Trauma vicario: definición, causas y tratamiento
¿Conoces el concepto de trauma vicario? Se trata del desgaste emocional que se produce por estar en contacto continuo con las emociones de otros y con sus situaciones vitales (muchas veces complicadas). Es propio de personas que trabajan en ámbitos donde el sufrimiento humano es más palpable. Es decir, psicólogos, médicos, enfermeras, cuerpos de seguridad, policías y bomberos, etc.
Vicario significa alguien que ejerce las funciones de otra persona, pero también se aplica para hablar de casos en los que, a través de la observación de los demás, nos “ocurre” algo a nosotros (pensemos en el condicionamiento vicario, por ejemplo).
En este caso, lo que ocurre es que el desgaste del que hablamos puede afectarnos en diferentes esferas, como puede ser la laboral o la de nuestras relaciones sociales. ¿Quieres conocer más sobre este fenómeno? ¿Cómo podemos prevenirlo o combatirlo? ¡Sigue leyendo!
Trauma vicario: ¿qué es?
El trauma vicario se define como el desgaste psicológico o emocional que pueden sufrir las personas que cuidan de otras, es decir, los cuidadores, o también aquellas personas que se ven expuestas continuamente al sufrimiento de otras personas (o a sus emociones en general). Dicho desgaste se deriva de estar en permanente contacto con personas que lo están pasando mal, es decir, que están sufriendo.
Se trata de un concepto de hace muchos años, y del que ya hablaron Perlman & Saakvitne (1995), que también se referían a él como fatiga por compasión. Por otro lado, según Figley (1982) el trauma vicario es el fenómeno asociado con el “costo de cuidar” a otros. Otros autores han denominado este concepto de otras formas: estrés traumático secundario (Stemm, 1995, 1997) y victimización secundaria (Figley, 1982).
¿A quién afecta?
¿A quién afecta principalmente el trauma vicario? En el ámbito profesional encontramos a psicólogos, personal sanitario (médicos, enfermeras…), personal sociosanitario (cuidadores, asistentes personales…), personal de protección civil, fuerzas y cuerpos de seguridad del estado y fuerzas armadas. En definitiva, personas que están en contacto con otras que sufren o que padecen también algún trauma. Cada uno en su medida y según sus propias circunstancias, puede padecer trauma vicario.
Del trauma vicario, como decíamos, deriva un desgaste psicológico y emocional (además del desgaste físico, en el caso de los cuidadores o de los asistentes personales, por ejemplo). Así, esta problemática afectaría a la esfera personal de la persona pero también a la laboral.
El eje central: la empatía
Estas personas de las que hablamos, las que sufren el trauma vicario, utilizan la empatía como herramienta de trabajo en gran parte de su día a día. ¿Qué ocurre? Que ser empáticos está muy bien, porque nos permite conectar con los demás, comprenderlos y ayudarlos.
Sin embargo, cuando esa empatía se utiliza a diario y en casos graves de sufrimiento, de forma continua, eso puede afectarnos con el tiempo, produciéndonos ese desgaste que comentábamos.
¿Por qué se produce el trauma vicario?
Además, a través de la empatía nos ponemos en el lugar del otro y a su vez nos exponemos a situaciones o experiencias de sufrimiento o angustiosas, que hace que nuestro cerebro experimente síntomas similares a los de la persona que estamos atendiendo o cuidando.
En este sentido, el cerebro está preparado para protegernos de lo que percibe como una amenaza; ¿Qué ocurre, entonces? Que cuando vemos a otros sufrir (y conectamos con ellos), el cerebro también se prepara para la “amenaza”, aunque no la vivamos nosotros mismos en realidad.
El síndrome del cuidador
Relacionado con el concepto de trauma vicario, encontramos el síndrome del cuidador, que se atribuye a aquellas personas que cuidan de otras y que no son capaces de adaptarse a las circunstancias de una manera positiva, debido al desgaste físico y mental que sufren por el hecho de cuidar a personas dependientes. Este desgaste podría explicarse perfectamente por el trauma vicario.
Según la Guía para cuidadoras y cuidadores en el entorno familiar (2009) elaborada por la Diputación de Granada (Área de Bienestar y Derechos de la Ciudadanía), las personas que sufren este síndrome padecen los siguientes síntomas (o algunos de ellos): nerviosismo, estrés, tristeza, disminución del apetito, dolores, sudoraciones, taquicardias, trastornos del sueño, falta de atención, afecciones de la piel, reducción del rendimiento laboral, automedicación, disminución del autocuidado, etc. Es decir, síntomas de sobrecarga física y mental.
¿Cómo prevenir el trauma vicario?
Si eres un profesional que se dedica a algunos de los sectores mencionados, también es probable que acabes desarrollando el trauma vicario en un futuro. Se produzca o no finalmente, te dejamos una serie de ideas que te pueden ayudar a prevenirlo o combatirlo:
- Percibe y analiza con detenimiento las emociones que sientes a cada momento.
- Aplica cierta distancia emocional con las personas con las que trabajas; no se de ser fríos y distantes, sino de situarnos en un punto medio para protegernos (esto también nos permitirá ser más objetivos en nuestro trabajo).
- Autorrefuérzate, sobre todo cuando llegas a casa; puedes hacerlo a través de un momento solo para ti (una ducha caliente), por ejemplo.
- Desconecta del trabajo cuando llegues a casa; puede probar con música, estando con tus seres queridos, con meditación, etc.
- En línea del punto anterior: evita traerte el trabajo (y los casos que trates) a casa.
- Practica ejercicio físico (te permitirá desconectar).
- Cuida tus hábitos de vida y tu alimentación.
Reflexiones finales
El trauma vicario nos puede afectar a muchos de nosotros y como consecuencia afectar también a las personas con las que trabajamos o a las que cuidamos. La Guía para cuidadoras y cuidadores en el entorno familiar (2009) nos ofrece una serie de motivos para empezar a cuidarnos en el caso de sufrir el síndrome del cuidador (que podemos aplicar también en el caso del trauma vicario):
- Mantener un estado de salud adecuado
- Sentirse emocionalmente bien por uno mismo y por los demás
- Mantener calidad de vida para poder ofrecer calidad de vida a la persona que se cuida
Todo esto podemos conseguirlo por nosotros mismos, con ayuda de los demás o pidiendo ayuda profesional. Y es que, ¡qué importante es cuidarnos cuando debemos cuidar!
“El que tiene salud, tiene esperanza; el que tiene esperanza, lo tiene todo”.
-Anónimo-
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- Diputación de Granada, Área de Bienestar y Derechos de la Ciudadanía. Guía para cuidadoras y cuidadores en el entorno familiar. (2009). Soria, S. (dir.), Tristán, E. (coor.).
- Fernández L. (2011). Guía práctica para familiares de enfermos de Alzheimer. Autocuidado emocional. Centro fundación Reina sofia. Clece Servicios sociales. Fundación PWC.
- Programa europeo de formación y promoción de la salud de los cuidadores familiares de personas con enfermedad de Alzheimer o con trastornos mentales relacionados. (1997). Barcelona.