Cambiar el mundo es posible con la regla del 3,5 %
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La politóloga Erica Chenoweth, junto con su colega, María J. Stephan, fueron las creadoras de la regla del 3,5 %. Esta es una fórmula que surgió de un estudio concienzudo de los últimos cien años de historia. Las dos expertas llegaron a la conclusión de que los movimientos sociales que logran movilizar al 3,5 % consiguen el éxito en sus reivindicaciones.
El estudio de estas dos politólogas se publicó con el título de Why Civil Resistance Works (Por qué la resistencia civil funciona). La edición estuvo a cargo de la Universidad de Columbia y salió a la luz en 2011. Poco después ganó el Premio Woodrow Wilson Foundation de la Asociación Americana de Ciencias Políticas.
La regla del 3,5 % es considerada una auténtica clave para cambiar el mundo . Aplica para los movimientos pacíficos y se sustenta en una gran cantidad de hechos históricos que han tenido lugar en el siglo XX y XXI. Todo indica que funciona en prácticamente todos los casos.
“Sueña en grande, comienza desde lo pequeño”.
-Srdja Popovic-
El origen de la regla del 3,5 %
Erica Chenoweth comenzó a hacer sus investigaciones al respecto en el año 2000. Por entonces era una estudiante de doctorado de la Universidad de Colorado y en realidad no se proponía formular una nueva tesis sobre el cambio social. Lo que Chenoweth buscaba en un comienzo era estudiar los factores que contribuían al auge del terrorismo.
En esas estaba cuando fue invitada a un taller académico organizado por el International Center of Nonviolent Conflict (ICNC) (Centro Internacional del Conflicto No violento). Esta es una organización sin ánimo de lucro que tiene su sede en Washington. Durante el taller, los expositores presentaron varios casos contundentes de protestas pacíficas que habían logrado grandes cambios sociales.
Chenoweth vio con cierto escepticismo esa información. Se dio cuenta además de que a nadie se le había ocurrido comparar las tasas de éxito de los movimientos violentos , frente a las de los movimientos no violentos. Entonces, inicialmente, se propuso obtener esos datos. ¿Cuántos movimientos violentos triunfaban? ¿Cuántos no violentos lo hacían? Esas eran sus preguntas básicas.
Una gran sorpresa
Para responder a las preguntas que la asaltaron, emprendió una investigación de largo aliento en compañía de su colega María Stephan. Las dos hicieron una detallada revisión de los movimientos sociales de resistencia que habían tenido lugar entre el año 1900 y 2006. En total revisaron 323 campañas de este tipo.
Las dos investigadoras señalaron que se consideraba exitoso aquel movimiento que hubiera alcanzado sus objetivos en un plazo no superior a un año después de su momento de mayor efervescencia. Los cambios debían ser resultado directo de su acción. Se definió como movimiento violento aquel que hacía uso de armas letales y que implicaba efectos destructivos para las personas y las propiedades.
Aplicaron todos sus criterios de forma muy rigurosa. Encontraron datos que respaldaban una idea: los movimientos no violentos tenían el doble de probabilidades de triunfar, frente a los movimientos violentos. En los casos que estudiaron, el 53 % de los movimientos de resistencia pacífica habían triunfado y solo el 26 % de los violentos lo habían hecho.
La regla del 3,5 %
La primera gran conclusión de las investigadoras fue que los movimientos no violentos tenían más probabilidades de éxito porque tenían mayor potencial para conquistar nuevos adeptos. A su vez, esa posibilidad de reclutar cada vez más voluntarios seguía el efecto bola de nieve: más personas llamaban a más personas.
Una vez establecido esto, las investigadoras quisieron indagar sobre por qué algunos movimientos pacíficos triunfaban, mientras que otros no. Comparando los movimientos más emblemáticos de este tipo, encontraron un patrón común: todos ellos habían conseguido movilizar al 3,5 % o un porcentaje mayor de la población. Así nació la regla del 3,5 %.
La regla del 3,5 % señala que, cuando se logra movilizar, de forma sostenida, a este porcentaje de la población en torno a una causa, prácticamente se puede dar por hecho que tendrá un recorrido. Las investigadoras también lograron establecer que el método más eficaz de las protestas de resistencia no violenta son las huelgas generales y los boicots al consumo.
Todo esto significa, ni más ni menos, que las minorías pueden cambiar el mundo. El 3,5 % de la población es en realidad un número muy pequeño, pero sistemáticamente ha sido suficiente para producir grandes cambios. Así mismo, el estudio prueba que los métodos violentos tienen menos probabilidades de triunfar. Ambos son criterios esperanzadores.
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