Deseos prohibidos, la diferencia entre pensar y hacer

Deseos prohibidos, la diferencia entre pensar y hacer
Andrea Pérez

Escrito y verificado por la psicóloga Andrea Pérez.

Última actualización: 10 junio, 2018

En ocasiones fantaseamos con ideas que nos provocan sentimientos ambivalentes. Hilos de pensamiento que aparecen casi por arte de magia y que en la mayoría de los casos son una hipótesis un tanto perversa -por lo tanto, no solemos compartirla- que en el fondo no deja de suscitarnos cierto deseo. El hecho de identificar estos deseos, que por otro lado condenamos éticamente, es lo que produce este caudal de emociones enfrentadas. Así los identificamos como deseos prohibidos.

Sin embargo, la diferencia entre pensar y hacer es considerable. Si se hiciese realidad todo lo que pasa por nuestra imaginación seguramente, a día de hoy, nos habría tocado la lotería varias veces y habríamos “asesinado” incluso a muchas de las personas que han aparecido en nuestras vidas para ponernos zancadillas.

Cuando imaginamos cosas positivas, como tener dinero o que a la otra persona le vaya bien, nos invaden emociones agradables. Esto no suele ocurrir cuando deseamos el mal ajeno o cuando fantaseamos con personas diferentes a nuestra pareja. Estos pensamientos normalmente van asociados a sentimientos más desagradables.

Mis deseos me hacen sentir culpable

En muchas ocasiones lo que pensamos nos avergüenza, nos hace sentir culpables, queremos que desaparezca y nos autoengañamos diciendo que esos impulsos realmente no existen. Pero están ahí y por evitarlos no van a desaparecer.

Cuanto más intentamos huir de dicho deseo, más nos persigue. Es un efecto paradójico, como lo que nos ocurre cuando nos proponemos no pensar en un oso blanco y no podemos parar de pensar en él. Cuanto más lo intentas evitar, más fuerza cobrará ese pensamiento.

Para que tú mismo puedas comprobar como a veces pensar algo nos puede hacer sentir emociones negativas te propongo un experimento. Coge un papel y escribe el nombre de la persona que más quieras y te importe en este mundo. Resérvalo, un poco más adelante te diré cual es el siguiente paso.

Hombre lobo con mujer entre sus brazos

Fusión pensamiento-acción

De manera racional sabemos que pensar es algo muy diferente a hacer. A nadie se le ocurría que por pensar y desear fuertemente que va a ganar el premio gordo de la lotería. Sin embargo, la mente no siempre funciona de forma racional.

En ocasiones se produce una fusión pensamiento-acción en el que creemos que cuanto más pensemos sobre algo, más posibilidades habrá de que ocurra. De esta forma, podemos caer en el error de que cuanto más deseemos algo o a alguien, más probabilidades tendrá de ser real.

Continuamos con el experimento anterior. Vuelve a coger la hoja de papel dónde habías puesto el nombre de esa persona especial. Ahora, a continuación, escribe “ojalá se muera mañana” ¿Cómo te hace sentir eso?

¿Soy mala persona por tener deseos prohibidos?

Debemos partir de la base en la cual el concepto malo y bueno es algo subjetivo y con unos límites muy difusos. Un objeto o persona tendrá una cualidad u otra dependiendo de la situación y el punto de vista con el que se mire.

Ningún pensamiento o deseo nos hace buenos o malos. Todas las personas, independientemente de cómo sean, tienen pensamientos tanto agresivos como afectivos y eso no les convierte ni en buenas ni en malas personas, simplemente los convierte en lo que son, seres humanos pensantes, personas con la maravillosa capacidad de imaginar.

Recordemos, como hemos dicho, que pensar no es lo mismo que hacer. Podrías soñar que tienes el coche de tus sueños y eso no implicaría que al despertar el coche siguiera ahí. De la misma forma, puedes desear tener relaciones sexuales con otra persona sin que eso implique que realmente las vayas a tener.

Chica tumbada con mariposas alrededor

Dónde está el límite

A veces, la culpa puede llega a ser tan intensa que nos desborda. Puede parecer que los deseos toman vida propia a través de nuestras acciones y tenemos la sensación de que somos incapaces de controlar tanto lo que pensamos, como lo que hacemos.

La falta de control sobre nuestros deseos o el intenso malestar son indicadores de alarma que nos ponen sobre aviso. Una alerta que nos dice que quizás estamos desbordados por no saber manejar lo que nos ocurre.

Cuando tus deseos afecten a tu vida diaria, te causen un profundo malestar, o tus acciones, movidas por tus deseos, puedan promover algún tipo de práctica que atente contra los derechos de otra persona o contra el propio medio será el momento de pedir ayuda e intentar aprender a convivir de forma más sana con tus deseos.

Como lidiar con nuestra mente

Los pensamientos, pensamientos son y como tal hay que tomarlos. Los deseos y pensamientos no tienen más poder que el que tú les des. No es necesario, ni recomendable, que niegues o huyas de tus deseos. Simplemente déjalos estar ahí, disfrútalos cuando vengan y pasado un tiempo estos se irán.

“No trates de expulsar los pensamientos. Dales espacio, obsérvalos y déjalos ir”.

-Jon Kanat-Zinn-

Mujer sujetando una fresa

La mente es un mundo lleno de posibilidades, donde podemos fantasear, desear, jugar y experimentar sin que ello se traduzca necesariamente en acciones. Solo en la mente somos realmente libres y solo en ella tenemos la ventaja de poder ser los propietarios del verdadero objeto de nuestro deseo.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.