5 fortalezas psicológicas en tiempos de crisis

Las fortalezas psicológicas no tienen nada que ver con la resistencia, con ser fuertes e infalibles ante la adversidad. Se trata de ser capaces de aceptar esas situaciones y transitar por ellas con flexibilidad, calma y esperanza, haciendo una gestión inteligente de nuestras emociones.
5 fortalezas psicológicas en tiempos de crisis
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 06 abril, 2022

Decía el poeta romano Horacio que la adversidad tiene un curioso efecto. Puede aflorar en nosotros talentos que desconocíamos por completo; fortalezas psicológicas que actúan como bálsamo y catapultan a la vez; habilidades que nos permiten afrontar un poco mejor las dificultades, aplacar los miedos, reducir el ovillo de esa ansiedad que todo lo enreda y paraliza…

No obstante, por qué no decirlo: ojalá no tuviéramos que hacer uso de estos “dones” dormidos. Ojalá los tiempos difíciles no llamaran nunca a nuestra puerta ni a la de los nuestros. Nos encantaría poder llevar una vida en la que ser inmunes al sufrimiento, donde el destino y sus reveses de último momento no paralizaran nuestro mundo sin permiso ni preaviso. Y, sin embargo, sucede.

Como bien señalaba el psicólogo cognitivo Albert Ellis, uno de los principales enemigos psicológicos que tenemos las personas es nuestra necesidad de que la vida nos trate siempre bien, de que el devenir de nuestra existencia sea siempre fácil, inocua, gratificante.

No toleramos demasiado bien la adversidad. Sin embargo… ¿cómo hacerlo? Nadie nos ha preparado para ello y la gran parte del tiempo disfrutamos de un día a día plácido donde todo queda bajo control.

Tenemos pleno derecho a una vida así, feliz, segura y satisfecha donde no saber qué son los tiempos difíciles. Ahora bien, en caso de que estos aparezcan, tenemos la obligación de actuar. Estos serían algunos mecanismos.

Chica junto a la playa pensando las fortalezas psicológicas

Fortalezas psicológicas para afrontar la adversidad

Uno de los primeros contemporáneos en fijarse en las fortalezas psicológicas fue Martin Seligman. Fue en el 2004. El padre de la psicología positiva enfocó este análisis sobre la felicidad porque deseaba comprender qué enfoques aplicaban las personas felices para lograr ese estado  de satisfacción y plenitud.

Con los años, y a pesar de que el estudio de la felicidad sigue siendo un tema candente, el campo de la psicología se interesa más por otra vertiente. Hablamos de la resiliencia y de esa capacidad a la hora de manejar y afrontar la adversidad.

Así, estudios como los llevados a cabo en la Universidad de Jaén, España, desean comprender qué fortalezas psicológicas han aplicado esas personas de mayor edad que han dejado atrás una vida de adversidades y hechos complejos.

Según explican sus autoras, las doctoras Elena Ramírez y Ana Ortega, dichas estrategias y habilidades actúan a menudo como mecanismos de protección ante muchos de esos trastornos asociados a la edad avanzada. Veamos de qué dimensiones hablamos.

1. La aceptación

A veces, a la hora de hacer frente a una situación dura y compleja, no sirve de mucho la fuerza de voluntad. Es más, la mayoría de las ocasiones no estamos obligados a pelear, sino a quedarnos quietos, a aceptar la realidad.

Aunque nos sorprenda, esta es una de las fortalezas psicológicas más valiosas, saber ver las cosas tal y como son, asumirlas y no hacer nada más.

Sin resistencias, sin negativas.

2. Autocontrol

El término autocontrol puede ser ambiguo y es necesario clarificarlo. Cuando hablamos de fortalezas psicológicas, por ejemplo, es común asumir que la palabra «fuerza» se asocia a ideas como resistencia, capacidad de aguante, coraje, etc.

Autocontrol puede confundirse con la capacidad para controlarse a uno mismo e incluso de reprimir emociones. Nada más lejos de la realidad.

Autocontrol es regulación, es ser capaz de modular nuestras reacciones. Esto implica ser capaces de entender y aceptar nuestras emociones, pero sin encapsularlas o negarlas. Significa, también, no dar poder a los pensamientos irracionales, esos que nos hacen caer en conductas de pánico que tan poco nos ayudan. Es, en definitiva, lograr que nuestra mente, emociones y conductas vayan a favor de nuestros intereses.

Chico ante el mar pensando en las fortalezas psicológicas

3. Sentido y propósito

Hay algo que conviene tener claro, la adversidad por sí misma nunca tendrá sentido. No hay nada tan ilógico, hueco y frío como una pérdida.

Sin embargo, hay un aspecto que debemos entender y que actúa como una de las mejores fortalezas psicológicas: en medio de la más compleja dificultad, no dejemos nunca de tener presente nuestro sentido de la vida, nuestros propósitos.

Ya nos lo decía Viktor Frankl, el padre de la logoterapia y superviviente del holocausto nazi: no hay nada en el mundo que capacite tanto a una persona para sobreponerse a las dificultades externas y a las limitaciones internas como la consciencia de tener una tarea en la vida. Recordar el significado que tiene para nosotros la vida nos servirá de amarre.

4. La curiosidad como apertura mental

A veces, descuidamos los excepcionales ingredientes que se integran en una de nuestras mejores fortalezas psicológicas: la curiosidad. En ella está la apertura para comprender y aceptar lo que ocurre a nuestro alrededor.

Está también la capacidad de aceptar la incertidumbre, de entender que no todo lo que sucede queda bajo nuestro control.

Lo imprevisto es parte del cambio y el cambio de la vida. En este contexto, siempre podemos reaccionar de manera original, haciendo uso de estrategias que nos sirvan de ayuda y de catarsis.

5. Fortalezas psicológicas: saber dar y recibir ayuda

Pedir ayuda es un reto para valientes… cuando reconocer una debilidad con frecuencia nos hace más fuertes. Porque fuerte no es el que más aguanta sin levantar la mano, el que prefiere el daño a que quede en cuestión su autonomía o liderazgo. En realidad, saber caer es un acto de valentía y de necesidad. Permitirnos pedir ayuda cuando es algo valioso y necesario.

Por otro lado, y no menos importante, se halla el arte de ofrecer una buena ayuda, de la que no se queda solo en las palabras y las buenas intenciones. La ayuda más valiosa es la que actúa, la que sabe estar presente sin avasallar ni enjuiciar.

Para concluir, como bien decía Charles Dickens, a veces pasan cosas que rompen nuestro corazón, haciéndonos creer que vamos a morir de dolor. Y, sin embargo, nos sobreponemos. La resistencia del ser humano es todo un misterio, al final nos levantamos y casi sin saber cómo volvemos a caminar y a respirar nuevamente…


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  • Melillo, A., & Suárez, N. R. (2001). Descubriendo las propias fortalezas. Paidós. Tramas Sociales. Buenos Aires. Argentina, 18–31
  • Ramírez, E., Ortega, A. R., & Martos, R. (2015). Las fortalezas en personas mayores como factor que aumenta el bienestar. European Journal of Investigation in Health, Psychology and Education5(2), 187–195. https://doi.org/10.1989/ejihpe.v5i2.111

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