivas, sería interesante plantear la necesidad de establecer planes de crisis ante las mismas con el objetivo de asegurar la salud física de la persona con TEA.


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  • Consejo General de la Psicología de España. (2022). Pautas de regulación emocional proactiva para familias con personas con TEA. www.infocoponline.es. https://www.infocop.es/view_article.asp?id=19805
  • First, M. B. (2015). DSM-5. Manual de Diagnóstico Diferencial. Editorial Médica Panamericana.

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