Correr, una estupenda forma de meditación

Correr, una estupenda forma de meditación
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 30 agosto, 2019

El estilo de vida actual requiere que cuidemos de nuestro cuerpo y nuestra mente por igual. De ahí la importancia del ejercicio físico por una parte y de la meditación por otra. Entre todos los tipos de entrenamiento físico que hay, correr es uno de los más populares y también uno de los más saludables (siempre que la condición física personal lo permita y se haga con cabeza). Por otro lado y casi de forma paralela, en lo que se refiere al cuidado mental y emocional, la meditación está ganando cada vez más adeptos.

Ciertamente, correr tiene muchas ventajas. Correr es bueno para el corazón y también lo es para la mente. Así, no es extraño que la mente empiece a vagar cuando estás corriendo, independientemente de si los pensamientos están relacionados con el entrenamiento en sí o con algo muy diferente.

En este sentido, un buen entrenamiento se produce cuando la mente y el cuerpo adquieren el mismo ritmo, aunque trabajen en espacios diferentes. Es precisamente aquí donde la práctica de la meditación encuentra su espacio y su sentido.

“Si entrenas tu mente para correr, todo lo demás será fácil”

-Amby Burfoot-

La magia de la meditación

La meditación es una práctica que consiste en enfocar la atención con el fin de despejar la mente y reducir la ansiedad. Aprender a enfocar puede ayudarte a desconectarte de las preocupaciones que de forma insidiosa se cuelan en la corriente de tus pensamientos. En este sentido, correr puede ser una gran actividad para liberar la mente y cambiar los puntos de tensión de nuestro cuerpo, de manera que esa tensión/fuerza se trasforme en movimiento.

La meditación no solo calma, sino que también tiene otros beneficios para quienes la practican. Se ha demostrado que meditar ayuda a reducir el estrés y estimula la producción de hormonas que constituyen nuestro fuerte de resistencia frente a la depresión. La meditación, al estar relacionada con la atención, también puede ayudarnos a lidiar con el dolor e incluso ayudar a mejorar la arquitectura de nuestro cerebro reforzando las conexiones sinápticas que para nosotros son más importantes.

Hay muchas maneras de desarrollar una práctica de meditación y atención plena, y para ello no es necesario poner velas, quemar incienso ni sentarse en cojín especial de una manera específica. De hecho, cuando estás profundamente involucrado en cualquier actividad puedes adoptar una actitud meditativa. Correr es una de estas actividades porque cuando se hace bien nos permite fluir.

Mujer corriendo y practicando meditacion

Correr es un bálsamo para la mente

Los corredores suelen hablar de que correr es como un bálsamo, una forma de navegar a través de sus problemas, de escapar del pensamiento negativo o de superar demonios personales. Más allá de la necesidad de hacer ejercicio físico, incluso de superarse físicamente (cada vez más tiempo, cada vez más rápido) surge la necesidad de superarse emocionalmente. Si puedo con esto, puedo con todo.

Correr es un movimiento rítmico y natural que permite que la energía fluya por nuestro cuerpo y se trasforme en movimiento. De esta manera, en vez de utilizar dicha energía en darle vueltas a los pensamientos y las emociones negativas la gastamos en una actividad que es capaz de estimular mucho y bien nuestro sistema nervioso y endocrino. Así, una vez que hemos liberado de energía a las emociones negativas nos será mucho más fácil trabajar con ellas: recoger la información que nos tienen que comunicar y dejarlas a un lado.

Resulta que, cuando correr estimula la meditación, cuerpo y mente se vuelven más fuertes. En este sentido, un estudio de 2016 publicado en Translational Psychiatry encontró que la combinación de meditación dirigida con correr o caminar redujo los síntomas de la depresión en un 40 por ciento para los participantes que había recibido dicho diagnostico antes de comenzar el estudio.

La clave para todo esto es que correr facilita el enfoque de la atención, especialmente cuando llevamos un tiempo practicando la carrera a pie y nuestros movimientos se automatizan y el grado de sufrimiento se vuelve mucho más controlable. Es en este momento cuando pasamos de “tirar” del cuerpo a acompañar al cuerpo, dando lugar a una especie de hipnosis que nos reconforta por dentro.

Correr hace que la mente se ralentice

Correr hace que nuestra corriente de pensamiento se ralentice. Nos da una nueva perspectiva, un nuevo ánimo. Si no has corrido nunca o lo has practicado muy poco, te pondré un ejemplo que seguro que has experimentado, ¿cuántas veces no has tenido la sensación de que un problema era gigante por la noche y pequeño por la mañana?

¿Por qué nos pasa esto? Porque nuestra manera de pensar es muy distinta en cada uno de estos momentos del día. Pues bien, corriendo también entramos en un estado diferente de pensamiento. Corriendo podemos pensar en los problemas como por la noche, buscarles soluciones mentales, pero con una gran diferencia: mientras corremos podemos liberar a través del movimiento la misma ansiedad que por la noche nos agobia.

Por otro lado, si a nuestra mente no le apetece trabajar con el problema puede dejar que la atención quede libre y ante la multitud de estímulos que existen, empezando por nuestras sensaciones corporales, nuestra mente trabajará tranquila e incluso estará en disposición de recrearse.

Incluso sin quererlo, correr hace que la mente se ralentice y que intensa tormenta de pensamiento causada por preocupaciones diversas vaya amainando poco a poco.

Hombre pensando en correr más

Correr nos lleva al momento presente

En muchas ocasiones la mayoría de nosotros no somos conscientes del momento presente. Nuestra mente va del pasado al futuro y del futuro al pasado sin detenerse en el presente, de manera que no procesamos una buena parte de la información que nuestros sentidos sí captan. Piensa que tenemos unos recursos limitados y que si nuestra mente está ocupada con elementos que considera más importantes (del pasado o del futuro) rechazará una buena parte de los que considera menos (del presente).

El objetivo central de cualquier práctica de meditación es ayudar a llamar nuestra atención al momento presente, entendiendo este como una parada necesaria y que le da continuidad al segmento pasado-futuro. La concentración mental es el fundamento de todas las prácticas de meditación, cuyo objetivo es llevarnos a un estado de conciencia en el que el enfoque no nos haga perder la perspectiva. Así, con la meditación podemos ver el árbol sin perder la noción del lugar del bosque en el que nos encontramos.

Correr nos ayuda a hacer exactamente eso, a ser más conscientes del momento presente y a tolerar mejor los problemas que han surgido o los que tememos que aparezcan en el horizonte. Además, nos conecta con el momento presente porque ensancha muchísimo el canal de comunicación con nuestro cuerpo, una “máquina” prácticamente perfecta y a la que nos hemos acostumbrado a ignorar, salvo cuando nos manda una señal de queja o dolor.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.