Cohousing, un estilo de vida en comunidad para mejorar nuestro bienestar
Cohousing es algo más que una palabra de moda. Para muchas personas es ya un proyecto de futuro, un modelo de viviendas colaborativas y autogestionadas por adultos que eligen vivir su vejez en comunidad. Casas adosadas, espacios comunes en los que compartir actividades… Y todo en un entorno ecológico donde disfrutar de la naturaleza y de también de la solidaridad.
¿Y por qué no? Nos preguntamos más de uno. ¿Por qué no dar el paso y planear con un grupo de amigos la construcción de uno de estos proyectos para el día de mañana? Casas pequeñas, compartir recursos y erigir una comunidad ‘senior’ a nuestra medida con las personas que nos son significativas… Admitámoslo, la idea es tentadora, y más si tenemos en cuenta el severo impacto que la soledad y el aislamiento está dejando en nuestros mayores.
Ahora bien, cabe señalar que estos proyectos no son nuevos. Las comunidades cohousing aparecieron por primera vez en Dinamarca en los años 70. Más tarde, y en la década de los 80, el modelo se llevó a Estados Unidos, en especial a Oakland y Berkeley, Bellingham y Washington, aprovechando sobre todo los espacios naturales más bellos. En la actualidad, las viviendas colaborativas aparecen ya en varios países de Europa y también en Japón.
Algo que tenemos claro desde un aspecto clínico y de la salud es que estos proyectos (bien organizados) resultan muy positivos. El modelo de comunidad que abunda a día de hoy no facilita en absoluto la conexión humana. En una sociedad cada vez más avanzada, conectada y sofisticada, parece que en lo que se refiere a nuestro ideal sobre cómo nos gustaría envejecer soñamos a menudo con modelos más antiguos y tradicionales.
El modelo de las comunidades cohousing buscan un fin muy claro: mejorar la calidad de vida mediante infraestructuras que predisponen a la interacción social.
Cohousing, solidaridad, conexión y calidad de vida
En un contexto de globalización cada vez más intenso, las personas nos encontramos casi siempre bajo presión. Nuestro proyecto laboral, por ejemplo, no siempre se adecua al personal y familiar. Los horarios, los desplazamientos de largas distancias en coche, vivir en pisos cada vez más pequeños y entornos saturados de contaminación…
Son muchos los factores por los que el modelo del cohousing está adquiriendo cada vez más trascendencia no solo entre la población de mayor edad. Realmente quienes se sienten interesados por este tipo de proyectos son los más jóvenes. Estudios, como el llevado a cabo por la doctora Jo William, de la Universidad de Manchester, en Reino Unido, nos señala que lo que más echamos en falta es la interacción social positiva en nuestra comunidad más cercana.
Las viviendas colaborativas responden a un modelo arquitectónico y ecológico orientado a este mismo fin: a recrear un modelo de comunidad consciente, solidario y conectado socialmente.
Entornos colaborativos para todas las necesidades (y edades)
El modelo cohousing no se enfoca solo a las personas de la tercera edad en busca de un proyecto residencial. En la actualidad, son muchas las personas que han dado el paso para crear este tipo de barrios comunitarios. En ellos, habitan desde gente muy joven que tiene claro el estilo de vida que desea, familias que inician nuevas etapas, hasta profesionales de éxito, divorciados y cómo no, jubilados.
Asimismo, hay un aspecto que caracteriza a este tipo de infrastructuras: hay viviendas que ofrecen mayor intimidad en caso de que se priorice la privacidad, y hay también casas orientadas a la conexión social constante. Cada persona encuentra aquí su modelo; no obstante, cabe señalar que el cohousing busca ante todo la colaboración y el compartir tiempo y recursos.
Cohousing: el secreto está en el equilibrio
Hay grupos de amigos que crean comunidades de cohousing básicamente desde cero. Compran un terreno y construyen las casas. Asimismo, también podemos encontrar entornos ya listos para habitar dispuestos a modo de casas adosadas, dúplex, apartamentos, etc.
Ahora bien, el hecho más destacable de estos modelo, es sin duda el equilibrio que logran entre el aspecto privado y el comunitario. A diferencia de las antiguas ‘comunas’, cada persona se queda sus propios ingresos, y tampoco es necesario vender productos entre unos vecinos y otros para sostener económicamente la comunidad.
En cuanto a la disposición arquitectónica, suele seguir una misma pauta organizativa:
- Dentro de la comunidad, hay una ‘casa común’. Es el área más destacada, puesto que en ella se distribuye una gran sala para comer en grupo si se desea, una cocina, salas de juegos para los niños, áreas de música, oficinas, bibliotecas, talleres, lavanderías, una sala de reuniones, etc.
- El mantenimiento de estas zonas, así como su organización, se realiza mediante autogobierno. Se celebran reuniones de forma periódica donde se distribuyen tareas, se organizan eventos, proyectos, etc.
Las comunidades de cohousing y la ecología
Uno de los aspectos más atractivos del cohousing, es sin duda el concepto de ecologismo en el que se inscriben. Es un estilo de vida muy respetuoso con el medio ambiente. No solo se buscan emplazamientos en entornos naturales. Estas casas diseñadas para fomentar la sociabilidad y la vecindad intentan abastecerse de energías naturales como son las placas solares.
Para concluir, si el cohousing nos parece un buen plan de futuro, cabe señalar que ya está muy presente. En casi cualquier país del mundo encontramos comunidades intergeneracionales disfrutando de este modelo de vida. Abundan también las habitadas solo por personas mayores, grupos de amigos que en el otoño de su ciclo vital eligen seguir gestionando su día a día en un escenario amigable y cercano donde la soledad ya no tiene cabida.
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- Lietaert, M. (2010). Cohousing’s relevance to degrowth theories. Journal of Cleaner Production, 18(6), 576–580. https://doi.org/10.1016/j.jclepro.2009.11.016
- Williams, J. (2005). Designing neighbourhoods for social interaction: The case of cohousing. Journal of Urban Design, 10(2), 195–227. https://doi.org/10.1080/13574800500086998