Acepta a tus hijos tal y como son

La aceptación incondicional hacia nuestros hijos es esencial para que crezcan sintiéndose libres y seguros de sí mismos.
Acepta a tus hijos tal y como son
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 18 marzo, 2020

Cuando somos padres es sencillo caer en el error de proyectarnos en nuestros hijos, de intentar transmitirles -y en algunos casos exigirles- nuestros propios sueños, miedos y anhelos: tratar de vivir o de revivir cómo nos hubiese gustado que fuera nuestra vida a través de ellos. Por otro lado, frente a esta tentación, se impone la realidad de que educar no es una tarea sencilla.

La parte positiva es que, en esta especie de niebla, aparecen algunas reglas que nos pueden servir como referentes para una crianza saludable. Una de ellas es la aceptación incondicional: implica reconocer la individualidad y la esencia de nuestros hijos, honrarles y apreciarles por lo que son.

Cuando aceptas no das cabida al rechazo, a las luchas de poder o al intento de control. Únicamente guías y acompañas desde el amor. No hay otro resultado posible que un individuo emocionalmente sano, fuerte, seguro y un vínculo paterno-filial basado en el respeto mutuo.

Padre abrazando a su hija, emociones

Acepta a tus hijos tal y como son

Evita etiquetarles

Desde que los niños nacen, comenzamos a colocarles adjetivos: “es un bebé muy tranquilo”, “es un niño muy vergonzoso”, “es muy desobediente“. Todas estas afirmaciones aparentemente inofensivas terminan calando en la mente de los pequeños y dando forma a su personalidad.

No solo eso, cuando etiquetamos a un niño lo estamos juzgando. Estamos poniendo de manifiesto que teníamos unas expectativas, que englobamos su potencialidad dentro de unos límites que pueden actuar como un lastre para su desarrollo.

También, en muchas ocasiones, podemos hacerles cargar con nuestro deseo de que fueran diferentes, de que si lo fueran les querríamos más.

Cuando le repetimos a un niño que es muy tímido o que es demasiado revoltoso, manifestamos nuestro rechazo y nuestra intención de que fuese más sociable o más calmado. Quizás, por ello no dejemos de aceptarles de manera incondicional, pero sí que existe la posibilidad de que lo trasmitamos y ellos lleguen a sentirlo así.

Si necesitamos corregir a nuestros hijos es mejor centrarnos en las conductas concretas. “Hay que recoger los juguetes después de jugar, no está bien dejarlos por el suelo” es mucho más apropiado que “eres un desordenado, siempre lo dejas todo tirado”.

Evita las comparaciones

Por el mismo motivo es necesario evitar las comparaciones con sus hermanos, amigos u otros niños. Cada ser humano es diferente y los niños también tienen derecho a desarrollar su propia personalidad. Además, no podemos trasmitirles la idea de que el error les hace peores.

Si quieres animar a tu hijo a mejorar sus capacidades o habilidades, establece una comparación consigo mismo. Invítale a superarse cada día. Pero no recurras a afirmaciones como: “aprende de tu hermano” o “tu primo es mucho más estudioso”.

Acepta a tus hijos y acompáñalos en su propio desarrollo

Haz una gestión inteligente de las expectativas que generen tus hijos en ti. Recuerda que ellos no han nacido para complacerte, para cumplir los deseos que tú dejaste en el camino o para alcanzar las metas que a ti te fueron esquivas.

Vinieron al mundo con el derecho de vivir sus propias vidas, de desarrollar sus propios gustos y opiniones y de cometer sus propios errores.

Quizás tú desearías que tu hijo fuese un hábil deportista; sin embargo, a él le encanta el arte. Quizá, con tu mejor intención, trates de animarle a elegir un determinado sendero profesional cuando sus deseos, o incluso dudas o vacilaciones, pueden ir por otro lado.

Del mismo modo, tal vez su forma de vestir o sus amigos no coincidan con lo que tú esperabas; de hecho, lo más probable es que no coincidan. Pero esto no significa que sean peores, que debas juzgarlas o tratar de modificarlas. En su lugar, centra tu energía en tejer un hilo para que esas diferencias no le alejen del entorno familiar.

Madre agarrando a su hija de la mano

Descubre y aprecia quienes son

Pasa tiempo a su lado, conversa con él, descubre cuáles son sus miedos, sus objetivos y su forma de ver el mundo. Interésate por quién es y acompáñalo en su propio desarrollo, porque aceptar no implica permanecer al margen. El papel de un padre y de una madre tienen un valor incalculable. Su papel de guía, orientación y soporte.

Indudablemente tu experiencia vital te da una perspectiva más amplia que podrá ser de mucha ayuda para tus hijos cuando estos tengan dudas. Sin embargo, no trates de imponer, sino de aconsejar; finalmente cada uno deberá asumir como propias las decisiones más importantes de su vida.

Acepta incondicionalmente a tus hijos; haciéndolo ayudarás a que ellos también aprendan a aceptarse. Para que no se juzguen, se limiten ni se rechacen. Para que tengan la confianza de explorar, experimentar y, sobre todo, de ser, sin culpa ni miedo.


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