Cómo gestionar los microcompromisos, grandes ladrones de tiempo

A veces se pierde más tiempo en los microcompromisos que en actividades de mayor importancia. Esas pequeñas obligaciones no parecen tener gran peso, pero a veces terminan siendo un lastre que altera todos nuestros planes.
Cómo gestionar los microcompromisos, grandes ladrones de tiempo
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 10 junio, 2022

Los microcompromisos pueden llegar a ser más agobiantes y quitar más tiempo que los grandes compromisos. Muchas veces la dificultad para gestionarlos viene dada porque resultan más o menos imperceptibles y se filtran en el día a día, sin llamar demasiado la atención. Al final, terminan por robarnos tiempo, y también tranquilidad.

Para hacer un uso más eficiente del tiempo, a veces no es necesario realizar cambios en las grandes tareas. Puede que solo con aprender a gestionar bien los microcompromisos consigamos mayor productividad, empleando menos esfuerzo.

Muchos catalogan a los microcompromisos como una verdadera “trampa” porque se mantienen fuera de toda planificación, pero tienen el poder suficiente como para alterar, entorpecer o ralentizar las actividades diarias. De ahí la importancia de aprender a identificarlos y saber cómo gestionarlos. De todo ello hablaremos enseguida.

Cuida los minutos y las horas cuidarán de sí mismas”.

-Lord Chesterfield-

Los microcompromisos

Los microcompromisos son todas aquellas pequeñas actividades y tareas que sí o sí se deben realizar, por diversas razones. A veces tienen que ver con la jornada laboral, aunque no formen parte de las tareas esenciales. Por ejemplo, organizar los archivos en el ordenador, hacer algún mantenimiento a la misma o eliminar determinadas tasas a las que ya no les sacamos rendimiento.

En otras ocasiones, los microcompromisos tienen que ver con nuestra vida personal cotidiana. Llevar la ropa a la lavandería, hacer compras de última hora, poner en orden un armario o reparar algo que se dañó. Todo ello forma parte de lo que se debe hacer, pero que al realizarlo puede terminar entorpeciendo otras actividades más relevantes.

Los microcompromisos también tienen que ver con cosas que hacemos por los demás. El favor a un compañero de trabajo o la explicación sobre cómo funciona una aplicación a un hermano. También caben actividades como acompañar a los padres al médico, participar en servicios religiosos, etc.

Cómo gestionar los microcompromisos

La gran trampa de los microcompromisos está en que rara vez forman parte del plan o del cronograma que nos hemos fijado. Pareciera que no vale la pena programar esas pequeñas tareas porque lo usual es que gestionemos nuestro tiempo basándonos solamente en los compromisos más importantes.

El resultado de esto puede ser que nunca nos quede tiempo libre o que incluso terminemos por no cumplir los grandes compromisos y al final no sepamos por qué. ¿Cómo evitar esto? Lo indicado es precisamente introducir los microcompromisos en nuestra planificación habitual. La mejor manera de hacerlo es la siguiente:

1. Seguimiento diario por dos semanas

La idea es tomar una libreta y anotar todas las pequeñas tareas que se llevaron a cabo durante el día. Esto se debe hacer diariamente, al terminar la jornada. De ser posible, calcular el tiempo aproximado que tomó cada una de ellas. El ejercicio se realiza durante dos semanas continuas.

2. Identificación de los microcompromisos habituales

Una vez que se tenga la lista de los microcompromisos que han hecho presencia, lo indicado es identificar aquellos que se repiten. Resulta conveniente clasificarlos en tres grupos:

  • Actividad profesional. Pequeñas tareas relacionadas con el trabajo diario.
  • Actividad familiar. Todo lo asociado a pequeños compromisos con la familia.
  • Vida personal. Las actividades individuales a las que se dedican cortos ratos.

3. Incluir en la planificación

Teniendo ya identificado el panorama de los microcompromisos, lo que sigue es buscar la forma de incluirlos en la planificación diaria o semanal. Quizás sea posible dedicarles un par de horas a la semana, o media hora cada día, etc. Lo importante es que ya están a la vista.

Mujer pensando en organizar su trabajo

Aplicar la gestión de los microcompromisos

Es importante que se realice una planificación que en verdad se pueda cumplir. Si dedicamos media hora diaria a los microcompromisos, la idea es no sobrepasar ese tiempo. Si no es posible prever cuándo aparecerán esas tareas, lo mejor es dejar media hora al día para imprevistos.

El objetivo de todo esto es que esas pequeñas tareas o compromisos no interfieran con las actividades más relevantes. Otorgarles su propio espacio dentro de los planes para que no aparezcan intrusos repentinos que nos obliguen a interrumpir algo más relevante o cambiar de dirección en un momento inadecuado.

También es muy importante aprender a pensar un poco antes de adquirir los microcompromisos. La trampa está en que parecen granos de arena, que no generan mucho peso. Sin embargo, si se lleva sobre los hombros un gran fardo, ese peso minúsculo sí cuenta. Así que es mejor tener claro si hay o no lugar para nuevas pequeñas tareas antes de comprometernos a realizarlas.


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  • Cladellas, R. (2008). La ausencia de gestión de tiempo como factor de riesgo psicosocial en el trabajo. Intangible capital, 4(4), 237-254.
  • Lillo, S. G. (2021). Equilibrio y organización de la rutina diaria. Revista Chilena de Terapia Ocupacional22(2), 169-176.

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