El amor en los bebés es el mejor estímulo para formar vínculos afectivos

Cuando se tienen hijos, muchas preguntas vienen a la mente, así como dudas sobre cómo hacerlo. La verdadera fórmula mágica es el amor. El afecto hacia un bebé es crucial para su desarrollo. ¿Quieres saber más?
El amor en los bebés es el mejor estímulo para formar vínculos afectivos
María Vélez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Vélez.

Escrito por María Vélez

Última actualización: 20 abril, 2020

El afecto es una gran fortuna que pocas veces valoramos: cuando lo recibimos estamos muy lejos de entender la inmensa suerte de haber cumplido nuestros primeros años en un entorno lleno de amor en el que hemos podido formar unos vínculos afectivos seguros.

Los recién nacidos son capaces de oler amor, bondad, rechazo…es por eso que ya en el primer año de vida prefieren estar acompañados de unas personas y no de otras. Incluso antes de dar sus primeros pasos, el pequeño ya empieza a relacionarse con las emociones y a poner los primeros pilares de lo que será su desarrollo emocional: un proceso fascinante en el que se verá inmerso durante toda su vida. Uno de los primeros hitos de este desarrollo será crear los primeros vínculos afectivos.

Si nos paramos a pensar, probablemente reparemos en que bebés y adultos no somos tan diferentes a la hora de elegir a nuestras personas favoritas y crear vínculos afectivos con ellas. La explicación parece sencilla: aprendemos a discriminar entre quienes que nos tratan bien y nos aportan bienestar y de quienes no podemos esperar nada de ellos.

madre e hija

¿Por qué son tan importantes los vínculos afectivos en el recién nacido?

Varios estudios mantienen que los vínculos afectivos son fundamentales para un bebé. Por ejemplo, el experimento de Harlow muestra que la privación de muestras de afecto maternas provoca problemas en el proceso de desarrollo y aprendizaje de los niños. Estos problemas van desde dificultades en el crecimiento, hasta problemas emocionales.

Este lazo se construye cuando los padres aportan al niño una serie de cuidados duraderos que van más allá de satisfacer las necesidades básicas, como cubrir la alimentación o proporcionar un techo. Hablamos de apoyo, protección, bienestar, contacto físico, cariño, amparo en situaciones de malestar, etc.

No se debe subestimar la agudeza emocional de los bebés, pues es durante sus primeros años de vida cuando comienzan a organizar minuciosamente todas sus experiencias sociales. Así, no pierden detalle de todo lo que observan a su alrededor, absorbiendo todas las diferencias que encuentran y manifestando preferencias frente a estas.

padre con su hijo

¿Qué habilidades tiene el bebé para formar ese vínculo?

El bebé se desenvuelve en el mundo es a través de sus sentidos: el tacto, el olfato, el gusto, la vista y el oído son sus armas vitales de aprendizaje y las que le sirven para relacionarse con todo su entorno. Sus canales de pensamiento más complejo todavía no están abiertos y su forma de interactuar tiene mucho que ver con los impulsos y el instinto.

De manera innata, los bebés tienen preferencia por la voz humana. Así, cada vez que escuche la voz de sus figuras de apego, varias partes de su cerebro se activarán y comenzarán a producir miles de conexiones necesarias para el proceso de desarrollo.

Por otro lado,  los bebés responden rápidamente al contacto piel con piel y al contacto visual. Los dos actúan como relajantes naturales para ellos, al mismo tiempo que favorecen el crecimiento físico y el desarrollo óptimo general del neonato.

mano-abuelo-bebe

¿Cómo se establecen los vínculos afectivos?

Cualquier instante es una oportunidad perfecta para mimar y acurrucar a tu bebé. Sin embargo, hay ciertos momentos que son más sensibles y propicios para la creación del vínculo. Hablamos de lugares temporales que, aunque muchas veces parezcan obvios, suelen pasarse por alto.

El primero de todos, por supuesto, sucede cuando la madre coge al bebé inmediatamente después del parto, o para amamantarlo, ya que en ese momento el recién nacido es especialmente receptivo. Desgraciadamente, hay partos en los que existen complicaciones y nada más nacer el bebé necesita tratamiento; sin embargo, no tiene por qué afectar a los vínculos afectivos que se establezcan más tarde.

Las siguientes lactancias siguen siendo momentos estupendos para continuar con el vínculo. Tanto si se le da el pecho como el biberón, es una oportunidad perfecta para disfrutar, para mirar a los ojos del bebé y para hablarle. Desde muy pronto los bebés tienden a imitar las expresiones faciales, los gestos, y los sonidos de sus figuras de referencia.

Bañarse con el bebé, imitar sus movimientos, dar masajes infantiles, o solo el hecho de levantarse a media noche para darle el biberón o el pecho y cambiar el pañal al pequeño, son pequeños instantes que ayudan a establecer el vínculo de apego con el bebé.

Mujer con su hijo

Desprendiendo cariño

La formación del vínculo con los hijos es una experiencia única y personal, sumamente enriquecedora. En definitiva, hablamos de uno de los mayores privilegios que acompaña al título de la maternidad y paternidad. No hay ninguna fórmula mágica que indique cómo se tiene que llevar a cabo, porque no hay pasos que valgan a la hora de desprender cariño y amor por los cuatro costados. Es un proceso natural al que solamente los padres tienen que entregarse.

El lapso de tiempo en el que los niños son pequeños es muy efímero, pero en él se crean las bases sólidas sobre las que los niños construyen los lazos afectivos que les unen a sus personas de confianza y la personalidad que le acompañará durante el resto de su vida.

Piensa que lo que los padres consigan trasmitirle en esos momentos lo llevará siempre consigo. Disfruta de tu bebé sin límite de besos, abrazos y caricias, aprovecha este abrir y cerrar de ojos lleno de emociones y vivencias inolvidables. Dale todo de ti y deja que te quiera.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.