El adolescente rebelde: la búsqueda del sujeto
Puede ser chocante pensar que hay algo positivo detrás de que un adolescente sea rebelde. Sin embargo, cuando hablamos de independencia emocional, sí, rebelarse es parte fundamental del proceso de construcción de la personalidad del adolescente.
La adolescencia es una etapa vital llena de cambios físicos, hormonales y sociales. Aproximadamente abarca de los 10 a los 19 años. Es el abandono de la niñez por el inicio de una faceta más cercana a la adulta. Esta oscilación entre niñez y adultez puede generar gran confusión dentro de los adolescentes que luchan por entender quiénes son.
¿Qué cambios podemos ver en los adolescentes?
En la adolescencia, los cambios más evidentes son los cambios físicos, tales como la altura, el crecimiento del vello corporal, los cambios en la voz, olor corporal y el desarrollo del cuerpo en general. Además de esto, el grupo de amigos se vuelve una parte fundamental, dejando un poco de lado a la familia, un punto que más adelante puede producir tensiones en la dinámica familiar.
De forma menos evidente, podemos ver cambios internos. Cambios que pueden tener que ver con la construcción de su propia identidad y personalidad.
¿Por qué los adolescentes son rebeldes?
La inmensa mayoría de los adolescentes son rebeldes, aunque ni mucho menos lo son todos de la misma forma. De forma más o menos generalizada, es posible pensar que en la adolescencia emergen los primeros desacuerdos en cuestiones trascendentales entre padres e hijos.
Previamente a la adolescencia, en la infancia, los hijos cuestionan muy poco a los padres -pueden protestar porque no cumplen sus deseos, pero no dudan de que tengan razón-. Son sus modelos a seguir, sus referencias. Aprenden de ellos cómo se hacen las cosas, cómo se deben de comportar en el ámbito social y lo que está bien y lo que está mal.
La famosa independencia. Si bien no es una independencia económica, sí comienza una independencia emocional, fundamental para la vida adulta. La adolescencia es el trampolín de este proceso. Es aquí, donde pueden aparecer resistencias de los padres frente a esta nueva faceta de sus hijos, en la cual no siempre van a estar de acuerdo. Los adolescentes empiezan a manifestar sus deseos, sus inquietudes y, sobre todo, a decir no a sus padres.
Esto, por muy desafiante que parezca, es un paso fundamental en la construcción de su personalidad y su vida interior. Recibir un no por respuesta puede vivirse como desafiante y signo de rebeldía, pues en cierto sentido lo es. Cabe destacar, que los padres deben mantener ciertas normas que le den estructura a sus hijos, sin embargo, ser flexibles en esta etapa va a resultar fundamental.
¿Qué significa esta rebeldía?
Esta rebeldía responde a la construcción de su propia identidad. Todo lo que se les decía en la infancia y era aceptado, ahora es cuestionado. De pequeños tenían abanicos de elección muy reducidos, inclusive cosas como qué ropa ponerse.
Si posteriormente, en la adolescencia, los padres intentan seguir eligiendo la ropa de sus hijos, es probable que se encuentren con un adolescente molesto, desafiante y que por sistema se decante por opciones diferentes a las que elegirían sus padres. Es su forma de salirse del camino trazado, de probar, de experimentar; a otro nivel, pero es una analogía de cuando un niño tira un juguete al suelo y empieza a comprender cómo funciona la gravedad.
Está por primera vez pensando más allá de lo que le sugieren, qué le apetece ponerse, con qué se siente bien, cuál es el estilo con el que se siente cómodo. Esto se puede extrapolar a otros campos donde también interviene los gustos, como la música, la comida -entienden que pueden encontrar alimentos que sustituyan a esos que no les gustan y que les aporten nutrientes parecidos-. Ahora bien, estos comportamientos en ningún caso significan que deje de querer a sus padres, si no que abre espacio también para sí mismo en el mundo, junto con sus padres, pero siendo sí mismo.
En psicoanálisis se usa el término “sujeto” y se piensa que ser un sujeto implica ser capaz de sujetarse emocionalmente. Sujetar un no frente a los padres, por ejemplo.
“En esta etapa de la vida algo tiene que morir para dar lugar a algo nuevo. Hay que hacer un duelo por aquel que uno era para los padres”.
-García, 2019-
¿Cuándo hay que preocuparse?
Es importante tener en cuenta que hay manifestaciones más delicadas que no tienen que ver con una independencia emocional. La reconstrucción subjetiva puede ir acompañada de la rebeldía, pero hay adolescentes y adolescencias que no solo se oponen, sino que tienden a comportamientos violentos y autodestructivos que habría que entender y abordar de una manera distinta (Bayo-Borras, 1997).
Como en casi todo lo que tiene que ver con la psique, las diferencias individuales son grandes. Ni todos los adolescentes que se rebelan son iguales, ni los que no se rebelan. Pero, ¿qué podía significar que un adolescente no se rebele? Podemos pensar que si un adolescente sigue pegado a lo que sus padres le dicen, sin cuestionamiento o sin una opinión propia, podemos tener delante a un adolescente al que le está siendo complicado construir su propia identidad y alejarse de la etapa infantil.
En ese sentido, los padres pueden ayudarle a abrir espacios para que descubra cuáles son sus intereses. Si bien, puede ser más cómodo tener un hijo con el que no se discute, podemos pensar que es un hijo que está teniendo una dificultad que más adelante va a tener consecuencias en su desarrollo e independencia emocional. Con lo cual, habría que motivarle para que busque su propio camino es de gran ayuda.
¿Cómo pueden afrontar los padres esta etapa sin entorpecer su independencia?
Aunque cada adolescente es un mundo, las siguientes pautas pueden ayudar a no entorpecer su independencia:
- Hacer un trabajo personal de terapia. Es un duelo ver a los hijos transitar de la infancia a la adolescencia y puede ser doloroso asumir que ya no son sus únicas figuras de referencia, trabajar esas emociones puede ser de gran utilidad.
- Apoyarse en otros padres o en los propios progenitores para compartir vivencias, experiencias y consejos.
- Ser flexibles y tolerantes. Tolerar un no por respuesta y practicar la flexibilidad para aceptar los deseos de los hijos, completamente distintos a los deseos personales.
- Empatizar recordando la propia experiencia en la adolescencia. Si bien son personas y momentos muy diferentes, seguro que pueden existir algunos sentimientos en común.
- Conversar mucho con ellos, para intentar entender realmente sus deseos.
En conclusión, la adolescencia no solo la transitan quienes la experimentan en primera persona, sino también el entorno. Es una etapa compleja de duelos, reconstrucciones y muchos interrogantes. Los padres tienen la difícil misión de seguir creciendo con sus hijos en esferas que hasta ese momento estaban, de alguna manera, dormidas.
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- Bayo-Borras, R. (1997). Psicoterapia psicoanalítica con adolescentes. Rebeldes ¿sin? causa. Clínica y salud: Investigación empírica en psicología, 8(2), 299-313. https://journals.copmadrid.org/clysa/art/a4a042cf4fd6bfb47701cbc8a1653ada
- García, B. (2019, 11 27). EL PSICOANÁLISIS Y LAS SALIDAS DE LA ADOLESCENCIA. beatrizgarcia.org. Retrieved 09 22, 2022, from https://beatrizgarcia.org/el-psicoanalisis-y-las-salidas-de-la-adolescencia/