Ansiedad y angustia ¿cómo podemos diferenciarlas?

Inquietud, temor, turbación, desesperación...  Aunque las vivamos casi del mismo modo, la ansiedad y la angustia presentan pequeñas, pero destacables diferencias. Son las siguientes.
Ansiedad y angustia ¿cómo podemos diferenciarlas?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 24 octubre, 2020

Ansiedad y angustia ¿en qué se diferencian?… Ambos estados psicológicos parecen discurrir en una misma esfera, en una dimensión en la que resulta complicado separar la una de la otra, poner fronteras entre un tipo de malestar y el otro. Sigmund Freud, por ejemplo, se centró en describir la segunda, en profundizar en ese estado angustiante que atenaza a la persona de manera intensa en algún momento de su vida.

La angustia es vista desde hace décadas como ese dolor que turba y que se adhiere al cuerpo y a la mente. El mundo de la filosofía, por su parte, abordó con frecuencia este concepto. Así, Søren Kierkegaard habló de dicho sentimiento como el miedo que nos atrapa con su frialdad cuando, de pronto, tomamos conciencia de la fugacidad de la vida, También, cuando somos conscientes de que cada decisión puede determinar nuestro futuro…

En lo que concierne a la ansiedad, el psicoterapeuta Albert Ellis la definía como esa tendencia a preocuparnos excesivamente de todo y por todo casi a cada instante. Uno puede vivir con la oscura compañía de este estado psicológico durante meses e incluso años. La angustia, por su parte, es ese sufrimiento que acongoja y nos aprisiona en un momento dado, con su sinsabor, con su disposición a colocarnos ante el abismo, como señalaba Martin Heidegger.

Profundicemos un poco más.

Mujer con las manos en la cabeza preocupada

Ansiedad y angustia: en los matices está la diferencia

Ansiedad y angustia han sido consideradas durante bastante tiempo como entidades similares. El “culpable” de ello o mejor dicho el impulsor de estos conceptos tan decisivos en el campo de la psicología fue el propio Sigmund Freud. A principios del siglo XX, describió esos estados de temor, desesperación, malestar psíquico y activación fisiológica con el término alemán A ngst.

Ahora bien, quiso diferenciar a su vez dos tipologías: “angustia realista” y “angustia neurótica”, siendo esta última una condición más patológica, a diferencia de la primera, que definiría el clásico malestar existencial y puntual que sentimos ante las contradicciones o desafíos de la vida. Más tarde, la expresión alemana angst se tradujo en inglés como como anxiety.

Así, y casi sin darnos cuenta, ambas esferas navegaron juntas en ámbitos no clínicos durante unas cuantas décadas hasta que, poco a poco, y con el desarrollo de la psicología y sus diferentes escuelas y enfoques, ambos conceptos se han ido diferenciando. De manera que en el actual Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V) disponemos de un apartado en el que se describen el conjunto de trastornos de ansiedad como tal.

La angustia, por su parte, se vincula más a esos estados de miedo intenso y movilizador, que podemos vivir por ejemplo, durante los ataques de pánico. Cabe señalar, además, que las corrientes psicoanalíticas y humanistas siguen usando este término para hablar de la ansiedad, es decir, hay ámbitos y enfoques no clínicos que siguen sin diferenciar un estado de otro.

La ansiedad, una respuesta adaptativa

No podemos vivir sin ella. La ansiedad forma parte de lo que somos y gracias a su mecanismo afrontamos las dificultades y actuamos ante los peligros. El abordaje de esta dimensión tan característica del ser humano fue tardío, pero a día de hoy ya conocemos su relieve psicológico y el impacto que puede conllevar cuando esta no se maneja, cuando nos sobrepasa.

  • La ansiedad define una combinación de distintas manifestaciones físicas y mentales que no son siempre atribuibles a peligros reales.
  • Es una entidad compleja y multidimensional que incluye aspectos cognitivos, emocionales y fisiológicos. Su principal característica es que surge como resultado de una una activación del sistema nervioso autónomo.
  • Asimismo, la ansiedad tiene casi siempre un carácter anticipatorio. Es decir, nos permite prever ciertos peligros para actuar ante ellos. No obstante, a veces, caemos en un estado de preocupación excesiva en el que, de pronto, toda nuestra realidad se llena de amenazas irreales.
  • La ansiedad puede vivirse de manera generalizada. Es decir, a veces la persona puede pasar semanas, meses o años sintiendo un hiperactivación, un temor, malestar difuso y persistente. Otras veces, ese estado se focaliza hacia dimensiones muy concretas definiendo lo que conocemos como fobias.
Chico con ansiedad

La angustia, la emoción que sobrecoge

La principal diferencia entre ansiedad y angustia es que la primera es un estado psicofisiológico, la segunda, una emoción, un sentimiento que sobrecoge e inmoviliza. Si a veces diluimos ambos conceptos y apenas vemos el limite de una con la otra es porque la angustia forma parte de la ansiedad, se manifiesta con ella.  

Veamos no obstante sus principales características:

  • Ansiedad y angustia se diferencian en que esta última se vive de manera puntual y no mantenida en el tiempo. Un ejemplo, los estados de angustia son comunes en los ataques de pánico, es un instante en que la desesperación nos atenaza e inmoviliza.
  • Su principal característica es impedirnos actuar y reaccionar ante aquello que nos atenaza. La ansiedad, por su parte, bien manejada y usada a nuestro favor tiene un fin: ayudarnos a reaccionar ante cualquier desafío, peligro o preocupación.
  • La angustia es una entidad integrada por factores biológicos, psicológicos, sociales y también existenciales.
  • Como bien señalaba Freud en su día, hay dos tipos de angustia. Tenemos, por un lado, ese estado en que podemos lamentar en un momento dado el devenir de nuestra existencia. Por otro, podemos encontrarnos también, con esa angustia patológica que se manifiesta en un trastorno de pánico, con la depresión o incluso la psicosis.

Es decir, ansiedad y angustia tienen como principal matiz definitorio el que la segunda sea ese estado que puede aparecer en muchos trastornos psicológicos para evidenciar el sobrecogimiento más extremo. Así, mientras, la ansiedad constituye ese mecanismo adaptativo sin el cual no podríamos vivir, la angustia, como señalaba Soren Kierkegaard, es el vértigo que trae el sufrimiento.


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  • American Psychiatric Association. "Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-V." Washington: APA (2013).
  • Belloch, A., & Baños, R. (1986). Clasificación y categorización en psicopatología. In A. Belloch & P. Barreto (Dirs.), Psicología clínica: Trastornos biopsicosociales (pp. 1-48). Valencia, España: Promolibro
  • Kielholz, P. (1987). Angustia: Aspectos psíquicos y somáticos. Madrid: Ediciones Morata.
  • Kierkegaard, S. (1965). El concepto de la angustia. Madrid: Guadarrama

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