El experimento Tuskegee: nunca olvidar, para no repetir

Un estudio científico sobre la sífilis, conocido como «el infame Estudio Tuskegee», duró más de 30 años. Hoy, incluso entendiendo las circunstancias sociales en las que se realizó, sorprende que se pusiera en marcha.
El experimento Tuskegee: nunca olvidar, para no repetir
Cristina Roda Rivera

Escrito y verificado por la psicóloga Cristina Roda Rivera.

Última actualización: 30 enero, 2024

El experimento Tuskegee en Macon County, Alabama, es descrito como un caso atroz de racismo en la ciencia. Este estudio puso en evidencia a la comunidad científica norteamericana; además provocó la revisión y el endurecimiento de los parámetros y las normas éticas existentes hasta entonces.

La pesquisa Tuskegee consistió en analizar la evolución de la sífilis en hombres de raza negra con un nivel socioeconómico bajo. La muestra era reclutada bajo el lema de «mejorar su mala sangre» y promover el estado de buena salud por parte de las autoridades sanitarias.

Pero el objetivo real de la investigación no era mejorar la salud de los participantes. La indagación pretendía  confirmar una serie de prejuicios racistas sobre la salud de la población afroamericana, con especial hincapié en su falta de cuidado o promiscuidad. De hecho, cuando finalmente se encontró un tratamiento para la sífilis, a los participantes no les facilitaron la medicación.

¿Qué hubo detrás del experimento Tuskegee?

Seiscientos hombres afroamericanos del condado de Macon, Alabama, se alistaron en 1932 para participar en un experimento científico sobre la sífilis. El ‘Estudio Tuskegee de la sífilis no tratada en el hombre negro’ lo desarrolló el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos. Incluyó exámenes de sangre, radiografías, punciones espinales y autopsias de los sujetos.

El fin era «observar la historia natural de la sífilis no tratada» en poblaciones negras. Estas personas no lo sabían, simplemente les dijeron que les suministrarían medicamentos para la «mala sangre». Pero en realidad no les dieron ningún tratamiento. Incluso después de descubrir la penicilina como una cura segura y confiable para la sífilis, la mayoría no tuvo acceso a ella.

El experimento Tuskegee: entender la América de entonces para contextualizar el estudio

Durante y después de la Guerra Civil en EE. UU. la idea de que los afroamericanos representaban una especie diferente de los estadounidenses blancos era compartida por una buena parte de la población. De igual forma, creían que los niños de raza mixta eran propensos a muchos problemas médicos.

Una buena parte de la comunidad científica defendía que los cerebros de los afroamericanos estaban poco evolucionados, planteaban como prueba que sus genitales estaban demasiado desarrollados. Se afirmó que los hombres negros tenían una perversión intrínseca por las mujeres blancas y que eran inmorales, con un apetito sexual insaciable.

Todo esto importa porque a partir de estos prejuicios de raza, sexualidad y salud los que los investigadores emprendieron el estudio Tuskegee. Consideraban que las personas negras eran extremadamente predispuestas a las infecciones de transmisión sexual. Las bajas tasas de natalidad y las altas tasas de aborto espontáneo se atribuyeron universalmente a las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS).

La justificación de Experimento Tuskegee

Las autoridades médicas suponían que todas las personas negras, independientemente de su educación, antecedentes, situación económica o personal, no podían ser convencidas de recibir tratamiento para la sífilis. Por lo tanto, justificaban el propósito del experimento. Simplemente se trataba de observar la progresión natural de la sífilis dentro de una comunidad que no buscaría tratamiento.

El Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos estableció su estudio en el condado de Macon por las altas tasas de contagio en la localidad; se hablaba del 35 % de la población. En 1932, los pacientes iniciales entre las edades de 25 y 60 fueron reclutados con el pretexto de recibir atención médica gratuita para la «mala sangre».

Este era un término coloquial que abarcaba anemia, sífilis, fatiga y otras afecciones. Aplicaron exámenes físicos, radiografías, punciones espinales y, cuando murieron, autopsias.

Paciente en consulta médica
Especialistas asumieron que por falta de educación los afrodescendientes no serían convencidos de recibir medicación contra la ITS.

La crueldad racista

Varias veces, a lo largo del experimento, los investigadores trabajaron activamente para garantizar que sus sujetos no obtuvieran tratamiento contra la sífilis. En 1934 proporcionaron a los médicos del condado de Macon listas de sus sujetos y les pidieron que no los atendieran. En 1940 hicieron lo mismo con el Departamento de Salud de Alabama.

La verdadera naturaleza del experimento Tuskegee

La naturaleza real del estudio Tuskegee era, en lugar de simplemente observar y documentar la progresión de la sífilis en la comunidad, como se planeó, permitir la intervención de los especialistas.

Primero, diciéndoles a los participantes que eran tratados (una mentira) y luego evitando que buscaran una medicación que podría salvar sus vidas. Así se consumó la hipótesis original de la indagación.

Dicha hipótesis consistía en que la gente del condado de Macon probablemente no solicitaría tratamiento y, por lo tanto, podría observarse la progresión de su sífilis. El estudio se convirtió en una profecía autocumplida.

Descubrimiento de la penicilina

En 1947, la penicilina se convirtió en el tratamiento estándar de la sífilis, lo que llevó al Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos a abrir varios centros de tratamiento rápido para contrarrestar la enfermedad con el antibiótico. Mientras tanto, evitaban activamente que 399 hombres consiguieran el medicamento.

La institución norteamericana argumentó que sus participantes no buscarían penicilina ni se apegarían a los planes de tratamiento prescritos. Afirmaron que la muestra, todos hombres negros, era demasiada conservadora para visitar a un médico. Sin embargo, si estas personas se creían atendidas, por qué iban a pedir otro tratamiento.

En 1965, alegaron que era demasiado tarde para dar penicilina a los sujetos, ya que su sífilis progresó demasiado y el medicamento les ayudaría. No obstante, la penicilina se recomienda en todas las etapas de la infección; de manera que pudieron haber detenido el avance de la patología.

En 1947 se escribió el Código de Núremberg y en 1964 la Organización Mundial de la Salud publicó su Declaración de Helsinki. Ambos tenían como objetivo proteger a los humanos de la experimentación; a pesar de esto, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades decidieron continuar el estudio hasta 1969.

Tratamiento contra la sífilis
Aunque la penicilina era el tratamiento indicado contra la ITS los investigadores nunca la suministraron a la muestra.

El fin del experimento Tuskgee y las denuncias

El experimento no acabó hasta que Peter Buxtun filtró información al New York Times, abriendo el debate y protagonizando la portada el 16 de noviembre 16 de 1972.

La Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color interpuso una demanda colectiva contra el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos. Finalmente, se resolvió la querella dos años después por 10 millones de dólares. Se acordó pagar los tratamientos médicos de todos los participantes sobrevivientes y de los miembros de la familia infectados. La última víctima murió en 2009.

En respuesta a los hechos de Macon County, el Congreso aprobó la Ley Nacional de Investigación en 1974 y la Oficina de Protección de la Investigación Humana. Obtener el consentimiento informado se hizo necesario para toda experimentación en personas. Hasta el día de hoy, nadie ha sido procesado por su responsabilidad en el caso Tuskegee.


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