Aprender a leer: factores e influencias

Aprender a leer: factores e influencias
Sara Clemente

Escrito y verificado por Psicóloga y periodista Sara Clemente.

Última actualización: 03 junio, 2019

Aprender a leer es un proceso lento y progresivo que necesita de la puesta en práctica de numerosas habilidades cognitivas y extralingüísticas. No obstante, existen múltiples factores que influyen directa o indirectamente en la adquisición de este hábito, especialmente en los niños. Si los tenemos en cuenta, el aprendizaje de la lectura no solo será adaptativo, sino también interactivo y divertido.

Estos factores se pueden dividir en emocionales, físicos e intelectuales. Sin embargo, con frecuencia se tienden a considerar como fundamentales estos últimos, pero lo cierto es que los psicológicos y ambientales también pueden ser causa del éxito o del fracaso lector. Veamos detenidamente cada uno de ellos.

Factores emocionales

Uno de los ingredientes esenciales para aprender a leer es la actitud educativa de padres y profesores. En muchas ocasiones, aunque afortunadamente no en todas, algunas conductas adultas dificultan mucho este proceso a los niños.

Madre leyendo con su hija

Es el caso, por ejemplo, de la sobreprotección. Si el pequeño se siente demasiado amparado y mimado, a la hora de enfrentarse a nuevos retos es muy probable que sienta mucha inseguridad y tienda a rechazarlo. Igualmente, la permisividad excesiva mengua la disciplina personal, la autorresponsabilidad y la adquisición de buenos hábitos. La falta de reglas puede hacer que el niño se sienta desmotivado ante la realización de una nueva actividad que requiera algún tipo de esfuerzo.

Asimismo, una presión excesiva por parte de la familia o el profesor también influye negativamente en el niño. Comentarios como “Esto deberías haberlo aprendido hace ya tiempo” o “Vas retrasado respecto a tus compañeros” minan su moral y lo desaniman. Incluso, pueden conducir al niño a desistir.

Lo peor es que esa desilusión y desgana por aprender a leer tiende a generalizarse a todo lo relacionado con la escuela. Se produce entonces el temido fracaso escolar, acompañado de un sentimiento de inferioridad inevitable en el pequeño. Además, acrecentado por los problemas de adaptación e integración que puede presentar en su grupo de iguales.

Factores físicos

La visión y la audición son funciones fisiológicas esenciales respecto a la madurez lectora. De hecho, hay autores que consideran que la capacidad auditiva es incluso más importante que la vista en etapas superiores del aprendizaje de la lectura.

La falta de agudeza visual o el equilibrio de los músculos oculares pueden incidir en la capacidad lectora. Igualmente, las hipoacusias (diminución de la capacidad auditiva) también condicionan el proceso. No obstante, si ambas dificultades se detectan antes de los 3 años hay mejores perspectivas para el desarrollo lingüístico y lector.

Factores intelectuales

Son muchos los estudios que avalan la precocidad madurativa de las niñas respecto de los niños. Tal anticipación intelectual viene acreditada por el predominio de su dominancia hemisférica izquierda. Así, la lectura que se realiza “por” este hemisferio cerebral tiende a hacerse con menos errores y con una mayor compresión.

De ahí que un primer requisito para que el niño pueda aprender a leer correctamente sea una lateralización hemisférica o, al menos, una preferencia de uso de uno de los dos lados del cuerpo. Esto evitaría una interferencia producto de la indiferenciación interhemisférica cerebral. De estar presente esta falta de lateralización, podrían aparecer una serie de trastornos que influyen en la lectura, tales como dificultades en el deletreo o en la escritura.

Niña leyendo

Comprender y leer

Aunque pueden parecer lo mismo, no lo son. ¿Cuántas veces nos hemos sentado a leer un libro y cinco minutos después nos hemos dado cuenta de que no nos hemos enterado de nada? Prestar atención es fundamental para comprender lo que estamos leyendo. De lo contrario, simplemente hemos estado viendo un conjunto de letras, sin procesarlas cognitivamente.

Comprender requiere de una serie de procesos extralingüísticos que van más allá de las características léxicas y semánticas de las palabras. Entre ellos, interpretar, contextualizar, resolver problemas y razonar. Comprender es algo más que lo puramente sensorial (visión y audición). Es construir activamente el contenido del texto, la cúspide de la pirámide de la lectura. Es decodificar un mensaje.

La influencia familiar en la lectura

Cuanto más estimulante sea el entorno del niño, más beneficiosa será la aportación que le podamos dar. De ahí que el peso que tienen los padres en el proceso de aprender a leer de su hijo sea de crucial importancia. Además, el hábito de lectura que tengan estos progenitores también influye decisivamente en tal adquisición.

Padre leyendo con sus hijos

Hay diferencias significativas entre los niños cuyos padres suelen leer frecuentemente y los niños que no tienen ese referente lector. Por ejemplo, los padres lectores suelen ser más proclives a leer un libro a sus hijos antes de dormir o a tener estímulos que inviten a la lectura en casa como revisas, periódicos y libros.

Por otro lado, algunos de los síntomas que aparecen frecuentemente en los niños que fracasan en el aprendizaje lector son una excesiva timidez o la tendencia a ruborizarse muy fácilmente. Es habitual que también desarrollen sentimientos de inferioridad y que se muestren algo egocéntricos. También pueden manifestar hábitos nerviosos fruto de un estado ansioso interno y desarrollen conductas como morderse las uñas o insomnio. Por eso, conviene estar extremadamente atentos a estas situaciones para evitar esa sensación de fracaso o descontento generalizado. Y recordad, la importancia que se conceda en la familia influye en el aprendizaje de la lectura.

Bibliografía

Trianes, M. V. y Gallardo, J. A. (2004). Psicología de la educación y del desarrollo en contextos escolares. Madrid: Pirámide


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