¿Por qué se atribuye el síndrome del impostor a las mujeres?
Hay personas que experimentan una duda constante sobre su valía y capacidad, incluso cuando sus éxitos son innegables. Este fenómeno es denominado síndrome del impostor y lo describieron por primera vez en mujeres. Desde entonces, es objeto de estudio y debate.
Y es que, a pesar de los avances en la igualdad de género y el empoderamiento femenino, dicho síndrome las aborda en el contexto de la experiencia, incidiendo en su desarrollo personal y profesional.
Acompáñanos a estudiarlo desde distintas perspectivas. A través de este análisis, buscamos arrojar luz sobre un desafío que afecta a tantas damas en su búsqueda de la autorrealización y el éxito.
El síndrome del impostor también es conocido como: síndrome de fraude, fraude percibido, experiencia del impostor y fenómeno del impostor.
¿Qué es el síndrome del impostor?
El síndrome del impostor se describió por primera vez en la década de 1970 por Clance e Imes, en un trabajo titulado The imposter phenomenon in high achieving women: Dynamics and therapeutic intervention, para designar una experiencia interna de falsedad intelectual en una muestra selecta de mujeres de alto rendimiento.
Hoy en día, es considerado un fenómeno psicológico que distinguido por la profunda sensación de inseguridad y la creencia persistente de que el propio éxito es el resultado de la suerte o de engañar a los demás, en lugar de ser el producto de habilidades o méritos genuinos.
Aunque no está reconocido de manera formal como un trastorno de salud mental en el DSM-5, presenta ciertas características distintivas que lo definen como síndrome; se trata de las siguientes:
- Perfeccionismo
- Temor al rechazo
- Autodesvalorización
- Miedo a ser descubierto
- Comparación constante
- Atribución del éxito externo
- Dificultad para aceptar elogios
- Problemas para internalizar el éxito
- Estado dubitativo ante toma de decisiones
El fenómeno se relaciona con la presión social, los estereotipos, la autoexigencia excesiva o experiencias pasadas de fracaso. Existen varios tipos y afecta a todas las edades, orígenes y géneros. No obstante, una revisión de la Journal of General Internal Medicine señala que las mujeres tienen una mayor probabilidad de experimentar este síndrome en comparación con los hombres.
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¿Por qué las mujeres corren más riesgo?
El síndrome del impostor se origina debido a una interacción compleja de factores tanto internos (rasgos de personalidad), como externos (la presión social). En las mujeres, el fraude percibido se amplifica al agregar el impacto del racismo, la xenofobia, el clasismo y otros prejuicios. Profundicemos en ello.
Perspectiva clínica-psicológica
En el caso de mujeres que sienten que no merecen su propio éxito, se debe a los estereotipos, creencias y expectativas sociales que les llevan a tener una visión negativa de sí mismas y a cuestionar sus propias habilidades. Esto contribuye a su sensación de no ser dignas del triunfo alcanzado.
Un estudio en The American Journal of Surgery encontró que el 31.1 % de los afectados con el síndrome sufren de ansiedad. Y las mujeres suelen tener puntajes más altos que los hombres, dada la constante angustia en escenarios donde deben demostrar su competencia.
Las féminas con el síndrome del fraude establecen estándares muy altos para sí mismas y se esfuerzan por lograr la perfección. Esto podría derivar en la procrastinación, estrés laboral o académico, por ejemplo. Se trata de damas muy autocríticas, centradas en sus defectos y debilidades, en lugar de reconocer sus logros y fortalezas.
Persiste en ellas una sensación de desequilibrio entre el esfuerzo invertido y las recompensas. Al respecto, un estudio publicado en Frontiers in Psychology sugiere que las personas con síndrome del impostor perciben de manera subjetiva que no son recompensadas de modo adecuado por sus éxitos, inhibiendo su capacidad de sentirse satisfechas con sus logros o ser optimistas sobre futuras recompensas.
La investigación en psicología social sugiere que la forma en que las personas son tratadas por los demás puede influir en el desarrollo del síndrome del impostor.
Perspectiva socio-psicológica
En el ámbito laboral, la brecha salarial de género desempeña un papel importante. Las mujeres, a menudo, ganan menos que los hombres por el mismo trabajo, lo que quizás influye en sus expectativas salariales y su confianza en sí mismas desde el principio de sus carreras.
Una investigación compartida en la revista Plos One señaló que las expectativas salariales se internalizan de manera diferente en hombres y mujeres, incluso antes de empezar a trabajar. Mientras que ellos muestran un exceso de confianza frente a información sobre los salarios, ellas son más reacias al riesgo, menos competitivas y carecen de autoconfianza.
A pesar de los avances en la igualdad de género, la discriminación persiste en términos de promoción y acceso a roles de liderazgo. De este modo, los estereotipos sociales influirían en las elecciones profesionales de las mujeres.
Por otro lado, las damas de razas minoritarias y expatriadas pueden vivir el síndrome del impostor de manera más aguda, debido a la combinación de ser mujeres de una minoría étnica. Esta doble faceta, en ocasiones, les impone desafíos adicionales. Para las mujeres de color, la sensación de no pertenecer al entorno corporativo tal vez es más intensa por la intersección de raza y género.
Por ejemplo, un estudio en la Journal of African American Women and Girls in Education encontró que la raza y el género influyen en cómo ellas experimentan el fraude percibido. Aquellas con sentimientos bajos o moderados tenían experiencias positivas, mientras que quienes experimentaban el síndrome con frecuencia tenían un viaje académico más difícil.
Estos factores quizás limitan su desempeño académico y profesional. Sin embargo, una investigación de la International Journal of Multiple Research Approaches no encontró diferencias estadísticas significativas en las puntuaciones de las mujeres negras con doctorado en comparación con otros estudiantes.
Estado actual de la cuestión
El síndrome del impostor es un fenómeno que deja una marca indeleble en la experiencia profesional de muchas mujeres, a pesar de los notables avances en la promoción de la igualdad de género en el ámbito laboral y académico. Para comprenderlo mejor, es esencial considerar algunas estadísticas reveladoras.
Tres de cada cuatro mujeres experimentan el síndrome del impostor en algún momento de sus carreras.
Brecha en la representación femenina en puestos directivos
Si bien hay progresos, las mujeres aún no cuentan con una representación equitativa en puestos de liderazgo y gerencia.
Según datos de Catalyst, para el año 2020, el porcentaje de mujeres en puestos de alta dirección varía según la región. En América Latina, representa el 36 %, mientras que en la Unión Europea es del 34 %. Dentro de la Unión Europea, Francia lidera con un 38.3 %, seguida por Alemania con 30.1 % y España con un 33.9 %.
Además, los cargos de alta gerencia presentan una marcada disparidad en cuanto a la representación de mujeres. En los puestos de ejecutivos, apenas el 23 % son ocupados por ellas, mientras que en el nivel de altos directivos la cifra asciende al 29 %.
En el escalafón de gerentes, encontramos un 37 % de mujeres. Y en roles profesionales, la proporción aumenta al 42 %. No obstante, en la categoría de personal de apoyo, las mujeres representan el 47 %. Estos datos ponen de manifiesto la necesidad de abordar y promover la igualdad de género en los niveles de liderazgo más altos de las organizaciones.
El 62 % de los puestos de alta dirección son ocupados por hombres, frente a solo un 31 % por mujeres.
Brecha de género en el emprendimiento y tipo de trabajo
El informe anual del Observatorio del Emprendimiento en España, conocido como el Global Entrepreneurship Monitor, proporciona una perspectiva esclarecedora sobre la brecha de género en el mundo empresarial. En 2019, las mujeres puntuaron más bajo en el comportamiento emprendedor y más alto en el miedo al fracaso.
Estas cifras, aunque elocuentes por sí mismas, son solo el comienzo de un panorama más amplio de desigualdades de género. Antes del COVID-19, un estudio de la consultora McKinsey indicó que las mujeres líderes dejan las empresas a la tasa más alta en años. La irrupción de la pandemia supuso una carga adicional en esta desigual distribución de responsabilidades.
Brecha de género y distribución de las cargas laborales
Las desigualdades en la distribución de las cargas laborales y de cuidado durante la pandemia tuvieron un impacto desproporcionado en la participación femenina en el mercado laboral.
Un porcentaje mayor de las madres se vieron obligadas a abandonar sus empleos, en contraste con los padres. La conclusión del Global Gender Gap Report 2020, de World Economic Forum, revela que la paridad de género no se alcanzará hasta dentro de 99,5 años.
Las madres de niños en edad escolar primaria, por ejemplo, destinaron un promedio de cinco horas al día a la educación en el hogar, mientras que los padres solo dedicaron dos horas. Además, según Demographic Research, más del 60 % de las madres que trabajan asumieron el cuidado de los niños desde el inicio de la pandemia, en comparación con el 42 % de los padres.
Escasa representación de mujeres de color
La representación de mujeres de color en puestos directivos de vicepresidente o presidente es aún más alarmante. El ya mencionado reporte de Catalyst (2022) informa estas mujeres ocupaban menos del 5 % de los puestos directivos. Porcentaje similar para las latinas y más bajo para las asiáticas.
El síndrome del impostor: un obstáculo común para las mujeres
En conclusión, el síndrome del impostor se manifiesta como un desafío común en el camino de muchas mujeres en su desarrollo profesional y personal. Pero a medida que se reconoce y se aborda de manera colectiva, es posible superarlo, permitiendo a ellas alcanzar su pleno potencial y contribuir de manera significativa en todos los aspectos de la sociedad.
Es pertinente acentuar que el presente artículo tiene intención de poner de relieve que las mujeres que lo manifiestan, no carecen de habilidades o competencias reales. Únicamente es una percepción de su valía que, en todas las ocasiones, se desmarca de la realidad.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
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