Afrontar no es enfrentar

¿Cuál es la diferencia entre afrontar y enfrentar una adversidad? Son términos que el lenguaje coloquial confundimos, cuando la diferencia que los separa es importante. En este artículo, hablaremos sobre ella.
Afrontar no es enfrentar
Alicia Escaño Hidalgo

Escrito y verificado por la psicóloga Alicia Escaño Hidalgo.

Última actualización: 30 julio, 2019

Existe una gran diferencia entre afrontar un problema y enfrentarse a él. En ocasiones, las personas confundimos ambos términos y acabamos mal paradas: intentamos dirigir situaciones vitales sobre las que apenas tenemos control. Al afrontar una situación, lo que hacemos es llevar a cabo una toma de decisiones basada en un proceso de solución de problemas.

Por el contrario, cuando nos enfrentamos a las circunstancias adversas que suceden en nuestra vida, perdemos el norte, el control y finalmente, desembocamos en una “solución” que termina generando un nuevo problema.

Lo cierto es que el enfrentamiento no es más que un subtipo del afrontamiento. Cuando uno afronta situaciones, posee una amplia gama de conductas y actitudes para escoger y ejecutar. Según la circunstancia, la persona que tengamos presente o nuestra personalidad, optaremos por una estrategia u otra.

Por lo tanto, gran parte de la responsabilidad a la hora de afrontar problemas es solo nuestra. Es cierto que existe un cierto impulso o tendencia a responder a los problemas de la misma forma cada vez. Pero no está de más preguntarnos, de vez en cuando, si por norma encaramos los problemas de una manera beneficiosa para nosotros y el entorno.

Hombre frente al mar que sabe vivir sin miedo

Afrontamiento basado en la emoción vs el problema

Podemos separar dos ramas: afrontamiento basado en la emoción y afrontamiento basado en el problema. Cuando hablamos del afrontamiento basado en la emoción nos referimos a aquella manera de sortear las adversidades que viene precedida por un impulso de tipo emocional.

Pensemos, por ejemplo, en una persona que ha sufrido carencias afectivas en la infancia, que es introvertida y le cuesta socializar y que tiene un profundo temor a la soledad. Para paliar todos estos obstáculos, lleva a cabo un afrontamiento basado en la emoción, de manera que cada vez que se ve inmerso en una situación social, necesita beber alcohol.

Esta forma de soslayar la situación no deja de ser un afrontamiento. Pero, ¿es una manera racional de dar la cara ante la adversidad? Todo lo contrario, es un afrontamiento en base a un temor insoportable que la persona necesita eliminar. Por lo tanto, se trata de un escape que a la larga puede desembocar en un serio problema de alcoholismo

Desde otro punto de vista, podríamos encauzar esta misma situación desde un afrontamiento basado en el problema. En este sentido, en lugar de que la persona escapara de sus miedos por mediación de una botella de alcohol, se podría hacer una técnica de solución de problemas en la que consideremos alternativas más saludables.

Esta técnica consiste en hacer un “brainstormig” de posibles soluciones al problema, evaluarlas y escoger finalmente la que creemos racionalmente que mejores consecuencias puede tener.

Mujer pensando

¿Qué ocurre cuando nos enfrentamos a los problemas?

El enfrentamiento no es más que un afrontamiento basado en la emoción. Cuando nos enfrentamos, sacamos a relucir nuestro ego, como si nada ni nadie pudiese hacernos daño porque ser especiales. Pero la realidad nos demuestra que esto no es así, y que todos al final, vamos a tener que transitar por diferentes adversidades.

Por lo tanto, enfrentarnos no sirve de mucho. Es mucho mejor aprender a elegir nuestras propias batallas y bregar con ellas de la manera más eficiente posible.

Cuando usamos la estrategia de enfrentar, en lugar de afrontar de manera madura, generamos problemas nuevos. Estos problemas, a su vez, deberán de ser también afrontados. Así, si seguimos la dinámica del enfrentamiento finalmente acabaremos poblando nuestra vida de problemas de solución compleja. 

Por lo tanto, es preciso mirar los problemas con distancia. Para ello hay que bajar el tono emocional, dejar un tiempo a la calma y al análisis; entonces, cuando estemos seremos, afrontar con inteligencia. Una vez estemos tranquilos, podemos preguntarnos: ¿es esta la mejor solución a mi problema? ¿Saldré beneficiado? ¿Saldrán beneficiados los demás? ¿Esta solución me da calma a largo plazo o me hunde en otras trabas?

Reflexionar sobre nuestra forma de posicionarnos frente a los problemas es importante para mejorar y optimizar nuestras estrategias, usando nuestra propia experiencia como un instrumento válido para el aprendizaje. En este sentido, también tenemos la oportunidad de seguir creciendo.


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  • Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F (2008). Manual de psicopatología. Volúmenes I y II. McGraw-Hill.Madrid

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