5 ejercicios para afrontar lo que te hace daño

5 ejercicios para afrontar lo que te hace daño
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 05 agosto, 2020

Seguro que nadie te ha enseñado a afrontar lo que te hace daño de forma directa, igual que te pudieron enseñar matemáticas en el colegio. Tal vez, te han dicho siempre “no llores”, “el tiempo lo cura todo”, “ya pasará”… Pero nada de esto te ha ayudado, es más, te ha hecho sentir peor. Por eso, hoy te proponemos 5 ejercicios para afrontar lo que te hace daño y de los que quizás nunca te han hablado.

Ignorar el dolor que sientes o intentar pasarlo por alto no es una opción. Esta emoción necesita de una mirada directa, aunque duela, y afrontarla para que no se enquiste y continúe erosionando nuestra piel durante muchos años.

1. Aprende a soltar el dolor

Para realizar el primero de los ejercicios para afrontar lo que te hace daño tan solo necesitarás un lápiz o un objeto pequeño que no se vaya a romper. Sostenlo en la mano y apriétalo fuerte, todo lo que puedas. Ahora, vas a imaginar que ese objeto son tus emociones, tus pensamientos o esa persona que no te hace bien.

Al principio, apretar ese objeto te será incómodo. Pero, después, terminará doliéndote la mano. Cuando ocurra esto, suelta y permite que ese objeto, en el que has visualizado que estaba todo aquello que te hacía daño, caiga al suelo. Date cuenta de cómo has podido soltarlo y de cómo tú te aferrabas a él. Lo mismo ocurre con todas esas emociones o personas que tanto dolor te causan. Puedes soltarlas.

Cuando nos aferramos a ciertas situaciones consideramos que ya forman parte de nosotros aunque nos hagan daño y no somos capaces de darnos cuenta de que somos nosotros los que estamos eligiendo sufrir. En cualquier momento, podemos desapegarnos.

hoja representando el arte de afrontar lo que te hace daño

2. Observa de qué manera te hablas

Este segundo de los ejercicios para afrontar lo que te hace daño te va a ayudar a comprender de qué manera te hablas. Quizás, creas que lo haces de una forma positiva, pero te sorprenderás cuando descubras que te dedicas más frases y pensamientos negativos de los que creías. Para realizarlo bien te vamos a poner un ejemplo.

Imagina que estás en el gimnasio y que alguien entabla una conversación contigo. Cuando te despides, la otra persona te dice “me alegro de haber hablado contigo” y tú tardas en reaccionar. Te pones un poco nervioso y contestas un poco inseguro “lo mismo digo”. Cuando vas caminando hacia los vestuarios no puedes parar de pensar en lo tonto que eres y el ridículo que siempre haces al hablar con otras personas.

Lo importante es que seas consciente de todas estas situaciones y que, en cuanto puedas, te pongas delante de un espejo y te digas eso que has pensado. ¿Es positivo? ¿Cómo de negativo lo calificarías? Te darás cuenta de cómo le das golpes a tu autoestima una y otra vez sin ser consciente de ello, solo sufriendo sus efectos.

3. Ánclate al presente

Una manera de afrontar lo que te hace daño es poniendo en práctica otro ejercicio, anclarte al presente. Seguro que te suena la técnica del mindfulness. Por ello, vamos a ver cómo puedes centrarte en el momento presente, olvidándote del pasado y del futuro por un momento, ya que ahí es donde está el dolor.

hombre en avioneta pensando en afrontar lo que te hace daño

Durante una semana, escoge algo en lo que desees fijarte. Por ejemplo, el lunes en cómo respiras, el martes en cómo tus pies están en contacto con el suelo, el miércoles en cómo el agua roza tu piel al lavarte las manos, la loza o al ducharte… Haz lo mismo para el resto de los días de la semana. Esto te ayudará a valorar las pequeñas cosas y te permitirá soltar un poco más lo que te hace daño.

Aferrarnos a lo que nos hace daño impide que podamos disfrutar de las pequeñas cosas, porque todo gira en torno a ese dolor que podemos soltar en cualquier momento.

4. Ponte en lo peor

Este cuarto de los ejercicios para afrontar lo que te hace daño te permitirá restarle dramatismo a la situación que te está haciendo sufrir. Muchas veces, las emociones nublan la visión de tal manera que parece que todo es terrible. Por eso, vas a intentar ponerte en lo peor.

Imagina que tu pareja y tú no estáis bien. Llevas un tiempo aferrándote a una relación que te hace daño y te cuesta mucho ponerle punto y final. En ocasiones, ves con claridad la decisión que debes tomar, pero el miedo te invade y evita que tomes acción. Aunque sea difícil, ponte en lo peor.

¿Qué es lo peor que podría pasar? Quizás, quedarte solo, ser diferente al resto de tus amigos por no tener pareja, no estar con alguien que te de amor de pareja… Te proponemos que escribas todas estas circunstancias difíciles, pero no dramáticas. Así, te irás dando cuenta de que muchas cosas de las que pones no son tan graves.

Para cada respuesta, intenta dar motivos por los que te debería hacer daño. En algunos casos, verás que no logras una respuesta que no sea absurda. En otros, serás consciente de que es verdad que una situación puede doler, pero lo que te lleva a sufrir es el hecho de que te aferras a ella.

5. Una pregunta esencial

Aferrarte al dolor es algo que te lleva, de manera inexorable, al sufrimiento. Por ello, todos los ejercicios para afrontar lo que te hace daño de los que hemos hablado te pueden ayudar a ver con más claridad todo lo que te ocurre y, así, tomar una decisión que te beneficie.

hombre ante un espejo con tetera pensando en afrontar lo que te hace daño

Para finalizar, un último ejercicio consta de tan solo una pregunta esencial. ¿Qué le dirías a alguien que estuviese pasando por lo mismo que tú? Ponte en la situación de que es tu hermano o un amigo que está viviendo la situación por la que estás pasando. La respuesta a la pregunta que te has formulado será aquello que deberías aplicarte tú mismo. Esta pregunta puede ayudarte a abrir los ojos.

“Tuve que soltar y agarrarme muy fuerte a mí misma”.

-Anónimo-

Tendemos a aferrarnos al dolor, provocando que este se transforme en sufrimiento. Lo irónico es que podemos soltarlo cuando así lo deseemos, pero para lograrlo tenemos que ser conscientes de lo que estamos haciendo. ¿Cuántas veces te has aferrado a lo que te hacía daño? ¿Cómo lograste salir de eso?


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.