El dañino ciclo de “me sentiré mejor cuando…”

Todos hemos caído en el ciclo de “me sentiré mejor cuando…” alguna vez, pues todos tenemos metas a largo plazo. Descubre aquí más sobre este pensamiento.
El dañino ciclo de “me sentiré mejor cuando…”
Sara González Juárez

Escrito y verificado por la psicóloga Sara González Juárez.

Última actualización: 26 enero, 2024

Se tiende a pensar que las aspiraciones a largo plazo son un camino llano, donde la meta siempre está en la misma dirección. Nada más lejos de la realidad: es más parecido a una cadena montañosa, donde las cuestas y las bajadas se suceden. Por eso, detrás de cada cuesta es fácil caer en el ciclo de “me sentiré mejor cuando…”.

Con esta estrategia, nuestra mente trata de aliviar la pesadez del esfuerzo que conlleva superar dificultades. Coloca un premio al final, ya sea en forma de descanso o de recompensa.

De esta manera, la persona aguanta la incomodidad y sigue esforzándose. Pero, ¿qué pasa cuando el ciclo nunca termina? Cuando el objetivo final aún está lejos, parece imposible pararse a descansar o a disfrutar los pequeños logros. En este artículo profundizaremos en esta cuestión, así que no te lo pierdas.

¿Cómo funciona este ciclo de pensamiento?

Este ciclo de pensamiento es fácil de encontrar en personas que tienen un objetivo a largo plazo. Cuando se imaginan a sí mismas llegando a la meta, se trata de una imagen de alivio, triunfo y descanso. Sin embargo, ¿qué pasa por el camino?

Como se decía más arriba, hasta que se alcanza la meta lejana suelen ser necesarias varias pequeñas victorias. No obstante, si no se aparta el foco de atención de la primera, estos logros pasan desapercibidos, de modo que la persona no encuentra satisfacción en ellos (ni tampoco descanso).

Todo este proceso conduce a la frustración, al estrés crónico y, también importante, a no priorizar bien los recursos que se destinan a cada objetivo. Para que te hagas una idea, aquí tienes algunos ejemplos del ciclo de “me sentiré mejor cuando…”:

  • Encuentre pareja.
  • Tenga un hijo.
  • Termine los exámenes.
  • Me vaya de vacaciones.

Pero, ¿qué pasa cuando ese futuro nunca llega? ¿Y si cuando lo hace ya has pasado al siguiente objetivo? El estrés continúa, y podemos tener la sensación de que parece que la vida ni mejora ni avanza. Por eso, a continuación tienes algunas ideas que te pueden ayudar a salir de esta espiral.

Mujer pensando

Cómo romper el ciclo de “me sentiré mejor cuando…”

Este regusto amargo que trae no encontrar alivio en los propios logros lleva a muchas personas a abandonar sus objetivos, así como a padecer estrés o incluso trastornos de ansiedad o depresión. Si es tu caso, antes de llegar a este punto, plantéate seguir alguna de las recomendaciones que tienes a continuación.

Disfruta los pequeños logros

Cuando se trata de grandes aspiraciones, conviene disfrutar de lo que se va consiguiendo por el camino. De esta forma, serás capaz de crear pequeñas pausas mentales en las que disfrutas de la sensación de completar un trabajo sin que ello te desvíe de tu objetivo final.

Grabar estas pequeñas satisfacciones en tu mente no solo te ayudará a reafirmar tu capacidad de logro, sino que también hará que te esfuerces más. Este proceso también combate el síndrome del burnout y los problemas de autoestima derivados de la fatiga.

Practica la introspección

Muchas veces, con la determinación de alcanzar una meta, perdemos la perspectiva de uno mismo. Se hace visión de túnel hacia el objetivo y se realizan comparaciones con otras personas, lo que lleva a la frustración y la sensación de fracaso.

Para un momento y analiza tu imaginación. ¿Qué historias genera tu mente sobre ti y los otros? ¿Te ayudan a avanzar o en última instancia suponen un obstáculo? ¿Es ese el único camino que puedes tomar? No pierdas de vista dónde te encuentras y hacia dónde te diriges.

Disfruta el camino

El propio esfuerzo de llegar a la meta puede proporcionarnos satisfacción. A priori puede sonar algo extraño, pero piensa en este ejemplo: aunque no llegues a ser el mejor guitarrista de tu banda, centra tu atención en cuánto has mejorado. Observa lo rápido que se mueven tus dedos por los trastes y las cuerdas, ¿no ha evolucionado tu destreza desde que empezaste?

Mirarse a uno mismo mientras se superan dificultades, se mejora y se aprende puede ser tan positivo como alcanzar la meta. Además, esto es un factor de protección en el caso de que no consiguieras llegar hasta donde te propones.

Mujer caminando

No te conviertas en tu proyecto

Superarse a uno mismo es un objetivo que suele ayudarnos, una referencia válida, pero hay que tener cuidado, ya que siempre existe un yo al que superar. Así, podemos instalarnos en un estado de tensión constante alimentada por la aspiración de no parar de crecer, de mejorar, de saber o de rendir.

Por otro lado, identificar que tenemos margen de mejora en un área no implica que nos tengamos que poner a ello inmediatamente; es mucho mejor integrar esta pretensión en un conjunto global de prioridades.

Piensa en alguien que esté superando una adicción. ¿Le dirías que es culpa suya tener una recaída cuando se le muere un ser querido? ¿Ayudaría eso a que volviese a rehabilitación? Seguramente no. Por eso, si te atascas en algún punto, recuerda que lo importante es seguir intentándolo y que no por ello eres peor persona.

Centra tus esfuerzos en lo crucial

De vez en cuando es bueno pararse a analizar todos los aspectos del proceso hasta el éxito. Pregúntate qué te está frenando, cuánto tiempo dedicas a tus seres queridos y actividades favoritas o de dónde viene tu frustración. Una vez lo tengas todo en perspectiva, puedes repartir tus recursos mentales y físicos en lo que sea más relevante.

Y, por último, recuerda que todo el mundo es susceptible de caer en estos ciclos. En una sociedad donde se mide a las personas por sus logros y su productividad, muchas personas llegan a sentir una ansiedad muy grande cuando sienten que no están aprovechando el tiempo en este sentido, ya sea formándose o trabajando. Así, no paran de proyectar en su horizonte requisitos o metas detrás de los que sitúan su anhelada e inalcanzable tierra prometida.


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