¿Cómo incorporarnos a un nuevo puesto de trabajo con éxito?
La tecnología ha disparado la velocidad. La velocidad con la que nos comunicamos, con la que nos desplazamos, a la que sintetizamos, con la que abrimos y cerramos etapas, comemos o cocinamos. Por otro lado, el mundo laboral no ha sido ajeno a este dinamismo, por lo que cada vez son más las personas que en su currículum acumulan el peregrinar por varias empresas. Entran y salen, porque si hay algo que tienen claro los nuevos emprendedores es que los trabajadores, por muy imprescindibles que sean, siempre son sustituibles. Pues bien, en este artículo vamos a desgranar tres claves para incorporarnos a un nuevo puesto de trabajo de responsabilidad con éxito.
La entrada laboral a cualquier organización siempre es un proceso complicado. En muchas hay normas explícitas muy concretas y en todas imperan otro tipo de normas que no están escritas en ningún sitio, pero que todos los que trabajan bajo esa determinada marca asumen y cumplen. Incumplirlas no es un motivo de despido, o no suele serlo al menos, pero cumplir con ellas sí es una señal de adaptación y buen funcionamiento, y aconsejable para incorporarnos a un nuevo puesto de trabajo con éxito. De ahí, la primera recomendación…
Observa lo que sucede a tu alrededor
La primera recomendación para incorporarnos a un nuevo puesto de trabajo con éxito es la observación. La observación de cómo se comportan las personas que ocupan un puesto similar: en principio, si han “sobrevivido” no sería una mala idea imitarles. También es importante observar cómo es el patrón de comunicación de la empresa y replicarlo, tanto con las personas que están por encima como con las que están por debajo.
En este sentido, de la observación nace la identificación. La de las virtudes y defectos de tu nuevo puesto. La de los roles que juega cada uno en caso de ser una oficina o un departamento pequeño: el optimista, el servicial, el arisco, el trabajador, el dispuesto, el egoísta, el interesado… Esto te llevará a la última de las identificaciones importantes, las necesidades. Piensa que si, además de realizar tu trabajo, eres capaz de hacer un aporte humano significativo a la empresa, es más probable que tu valoración crezca.
Conoce el trabajo de los demás
La segunda recomendación para incorporarnos a un nuevo puesto de trabajo tiene que ver precisamente con el cuidado de las relaciones y la sensibilidad. Las personas que estén por encima de ti en el organigrama son importantes, pero todavía lo son más las que están por debajo. En muchas ocasiones, de alguna forma son tu equipo, los que pueden hacer que tu trabajo luzca como ninguno o que por el contrario termine siendo una ruina. Dependes de ellos, y cuanto más alto estés, más dependes.
Conoce, conoce lo que hacen, cómo lo hacen. No des por supuesto, pregúntales. Incluso, si un día tienes ocasión, ponte en su lugar. No obtendrás una perspectiva mejor que esa para saber qué de lo que te plantean es aceptable y qué puede ser exagerado o inexacto. Además, no intentes tomar decisiones por ellos o por su bien y destierra cualquier iniciativa paternalista que se te pueda ocurrir. En cuanto a las decisiones que implican a su puesto, no olvides que ellos son los que mejor lo conocen. Escucha y cuenta con ellos para realizar cambios. De esta manera obtendrás su compromiso más fácilmente y reforzarás los puentes de comunicación.
Por otro lado, evitarás caer en un error: tomar medidas poco acertadas por el hecho de no tener en cuenta variables que ignoras o de las que calculas mal su valor subjetivo. Para ti, eliminar un descanso de cinco minutos puede no ser nada, pero para un trabajador puede serlo mucho si, por ejemplo, utiliza ese tiempo para desconectar entre dos tareas muy pesadas.
Aprende a motivar a los que te rodean
La tercera recomendación para incorporarnos a un nuevo puesto de trabajo tiene que ver con la motivación. En este sentido, recuerda que una mala política motivadora puede ser mucho peor que simplemente no poner en marcha ninguna. Así, una de las formas más habituales de motivar es el reconocimiento: ese que todos necesitamos en mayor medida. Esta forma de motivación no tiene nada de malo, en principio. Bien hecha potencia lo que un trabajador hace bien y como “jefes” nos da espacio para pedirle un esfuerzo en aquellos puntos que puede mejorar.
Sin embargo, para que una motivación sea efectiva (y no termine por desmotivar al trabajador) tiene que ser oportuna en el tiempo. Es decir, la motivación es un proceso, no algo que se consigue de un día para otro. Te equivocarás si intentas sembrar y recoger al mismo tiempo, si solo das una palmadita en la espalda cuando necesitas algo de alguien. Piensa que, cuando detectamos esta estrategia en los demás, desconectamos de lo que nos dicen al principio y aguardamos simplemente a la petición, por lo que esta estrategia puede volverse en nuestra contra. “Y este ahora, ¿qué querrá?”.
Además, otro ingrediente fundamental para que tus medidas motivadoras funcionen es que sean adaptadas, específicas y no generales. Olvida lo de “me gusta tu trabajo”, “eres el mejor”, estas frases hechas son cómodas, pero a largo plazo improductivas. Están hechas, son de manual y no implican una valoración real del trabajo de nadie. “Soy el mejor…. pero, ¿qué te gusta de mi trabajo? ¿Por qué piensas que lo hago bien?”.
Desgraciadamente, esta forma de operar es mucho más común de lo deseable: los costes son pocos y los resultados en primera instancia no son malos. El problema es que la manipulación suele ser muy burda y la persona no tardará en identificar ese tipo de valoraciones como falsas e impersonales. Y… ¿a quién le gusta que le manipulen? Valorar de esta forma el trabajo es decirle de alguna manera al trabajador que lo que hace tiene tan poco mérito y dificultad que ni siquiera te has molestado en conocerlo.
Quizás estas sean las recomendaciones más importantes desde una perspectiva psicológica para incorporarnos a un nuevo puesto de trabajo con éxito. Entender que el rendimiento es consecuencia de muchos factores, y en especial del factor humano. De ahí la necesidad de cuidarlo y de buscar la honestidad en la comunicación.