ACT para la ansiedad: cuando la exposición no es suficiente

Aunque son muchas las terapias que trabajan los trastornos de ansiedad, no todas consiguen superar las dificultades que la exposición con prevención de respuesta plantea. Se propone la ACT como alternativa, puesto que no busca la supresión de los síntomas de manera directa y sí la aceptación y la toma de decisiones respetando los valores.
ACT para la ansiedad: cuando la exposición no es suficiente
Loreto Martín Moya

Escrito y verificado por la psicóloga Loreto Martín Moya.

Última actualización: 01 febrero, 2022

Los trastornos de ansiedad tienen una prevalencia cada vez mayor en prácticamente todos los estratos de nuestra sociedad. Ante la creciente demanda, son mucho los que demandan una solución para este tipo de afecciones.

No obstante, la realidad es que las recaídas en los trastornos del estado de ánimo y en los trastornos recogidos en el espectro de la ansiedad son muy numerosas. ¿Cuál es, por tanto, la opción más eficaz para el tratamiento de los trastornos de ansiedad? Presentamos en el siguiente artículo la opción de la ACT para la ansiedad en un momento en el que todo lo demás parece tener fallas.

El objetivo de la terapia de aceptación y compromiso —o ACT— es el de conseguir que el cliente aprenda a vivir de manera completa, plena y significativa. Deja de ser tan relevante la supresión del trastorno, en este caso la ansiedad. Quiere ayudar al cliente más allá del problema que plantea.

La ACT es, por tanto, un tipo de terapia que pretende cambiar el planteamiento de vida de las personas. Esto se consigue reduciendo los niveles de sufrimiento que la persona tiene. aumentando su vitalidad y ganas de seguir adelante a través de un futuro, unos valores por los que quiere seguir luchando.

Se resume en debatir, conocer y trabajar sobre aquello que la persona quiere hacer —cuyas circunstancias ahora no se lo están permitiendo— sin generar disonancia con sus valores.

Mujer con ansiedad

Los objetivos concretos de la ACT

  • Aceptarse a uno mismo y a los demás —pensamientos negativos, recuerdos…—. El cliente ha de aceptar aquello que está experimentando si quiere actuar de una manera adaptada. Por ejemplo, para afrontar el proceso de duelo tendrá que asumir la pérdida. Por otro lado, puede dar un gran paso si logra identificar sus puntos débiles como oportunidades, retos o desafíos para mejorar… y no como fuente de amargura.
  • Elegir una dirección consecuente con la jerarquía de deseos y necesidades. Con independencia del trastorno, en este caso ansiedad, el trabajo que se hace con el cliente atendiendo a los valores de este es un trabajo importante. En este sentido, seguir unos valores que no son los propios puede generar un gran malestar.
  • Comprometerse a llevar a cabo acciones para ir caminar en la dirección pactada. Una vez se han elegido los valores más relevantes en la vida de una persona —puede ser el bienestar de un hijo, la consecución de objetivos en el trabajo, el desarrollo académico o el cultivo de la mente…— se ha de trabajar con la persona para que sus acciones, estén relacionadas con el trastorno o no, se dirijan siempre a esos valores estipulados.

El problema central de las terapias cognitivo-conductuales

Plantear la ACT para la ansiedad surge por la incapacidad de otros modelos y corrientes terapéuticas de corregir esa ansiedad. En terapia, se busca que la persona sea capaz de gestionar sus momentos de ansiedad, dándole herramientas para ello.

También se establecen debates socráticos y y se plantea una reestructuración cognitiva para mejorar los automatismos con los que la persona se relaciona con el mundo, relación que puede verse viciada por esquemas cognitivos disfuncionales y pensamientos irracionales.

El fin último de todas estas herramientas no es acabar con la ansiedad en sí, sino trabajar con la persona para que su relación con los acontecimientos sea diferente; la ansiedad, usualmente, se irá reduciendo a partir de estos cambios.

La EPR o exposición con prevención de respuesta

No obstante, hay una técnica que se utiliza específicamente para reducir los niveles de ansiedad y poner en marcha procesos de habituación y pruebas de realidad. Esa técnica es la exposición con prevención de respuesta —o EPR— que trata de eliminar aquellas conductas, mentales o fácticas, que eliminan la ansiedad en un primer momento mientras que la prolongan en el tiempo.

El problema de la EPR es que, aunque tiene un impacto clínicamente significativo en aquellos que se someten a ella, es también una técnica con tasas de rechazo y abandono altas. Aproximadamente un 25 por ciento abandona la exposición y entre el 5 y el 22 por ciento rechazan someterse a una. Esto se debe a que esta técnica puede generar sensaciones intensas y desagradables que van a demandar energía de otros pilares del paciente, como pueden ser la motivación y el apoyo social.

Por ello, la ACT para la ansiedad y su planteamiento del trastorno como un trastorno de evitación experiencial se convierte en una buena opción cuando la supresión de la ansiedad se complica a través de intervenciones más estudiadas y aplicadas.

¿Qué aporta la ACT en el tratamiento de la ansiedad?

Desde la ACT se propone una intervención macada por unos elementos específicos. Es importante recordar que la aceptación supone asumir, también, aquello que no se puede cambiar —o al menos, no en ese momento— y conseguir una mejora en aquellas facetas de la vida donde sí hay margen de actuación. Aceptar es sinónimo de experimentar los acontecimientos sin defenderse, sin pensar, sin evitar.

Mujer con los ojos cerrados

Estos son los elementos que Eifert y Forsyth (2014) exponen como útiles en la ACT para la ansiedad:

  • Reformulación del contexto clínico: el gran problema de la terapia tradicional es que supedita la reducción de los síntomas a vivir de forma plena. Si no se reducen esos síntomas primero, en este caso los asociados a la ansiedad, la calidad de vida difícilmente mejorará. En la ACT la dinámica no es la misma y la supresión de los síntomas es algo irrelevante para acometer objetivos.
  • Objetivos y metas de tratamiento más flexibles. El objetivo es mucho más amplio, cuando usualmente suelen ser objetivos concretos que pueden inducir tristeza o impotencia cuando no son alcanzados. Lo que se quiere conseguir con la ACT para la ansiedad es terminar con esos estilos de vida que alejan a la persona de sus valores.
  • Recontextualizar la exposición: la exposición se aplica con matices. El objetivo directo de esta no es la reducción de la ansiedad —aunque seguramente se acometa por los mecanismos que funcionan en la exposición—. Puede no haber habido una reducción de esa ansiedad, pero la terapia haber sido exitosa.
  • Medios para la recogida de información: se promulga la utilización de entrevistas clínicas no estructuradas y no basadas en diagnósticos. La etiquetación en uno u otro trastorno es un arma de doble filo que puede llenar a la persona de prejuicios y estigmas. Muchas de las cosas que se tratan en terapia no son un trastorno en sí mismo, pero un patrón poco funcional en ese momento. Ademas, la ACT trata los procesos esenciales y generales de las vivencias anómalas de miedo y ansiedad, y no trastornos concretos tan diferenciados.

Conclusiones, ¿es útil la ACT para la ansiedad?

La ACT es una variante terapéutica que puede ser útil para el tratamiento de los trastornos de ansiedad. Es a su vez un tipo de trabajo complicado donde se tienen que tener en cuenta componentes como la desesperanza creativa del cliente, su aceptación y disposición —se pueden usar cuestionarios como el AAQ o el WBSI para medirlas— y su grado de experimentación en relación a su necesidad de control.

Los estudios acerca de la ACT para la ansiedad parecen prometedores. Sea como fuere, es una terapia que trata de solventar los problemas que plantea la EPR sin prescindir de todo su poder. Es, por ello, un ejemplo de que todas las corrientes terapéuticas pueden sumar para conseguir el resultado deseado.

En este caso, la mejora de la calidad de vida de la persona sin atacar directamente la ansiedad, buscando que esta disminuya como una consecuencia de los cambios introducidos.


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  • Eifert, G.H. y Forsyth, J. (2014). El equilibrio entre aceptación y cambio (cap. 5). En:
  • La terapia de aceptación y compromiso para trastornos de ansiedad
  • . Bilbao: Ed. Mensajero.

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