Zombieing, cuando quien nos dejó sin decir nada "regresa a la vida"

El zombieing define a esa persona que tras desaparecer de nuestra vida sin decir nada, vuelve de pronto a través de un mensaje. Ahora bien, ese retorno no es casual: el zombi llama a nuestra puerta hambriento, necesita nutrir su ego y reforzar su autoestima.
Zombieing, cuando quien nos dejó sin decir nada "regresa a la vida"
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 16 enero, 2020

En los últimos años, nos hemos familiarizado con términos como ghosting (desaparecer de la vida afectiva de alguien sin dar explicación) o con orbiting (cortar la relación con una persona, pero seguir interaccionando con ella a través de redes sociales). Ahora bien, parece que ahora estamos «casi obligados» a integrar un nuevo vocablo a esta lista: zombieing.

Más allá de que nos guste más o menos esta serie de sustantivos anglosajones, hay un hecho innegable. Dar nombre a esos fenómenos íntimamente vinculados con el mundo de las nuevas tecnologías es ya una necesidad, porque dichos medios han cambiado nuestra forma de relacionarnos y, sobre todo, de construir (y destruir) nuestras relaciones de pareja y también de amistad.

Zombieing define de un tipo de comportamiento que nos puede ser familiar: hace referencia a esa persona que nos hizo ghosting y que milagrosamente «regresa a la vida». Lo hace, además, mediante un mensaje de texto, un simple whatsapp o un comentario en nuestras redes sociales. Alguien, a quien dábamos por desaparecido, retorna nuevamente a nuestro presente con total normalidad y con un propósito: revivir la relación.

Más allá de lo singular (o estrambótico), el término zombi no deja de reflejar una realidad que se da con excesiva frecuencia. Y lo que es peor, estas dinámicas generan un gran sufrimiento.

Si el hecho de tener que asumir la inexplicable desaparición de una persona a la que estábamos unidos emocionalmente ya es duro, hacer frente a su regreso sume a la persona en una encrucijada muy peculiar.

Profundicemos en ello seguidamente.

Chico el móvil percibiendo que sufre zombieing

Zombieing, el retorno de quien se fue sin decir adiós

Uno está inmerso en su trabajo, en un instante de ocio con los amigos o, más aún, compartiendo vida con la pareja actual y de repente ocurre. Recibimos una notificación en el móvil, damos un vistazo y ahí está.

Alguien que fue importante para nosotros y que decidió dejar de responder, sin que exista un motivo para nosotros, vuelve a nuestro presente con alegre festividad, con inocencia y hasta con sutil encanto.

Lo hace, generalmente, a través de unas frases muy comunes, tales como: «Hola, ¿qué tal? ¿Cómo te va todo? Te echo de menos», «Hola, te he visto en tus fotos de Instagram; estás genial. ¿Te apetece quedar para tomar algo?». Cuando nos pasa esto en primera persona estamos experimentando lo que se conoce como Zombieing, un término acuñado en el 2016.

Asimismo, estos zombis del siglo XXI tienen la inusual, y casi sobrenatural capacidad, de volver justo cuando hemos superado el duelo por su ausencia. Hemos reconstruido nuestra vida con tiritas emocionales, con apósitos y puntos de sutura intentando sanar la herida por su falta, por ese ghosting que nos dejó casi fracturados y, de pronto… Llaman a la puerta.

¿Qué se hace en estas situaciones? Es más… ¿qué tipo de perfil hay detrás del fenómeno del zombieing

Buscadores de combustible para su ego

La persona habituada a practicar el zombieing (conducta que se da por igual tanto en hombres como en mujeres) no hace su aparición estelar en Halloween.

El zombi auténtico emerge en realidad cuando tiene hambre. Su ansia por nutrir su famélico ego provoca que busque el contacto de quien, en un momento dado, le dio aquello que más necesitaba: admiración, afecto y atención.

Podríamos etiquetarlos como narcisistas. También como personas inmaduras y carentes de empatía. Sin embargo, en este tipo de comportamiento confluyen en realidad múltiples procesos. Uno de ellos es la fragilización de las relaciones. No es necesario tener ningún trastorno de la personalidad, más que recurrir al área clínica debemos verlo como un comportamiento social, un patrón cada vez más extendido.

Quien se fue un día sin motivo alguno no necesita ninguna excusa para volver. Lo hace porque no valora los vínculos ni las relaciones, porque no le pesa la conciencia ni ve problema alguno en su comportamiento. Para quien fue antes un fantasma y ahora vuelve convertido en zombie, todo fluye y se mueve según apetencias y necesidades. El amor es desechable, se usa, se tira y hasta se puede reciclar si se quiere.

Si esa expareja vuelve a nuestra vida después de un tiempo tras habernos dejado, lo hace básicamente para reforzar su ego y porque seguramente, su realidad inmediata no sea muy estimulante. Necesita nuevos refuerzos y espera por tanto que le nutramos como lo hicimos antes.

Chica mirando el móvil percibiendo que sufre zombieing

 

Ante el zombieing, lo mejor es no abrir la puerta

Sufrir zombieing nos coloca a menudo en una situación complicada. Se abren nuevamente las heridas, el equilibrio que habíamos logrado tras esa ausencia se ve alterado y, sobre todo, asoma la rabia y la sorpresa. Porque estas personas que retornan a nuestra vida lo hacen frescas y relucientes, buscando llamar nuestra atención… como si no hubiera ocurrido nada.

¿Qué deberíamos hacer en estas circunstancias? En primer lugar, ser cautos. No debemos perder la perspectiva, por muy tentados que nos sintamos al leer esos mensajes, esos audios, esas invitaciones que nos evocan días y momentos pasados. Porque su regreso nunca es casual ni inocuo, el zombi siempre reclama algo, siempre vuelve con hambre y es hábil a la hora de abrir cicatrices ya curadas.

Si de algo debe servir haber experimentado la vivencia de un ghosting es para no dejar que algo así vuelva a sucedernos. El amor no va de fantasmas ni de zombis; toda relación que duele, hiere y extorsiona no es real, no la merecemos y es mejor establecer distancia.

Así, lo más acertado es obviar esos mensajes, bloquearles la entrada a nuestra vida y proteger, por encima de todo, el territorio sagrado de nuestro corazón.


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