8 técnicas derivadas del psicodrama

Las técnicas psicodramáticas favorecen la catarsis (descarga emocional), la comprensión de procesos encubiertos y la ejecución de una conducta nueva. En este artículo se presentan algunas de esas técnicas y se explica qué las hace tan valiosas para el desarrollo emocional de la persona.
8 técnicas derivadas del psicodrama
Loreto Martín Moya

Escrito y verificado por la psicóloga Loreto Martín Moya.

Última actualización: 31 enero, 2022

El psicodrama es una técnica o conjunto de técnicas terapéuticas cuyo centro es la escenificación/dramatización de una realidad desde un punto de vista determinado. Se busca favorecer la expresión de sentimientos no expresados, reprimidos o poco entendidos para favorecer la catarsis y el cambio de conducta. Para ello se utilizan diferentes técnicas derivadas del psicodrama.

Los elementos a trabajar pueden relacionarse con recuerdos, eventos presentes y también futuros. Por ello, es muy útil para todo tipo de trastornos, desde depresión, aquellos englobados en el espectro ansiógeno —TAG, TOC…—, trastornos de la conducta alimentaria o problemas en la gestión emocional.

Mujer sentada practicando la técnica de la silla vacía

¿Cuál es el objetivo de la dramatización?

El psicodrama tiene varios objetivos, entre los que podemos encontrar:

  • Conseguir un entendimiento real y más profundo de una situación concreta. Esto puede aplicarse tanto en situaciones vividas hace tiempo, que pueden haber dejado heridas que no han terminado de sanar, como con situaciones angustiantes generadoras de ansiedad en el futuro. Las técnicas derivadas del psicodrama pueden ayudarnos a ponernos en contacto con esas emociones vividas y los sentimientos que generaron o siguen generando. Supone entrar en contacto con sentimientos, ideas y pensamientos que quizás no suelen tener cabida en nuestra rutina.
  • Comprender puntos de vista diferentes al propio: numerosas técnicas derivadas del psicodrama permiten ver la posición del otro respecto a un conflicto, habido o por haber. Observar la forma de pensar de los otros y sobre todo ser partícipe de su propio discurso puede ayudarnos a trabajar la empatía, a entender la motivación de ciertos actos.
  • Entrenamiento en habilidades: algunas de estas técnicas nos permiten adoptar roles distintos que quizás no sabemos manejar. Pueden servir de entrenamiento para experimentar otras posturas, conductas o incluso aspectos de la personalidad.

Reglas psicodramáticas

En las técnicas derivadas del psicodrama, se busca que el sujeto —o protagonista, como se le suele llamar en este ámbito— no describa sus conflictos verbalmente. Esto difiere de la manera que tienen las personas de compartir, gestionar y pensar sobre sus problemas: suele ser de forma verbal. Se quiere llegar con esto a una participación más auténtica y profunda.

Aunque inicialmente el psicodrama se realiza con más gente, con la existencia de una audiencia —esta funciona como caja de resonancia afectiva en la representación­—, este puede llevarse a cabo con menos personas o incluso con uno mismo.

Realizado con más gente, la representación de un compañero puede ayudarnos a comprender la forma de actuar de otras personas. El protagonista actúa según sus emociones y criterios, de acuerdo con su realidad subjetiva.

El psicodrama es además recomendado para muchos estilos de persona, donde se encuentran también los individuos más tímidos o retraídos. El protagonista puede ser reservado y poco natural. No pasa nada, siempre y cuando, no se haga nada forzado.

El cambio en el psicodrama

Lo realmente interesante de las técnicas derivadas del psicodrama es que se llega al insight, a la conciencia o a la comprensión a través de la propia dramatización.

No es indispensable la presencia de un terapeuta, ni tampoco las verbalizaciones que elabora. Se accede a ese insight no gracias a algo que dice el terapeuta, sino que surge espontáneamente de esa actuación.

Técnicas psicodramáticas

Ahora bien, algunas de las técnicas del psicodrama son:

Explicitación del diálogo interno

La técnica del soliloquio busca que el protagonista manifieste lo que está pensando y sintiendo antes de confrontar una situación determinada. Esta situación puede angustiarle en el presente, a causa del futuro o haberle angustiado en el pasado. Puede ser útil al recibir una llamada del jefe, o al sentir miedo al abandono cuando se inicia una discusión.

De la misma manera, la técnica del aparte sirve para entrar en contacto con lo que uno piensa y siente ante determinado evento que no suele manifestar. En el aparte se busca manifestar en voz alta lo que, durante un diálogo, una confrontación o una discusión se está callando por miedo, vergüenza. Este aparte es como un paréntesis. Esto permite a la persona estar en contacto real con su realidad.

Por otro lado, también tenemos la técnica de la silla vacía, cuya finalidad es resolver los conflictos internos (consigo mismo) y externos (con los demás) que no lo dejan avanzar. Para ello, el protagonista debe imaginar que está sentado frente a cualquier personaje con el que tiene algún conflicto (puede ser un persona ficticia, alguien cercano, una parte de sí mismo, etc.). Por tanto, suelen colocarse dos sillas, una frente a la otra o de espalda; de tal forma que el protagonista cambie de silla mientras trabaja las dos partes en conflicto, o facilite la convocación del otro.

Intercambio de papeles

La técnica del intercambio de papeles consiste en plantear una situación concreta en la que nos veamos inmersos. Esto puede ser una conversación con una amiga o una reunión de trabajo.

Se quiere que el protagonista represente el papel del otro, de aquella persona con la que ha discutido, que ha hecho algo que no le gustaba o que lo ha angustiado. Con ello, se busca que el protagonista comprenda la situación desde la otra perspectiva, y poder llegar así a generar otro tipo de emociones y entender aquellas que llevaron a la otra persona a actuar de esa manera.

El protagonista y el ego auxiliar

Algunas de estas técnicas requieren de la presencia de un ego auxiliar. Este ego quiere dar cabida a esos aspectos olvidados dentro de las interacciones, que suelen contener información muy valiosa.

En la técnica del doble, el ego auxiliar se coloca detrás del protagonista, y mientras este habla, verbaliza cuestiones no manifiestas por el protagonista, a modo de ampliación del discurso.

Esas cuestiones que no se explicitan suelen tener una naturaleza amenazante, ser dolorosas o ser semiinconscientes. El ego, manifestando cuestiones que él cree relevantes, devuelve partes alienadas de sí mismo al protagonista y le lleva a niveles más encubiertos.

Dos sillas negras

En la técnica del espejo también se utiliza un ego auxiliar. En este caso no habla, pero se coloca delante del protagonista y mientras éste dramatiza una situación, procede a imitar su conducta no verbal. Esta incluye gestos, posiciones, tics, expresiones faciales.

Los elementos que solemos considerar relevantes son los verbales, lo que la persona o uno mismo expresa. No obstante, la conducta no verbal también tiene significado, y puede llegar a ser mucho más informativa que el propio mensaje.

Cambiando la realidad

Las técnicas derivadas del psicodrama como la realidad extra permiten al protagonista tener otra vivencia de algo ya acaecido. La realidad extra busca deshacer los hechos tal y como sucedieron para que el protagonista tenga la oportunidad de vivirlos de otra manera.

Experimentar situaciones ya ocurridas de la manera en la que nos gustaría haberlas vivido puede llevarnos a comprender lo doloroso de ciertas situaciones y a contar con otra realidad simbólica que pueda ahondar en ese dolor, a la paz que permitir su sanación.

En la técnica del rol sustitutivo, parecida al intercambio de papeles, se plantea una situación que a la persona le da miedo vivir siendo ella. Esto puede ser un recuerdo de la infancia, una sesión con sus jefes de proyecto, la pérdida de una pareja…

En este ejercicio no se busca que la persona se ponga en el lugar del otro, pero sí que se ponga en otro lugar. Se quiere que el protagonista vea esa situación sin la carga emocional que se deriva de su papel fuera de escena.

Vivir un recuerdo de la infancia no siendo uno mismo, pero siendo un hermano, un primo, un vecino; dramatizar una pérdida de pareja como un espectador, un amigo que lo ve todo… Puede llevar a desligarse emocionalmente de la situación y a comenzar a observarla con más sosiego, más quietud para pensar, comprender e integrar.

La dramatización es por tanto un buen recurso para llegar a la catarsis y al cambio de conducta a través de la comprensión de los propios sentimientos. No solo puede ser útil para avanzar en la mejora de trastornos psicológicos, pero también extremadamente provechoso para aquellas personas que quieren llegar a descubrirse, a descargarse emocionalmente y a conectar con los sentimientos, sensaciones y pensamientos antes en la sombra.


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  • Mercader, C. (2013). Teoría y técnica del psicodrama. Apuntes de Psicología, 31(3), 321-325.

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