Aprendizaje en movimiento: descubre sus beneficios
Tradicionalmente, el proceso de enseñanza-aprendizaje en las instituciones educativas se lleva a cabo de una forma pasiva. Las aulas están llenas de niños que se comportan como receptores pasivos de información. Este estilo pedagógico tiene importantes carencias y limitaciones para todos los alumnos, pero especialmente para ciertas minorías. Por ello, resulta interesante conocer alternativas, como el aprendizaje en movimiento.
Es cierto que ya se han implementado en algunas escuelas ciertas mejoras al respecto, como pueden ser los descansos activos. Estos promueven pequeños periodos de movimiento entre una asignatura y otra que ayudan a los niños a despejarse y activar su cuerpo y su mente. No obstante, la opción de la que hoy hablamos va más allá e integra el movimiento como parte fundamental en el proceso de aprender.
¿Qué es el aprendizaje en movimiento?
Esta metodología innovadora, conocida en inglés como Movement based learning, viene a combatir algunas de las principales dificultades que se encuentran en las aulas. Muchos maestros lidian con niños que constantemente se mueven en su silla o adoptan posturas inadecuadas, que hablan, se distraen o dejan de prestar atención. Y es que, realmente, lo natural para ellos no es permanecer estáticos y pasivos. De hecho, el ejercicio es necesario para mejorar el desarrollo cognitivo y el rendimiento académico.
Así, la propuesta del aprendizaje en movimiento es abandonar esa cultura sedentaria en el aula, levantar a los niños de la silla y permitirles tomar un rol activo en su proceso. Aprender haciendo, a través de la acción y la interacción con el entorno y las personas, y sobre todo mediante el movimiento corporal.
Los beneficios del aprendizaje en movimiento
Aunque pueda parecer una propuesta extraña o descabellada (dado que estamos acostumbrados a la escuela tradicional), lo cierto es que el aprendizaje en movimiento es efectivo. Entre sus principales beneficios encontramos los siguientes:
1. Ayuda a combatir el sedentarismo y la obesidad
Nos encontramos ante una auténtica epidemia de obesidad infantil, rondando entre el 35-40 % el porcentaje de menores con algún grado de sobrepeso. Y es que los niños son cada vez más sedentarios.
Así, el aprendizaje en movimiento ayuda a revertir esta tendencia, favoreciendo no solo la salud física de los menores, sino también la psicológica. Por ejemplo, se ha visto que el ejercicio físico ayuda a los niños con sobrepeso a mejorar su capacidad de pensamiento y su habilidad matemática.
2. Mejora la atención y el control de impulsos
Una de las poblaciones que más dificultades tiene a la hora de adaptarse al contexto sedentario del aula son los niños con déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Para ellos es especialmente complejo regular su atención y controlar sus impulsos, y el movimiento puede ayudarles en esta tarea.
Se ha comprobado que la actividad física facilita la capacidad de enfocar la atención, concentrarse y pensar, así como la capacidad para cambiar entre tareas. La precisión de respuesta y el procesamiento de estímulos (tras el ejercicio) es mejor tanto en niños sanos como en aquellos con TDAH. Además, el rendimiento en áreas de lectura y aritmética también se ve favorecido en ambos grupos.
3. Favorece los procesos cognitivos
Más allá de esto, otros procesos mentales, como la creatividad, la percepción, la memoria, la capacidad verbal y el desarrollo cognitivo también son favorecidos por el ejercicio y el movimiento. Incluso, la actividad física puede revertir en mejoras en el cociente intelectual y en el rendimiento académico.
4. Logra un aprendizaje más eficaz
Por último, (y este es sin duda el objetivo más buscado en las escuelas), el aprendizaje en movimiento facilita que la información se consolide y el conocimiento se adquiera verdaderamente por parte de los estudiantes.
Por un lado, eso se debe al papel activo se le da al niño, que puede interactuar con la información generando un aprendizaje significativo. Pero también al hecho de que la actividad física promueve la plasticidad sináptica y el crecimiento de neuronas en el hipocampo (un área relacionada con la memoria y el aprendizaje).
Cómo aplicar el aprendizaje en movimiento en las aulas
Los beneficios y bondades de esta metodología educativa son innegables; sin embargo, aplicarla en el día a día de las aulas supone un reto. El maestro debe ser capaz de despertar el interés de los alumnos y de animarles a involucrar su cuerpo en actividades significativas que les permitan explorar, manipular e interactuar.
La creatividad será clave para lograrlo. Las propuestas pueden ir desde opciones tan simples como las pausas de pie o en movimiento libre hasta algunas más complejas. Por ejemplo:
- Generar una yincana alrededor del aula con una temática acorde a lo estudiado.
- Dar a cada alumno un papel (con un término o una definición) y pedirles que busquen por el aula a quien tiene el papel correspondiente al suyo.
- Idear un concurso en el que para responder deban realizar movimientos (saltar significa “si”, agacharse significa “no”).
Las anteriores son solo algunas sugerencias, pero las opciones pueden ser de lo más diversas. La clave es que los alumnos no permanezcan sedentarios, que involucren el cuerpo y el movimiento en el aprendizaje y que las actividades sean significativas e interesantes.
Pese al esfuerzo que requiere diseñar este tipo de sesiones educativas, sin duda repercutirán positivamente en el aprendizaje, en la salud física, mental, emocional y social de los menores.
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