Cómo funciona el cerebro en cada estación
Un estudio demuestra que la mente tiene una forma de actuar y de pensar según la época del año. El funcionamiento del cerebro en verano no es igual que en invierno, primavera u otoño. Ciertas áreas cambian en base a la temperatura o los fenómenos meteorológicos.
Hasta el momento se sabía que las estaciones podían influir en nuestros sentimientos o incluso en nuestros hábitos. Pero también puede afectar la manera en que pensamos o tomamos decisiones. Incluso eso no es todo: el grado de dificultad de algunos problemas varía dependiendo de si nos encontramos en los meses en los que las hojas se caen o en los meses en los que el campo se puebla de flores.
¿El cerebro conoce de estaciones?
La investigación fue publicada en la revista PNAS y se basa en los datos recopilados por un neurocientífico de la Universidad belga de Lieja. Un grupo de voluntarios se sometió a un escaneo de sus cerebros mientras resolvían diversas pruebas de memoria y atención.
Se repitió el ejercicio en las demás estaciones y para que otros factores no les influyeran, como las horas de sueño o el tipo de alimentación debían permanecer en las instalaciones del laboratorio durante 4 días. Este procedimiento nos da una idea de la seriedad del estudio y del interés del los investigadores por tratar de aislar el efecto de la variable que querían analizar: la época del año.
Si bien las calificaciones de los exámenes o pruebas no variaron entre las estaciones, si encontraron que lo hacía la actividad de ciertas áreas cerebrales. ¿Cuáles? Las que se encargan de resolver ciertas tareas. ¿Qué sucedía con ellas? Solucionaban los problemas de una manera diferente.
Por ejemplo, si era verano se producía un pico de actividad superior en la parte de nuestro cerebro que se encarga de regular la atención. En el otoño la mayor activación se producía en los circuitos cerebrales relacionados con la memoria.
Los científicos quisieron saber si esos cambios en los patrones del cerebro estaban relacionados a las hormonas (por citar una, la melatonina que regula el sueño), las horas de descanso o al estado de alerta. Pero nada de ello sucedía. Tampoco se debía a alteraciones endocrinas.
¿Por qué el cerebro funciona diferente en cada estación?
Los estudios indicaron que el clima, la temperatura o la época del año condicionan el funcionamiento de nuestro cerebro. Todos estos fenómenos regulan la actividad cerebral pero hay uno que es el más importante: la duración del día y la cantidad de luz recibida.
Es decir, en verano podemos tener más activada la zona de atención sostenida por el “simple” hecho de que el sol está con nosotros una mayor cantidad de horas en comparación con el invierno. Eso no quiere decir, por ejemplo, que las personas que viven en países donde los días son cortos (como Noruega, Finlandia, Suecia, etc.) sean menos capaces, pero sí que las diferencias de horas de sol influyan en nuestro patrón de actividad cerebral.
También podemos destacar otras causas de los cambios a nivel mental: la temperatura, la interacción social, la humedad y la actividad física. Claro que todo está relacionado a las épocas del año. Cuando hace frío no solemos juntarnos con nuestros seres queridos, cuando llueve no salimos a hacer ejercicio, cuando las temperaturas son elevadas pasamos más tiempo al aire libre, etc.
Entonces nuestros cerebros trabajan de diferentes maneras según la estación y lo hacen para adaptarse al medio que nos rodea y a sus características, incluido el clima. Esto significa que la mente hace lo posible para que nuestro rendimiento sea óptimo, sin importar la época en que nos encontremos.
¿Por qué el cerebro funciona así?
La evolución mental aún no tiene todas las respuestas a las preguntas que la ciencia se formula. Si pensamos en lo que sucedía en el pasado para comprender la forma en que el cerebro funciona en la actualidad, podemos -por ejemplo- analizar las actividades humanas en relación a los cambios de estación.
Nuestros antepasados lejanos dependían más del clima que nosotros. Al no tener la tecnología o los medios para afrontar las condiciones climáticas, las estrategias que tenían que utilizar para cubrir sus necesidades variaban más. Dicho de otra manera, tenían que compensar la ausencia de tecnología con su capacidad para adaptarse a la variación del entorno.
Tal vez por esta razón el cerebro está “programado” para trabajar menos en el invierno, ya que antes los recursos en esta estación eran menores y las personas se pasaban más tiempo reunidas, comunicándose y a cubierto. En este caso, el papel de la memoria y de las buenas historias era fundamental.
Así, podemos decir que determinadas características fisiológicas varían en función del mes, por ello hay más propensión a quedar embarazada, a renunciar al trabajo o a hacer deporte en determinadas épocas del año. A su vez el apetito, la presión sanguínea y el sueño se ven modificados si estamos en verano, en primavera, en invierno o en otoño.
Analiza tus comportamientos, tus rendimientos y tu humor en cada momento del año y compáralos con la época. Te darás cuenta de la relación entre el clima y tus actitudes o tu eficacia. No es descabellado pensar que el buen o mal tiempo pueden determinar o modificar nuestra manera de actuar.