7 grandes verdades sobre el amor

7 grandes verdades sobre el amor
Sara Clemente

Escrito y verificado por Psicóloga y periodista Sara Clemente.

Última actualización: 01 diciembre, 2017

Amar es querer sin condición y entregarte a otra persona. Es respetar, comprender, aceptar y dejarte querer. Pero detrás de toda esta teoría, existen 7 grandes verdades sobre el amor que, o nos pasan desapercibidas o las damos por hecho.

¿El amor es ilimitado? ¿Tengo que exigir lo mismo que doy? ¿Existe mi príncipe azul? Estas son preguntas que todos nos hemos hecho en alguna ocasión. Pero, aun así, podemos seguir sin tenerlas claras. Te damos ciertas claves para que deduzcas tú mismo, cuánta verdad se esconde en el amor.

Cuidado con caer en la idealización

Creer en un príncipe azul o en una princesa rosa es una visión idílica que deberíamos olvidar tras la adolescencia. Nadie está hecho a la medida de nadie, ni está predeterminado a otro. El amor a primera vista sí existe, pero este sobreestimado flechazo depende de las circunstancias. Según nuestra experiencia, el contexto en el que nos encontremos y la cultura a la que pertenezcamos así se producirá o no.

Todos tenemos cualidades positivas y negativas. Por tanto, una relación amorosa también las tendrá. Habrá puntos fuertes en los que nos mantendremos más seguros y otros más débiles que tengamos que fortalecer. Tener esto presente nos ayuda a ser conscientes del tipo de relación que tenemos y de qué aspectos podemos trabajar y cuáles avanzan de por sí, positivamente.

Globo de corazón

La riqueza del amor se obtiene al dar

Lo rico de amar al prójimo es que te estás amando a ti al mismo tiempo. Una de las grandes verdades sobre el amor es que solo se puede querer a otra persona cuando tu autoestima te permite quererte a ti. El amor es un delicado regalo que se encuentra en lo más profundo de tu ser. Por eso, solo mediante una previa aceptación de ti mismo, puedes admirar al otro.

Amar es sentir el bienestar, el dolor o la alegría ajena como propios

Si compartes tu felicidad y entrega con los demás, estas se multiplican. Sentirás que creces, te encontrarás en plenitud, rebosante de amor y alegría. ¿Por qué negar ese sentimiento e impulso que todos llevamos dentro y necesitamos demostrar?

Con el tiempo se fortalece, no desaparece

Pensemos en el amor como en un árbol. Al principio, se planta una semilla, que está llena de fuerza y de ganas de brotar. Poco a poco, regándola con constancia, va creciendo un pequeño árbol. El primer año, aún puede estar algo endeble, pero a medida que le vamos echando más agua, su tronco se vuelve más robusto. Si lo cuidamos, con el paso de los años, se fortalece aún más.

Al principio, la ilusión por un nuevo amor es tal que todo parece ir sobre ruedas. Pero cuando llega una tormenta, si las raíces no se han enterrado bien, es posible que el arbolito se deteriore y la relación se rompa, sin más.

Árbol formado por una pareja

Es duradero, no momentáneo

Zygmunt Bauman acuñó el término amor líquido para referirse a aquellas relaciones frágiles establecidas en la sociedad social. Relaciones en las que cada miembro pide sin dar prácticamente nada a cambio. Una forma de amar egoísta, banal, superficial y fruto de un consumismo imperante. Esto provoca que cuando el otro ya no resulte útil, se le deseche y se busque a otro nuevo. El reino de la sustitución.

Una de las grandes verdades sobre el amor es que no es fugaz, ni momentáneo, ni frívolo. Es normal que existan pequeñas crisis o momentos de inflexión, pero es un estado duradero, que requiere compromiso y voluntad.

Duradero, pero no infinito

Existe una creencia muy extendida de que por el hecho de estar enamorado de otra persona ya es suficiente para manteneros unidos para siempre. Ésta es una de las verdades sobre el amor a medias.

Es condición indispensable tener sentimientos profundos hacia el otro, pero también lo es alimentarlo a diario. Los pequeños detalles que tiene tu pareja hacen mantener viva la llama del amor y te recuerdan por qué te enamoraste de él y cuánto te merece la pena estar a su lado.

Lo fácil es enamorarse. Lo difícil es permanecer enamorados.

Por ello, es fundamental que cada año que paséis juntos, os conozcáis más. Así, pequeños gestos que para uno no suponen demasiado, pueden hacer muy feliz al otro.

Quien bien te quiere no te hará llorar

Muchas personas piensan que es mejor que la otra persona te diga las grandes verdades, aunque duelan y te hagan llorar. Hasta cierto punto, puede ser algo de agradecer que te abran los ojos ante la realidad. Pero, realmente, no hay mayor engaño que creer que tu pareja te hace llorar como parte de su demostración de amor.

Una persona que te ama no te hiere, te dice las cosas de una forma que sabe que no te harán daño e intenta comprenderte. Su intención no es hacerte llorar, ni ignorar tu sufrimiento sino estar contigo. Ser tu apoyo y tu hombro. 

Melanie Greenberg, coach y versada en mindfulness, asegura que el amor “es una de las emociones más importantes, pero también la más incomprendida”. Es algo irracional, una capacidad que se ejercita y requiere de esfuerzo. No es automática y está sometida a la voluntad de uno mismo.

Pareja abrazada representando las frases de Erich Fromm

Del amor al odio hay solo un paso

Se ha demostrado que el odio y el amor romántico mantienen una íntima relación. Ambos generan actividad en las mismas áreas subcorticales del cerebro: el putamen y la ínsula.

Aunque normalmente, se considera el odio como algo tremendamente negativo, debemos reconocer que es una pasión tan interesante como el amor. No por ello, debemos dejar de tener cuidado.

El odio en las relaciones de pareja suele estar relacionado con una acumulación de pequeños episodios de desencuentro. Algo así como la gota que hace rebosar el vaso de veneno acumulado. Aunque también es cierto que puede darse de manera abrupta tras una grave ofensa.

Como vemos, las verdades sobre el amor están muy alejadas de las relaciones románticas que nos ofrecen las películas y los libros. Es un sentimiento que requiere esfuerzo, cuidado, intención y voluntad. Lo más bonito que el ser humano puede experimentar, pero también lo más efímero si no se cuida o lo más peligroso si se cruzan sus límites.


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