¿Cómo detectar la violencia de género en adolescentes?

La violencia de género en adolescentes es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta tanto la familia, como los amigos y la propia víctima. Tiene el potencial de destruir un futuro lleno de luz. ¿En qué consiste? ¿Cómo podemos identificarla?
¿Cómo detectar la violencia de género en adolescentes?
Gorka Jiménez Pajares

Escrito y verificado por el psicólogo Gorka Jiménez Pajares.

Última actualización: 26 abril, 2023

Existen diversas manifestaciones de la violencia de género en adolescentes, aunque el acoso sexual es la más prevalente. Esto es relevante, en especial, si tenemos en cuenta que la adolescencia es una etapa crucial en la exploración de la identidad y en la comprensión de las expectativas sociales y las normas de género que se imponen. Una distorsión en ello conduciría al desarrollo de comportamientos violentos.

La violencia de género adopta muchas formas, incluyendo tanto la física y emocional, como el acoso online. Además, el acoso sexual en el contexto de la adolescencia tiene el potencial de ser bastante hiriente para los jóvenes, al deteriorar su autoestima y mermar la percepción y el amor por sí mismos. El aislamiento, las lesiones o la baja autoestima son solo algunos de sus síntomas.

«La violencia de género es una de las formas más extremas de discriminación y una violación de los derechos humanos».

-Ban Ki-Moon-

¿Qué es la violencia de género?

Este es un tipo de violencia que gravita en torno a las relaciones desiguales de poder entre el hombre y la mujer. Por lo general, ocurre en el contexto de una relación, con independencia de que haya existido algún tipo de convivencia. En este sentido, el rápido incremento en el número de casos que se reporta, día tras día, crea la necesidad de sacar este problema social y sanitario a la palestra pública.

La violencia de género puede comenzar con comportamientos orientados al férreo control de la mujer, hecho que suele pasar desapercibido y es minimizado. Sin embargo, podría cristalizarse en golpes, exabruptos y otras agresiones. Así, emergen síntomas como la desprotección, la indefensión y la disminución de la autoestima.

Adolescente víctima de violencia de género se protege para no recibir golpes
La violencia en la adolescencia puede tener efectos a largo plazo en la salud mental y emocional.

Cultivo y desarrollo de la violencia

La Guía para la detección de la violencia de género en adolescentes, publicada por el Ministerio de Igualdad de España, identifica y describe las fases en las que se suceden estas conductas. Se trata de tres etapas que, a continuación, detallaremos:

  1. La tensión se acumula durante el primer periodo de relación entre el adolescente y su pareja. Fruto de ello, emergen pequeños estallidos de ira e irritabilidad que terminan produciendo ansiedad en el seno de la pareja.
  2. En la fase intermedia, la tensión de la que hablamos se proyecta en explosiones de violencia cuya potencia es variable. La gravedad es tan diferente, en este aspecto, que podría ir de una bofetada hasta la muerte.
  3. Por último, ocurre la denominada «luna de miel». En este caso, el agresor se disculpa. Promete que jamás volverán a ocurrir ni el control excesivo, ni los golpes, ni el maltrato verbal.

Lejos de ser una verdad certera, la «luna de miel» amenaza siempre con promesas incumplidas y se convierte en una esperanza que termina por romperse. El ciclo violento de control y agresiones físicas y verbales reinicia, como un reloj que ha completado las 24 horas ¿Qué se puede hacer para prevenirlo? El punto de partida es la detección.



Claves que ayudan al entorno a detectar la violencia de género en adolescentes

Ser padres y ver mal a un hijo es un hecho doloroso, como si se tratase de una ley. Es un dolor emocional que se sale de los márgenes cuando la persona vulnerable cae en las redes del maltrato. Si eres un familiar o un amigo, según la guía que hemos mencionado, las siguientes son algunas claves que ayudan a detectar la violencia de género en adolescentes:

  • Aislamiento.
  • Baja autoestima.
  • Cambios de actitud.
  • Abandono de los estudios.
  • Señales de lesiones a nivel físico.
  • Reproducción de ideas machistas.
  • Conductas disruptivas como la agresividad.
  • Ser poco autónoma en la toma de decisiones.
  • Cambios en el vestuario y en los rituales de aseo.
  • Abandono de actividades (pintura, fútbol, tenis, etc.).
  • Justificación de los celos por parte de su pareja («es celoso porque me ama»).
  • Dependencia manifestada por un contacto permanente en redes sociales o mediante el smartphone.

Cuando se está en pareja, lo habitual es que la relación se cimente en la confianza, la admiración mutua y el respeto. No obstante, en ocasiones esto dista de ser así. Si predominan los celos y la persona se siente alienada, es un signo a tener en cuenta de que algo poco saludable sucede. Podría ser lo previo al maltrato.

Manos empuñadas simbolizando que la violencia no puede encubrirse y es hora de levantar la voz
Al trabajar juntos prevenimos esta violencia y creamos un futuro con mayor seguridad y equidad.

Estas señales permiten a la posible víctima a precisar su escenario

Sentirse humillada, controlada y minusvalorada puede ser un agujero negro capaz de engullir hasta la más mínima brizna de aire. Es agotador. Parece interminable, puesto que el camino que recorres es oscuro y piensas que no tiene fin ni luz. Pide ayuda, a tus padres, a tus profesores, a la policía, a tu médico, si notas las siguientes señales (Ministerio de Igualdad, 2023):

  • Revisa tu teléfono.
  • No te deja trabajar.
  • Te fuerza a tener sexo.
  • Te humilla, grita o insulta.
  • Te ridiculiza, insulta o desprecia.
  • Te aísla de familiares y amistades.
  • Controla la forma en que te vistes.
  • Amenaza con hacerte daño a ti o a tus seres queridos.
  • Experimentas un sentimiento de inferioridad constante.
  • Has dejado de lado a tus amigos porque a él no le gustaban.
  • Con frecuencia, te ignora e invalida la forma en la que te sientes.

«La violencia de género puede tener consecuencias a largo plazo para las relaciones futuras y la capacidad de los jóvenes para formar conexiones saludables y respetuosas».

-Emma Watson-

La violencia de género puede nacer en la adolescencia y perpetuarse a lo largo de toda la vida. En este sentido, la detección temprana contribuye a cortar el ciclo. Hablar, denunciar y contar son los primeros pasos y la antesala al autocuidado y al autorrespeto. Implica priorizar la propia salud, tanto física como mental.

Este tipo de violencia cada vez se hace más pública. Preocupa a la sociedad porque sus efectos negativos actúan como una bomba de relojería en el cuerpo y la mente. Por tal motivo, si ves a alguien en una situación así o te sientes tú en mitad del caos que implica la violencia de género, denuncia.



Prevención e intervención: pilares contra la agresión de género en los jóvenes

La violencia de género es uno de los peores escenarios a los que puede enfrentarse un adolescente. Fruto de este acto tan dañino, se producen conductas como el aislamiento, la justificación del excesivo control por parte de la otra persona o aquellos que encajan con un cuadro de ansiedad. Por ello, es imprescindible invertir en prevención e intervenir cuando identificamos una situación de riesgo.

El desafío es grande, multifacético y multicausal. El enfoque que precisa debe ser también multidisciplinario. Requiere de pequeñas acciones individuales que, en suma, se transforman en grandes acciones como colectivo social. La educación en igualdad y el fomento de la cultura de la denuncia colaboran en ello. Trabajemos juntos.


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