El vértigo de empezar de cero, inicios revolucionarios
Empezar de cero produce vértigo. Los nervios se arremolinan en el estómago, en la mente, aceleran el corazón e incluso el suelo bajo nuestros pies… Los miedos son muchos, pero las necesidades por darnos nuevas oportunidades infinitas. ¿Cuántas veces nos hemos visto a lo largo de nuestra existencia en estos puntos de partida tan determinantes y angustiosos a la vez?
Puede que muchas o puede que ninguna. La realidad es que el hecho de dejar gran parte de las cosas que nos son conocidas para iniciar una nueva etapa no es algo fácil y no todo el mundo encuentra la valentía para lograrlo. Sin embargo, la mayoría lo hemos pensado alguna vez. Oprimir el botón de reinicio y que todo sea nuevo, que lo que ahora nos atosiga quede atrás para saltar hacia nuevas puertas, nuevos aires y un nuevo yo.
La idea nos gusta, es atrayente. Sin embargo, ese proceso demanda fortalezas psicológicas y actitudes abiertas, además de algo decisivo: tener clara nuestra experiencia para no caer en los mismos errores, para dar forma a una realidad más acorde a nuestros valores y necesidades.
Comprometernos en los cambios pasa primero por firmar un acuerdo con nosotros mismos. Profundicemos un poco más en este tema.
Empezar de cero: la valentía de dejar ir para empezar de nuevo
En más de un momento de nuestra vida percibimos que hay algo que falla. A veces, es nuestro trabajo, demasiado exigente, desgastante, de los que quitan el ánimo al levantarse por la mañana. En otras ocasiones, son nuestras relaciones, la pareja, los amigos, la familia… Hay dinámicas que acaban dando más sufrimiento que felicidad y sentimos que es necesario un cambio y poner distancia.
Por otro lado, también es común que lo que necesitemos es vernos a nosotros mismos en otro escenario, con otras vistas, otra gente y otras ocupaciones. La necesidad de renovación del yo, de actualización personal, exige a menudo empezar de cero y eso es algo que podemos sentir varias veces a lo largo de nuestro ciclo vital.
No obstante, como bien hemos señalado, no todos nos atrevemos o hallamos esas fortalezas psicológicas capaces de impulsarnos, de darnos determinación cuando las dudas nos hacen temblar. Detallemos por tanto qué recursos deberíamos empezar a desarrollar en esas etapas personales.
Focalización: recuerda por qué lo haces y qué esperas
Focalizarse, movilizar nuestra atención, motivación, pensamientos y actitudes hacia nuestro objetivo, que no es otro que promover ese avance hacia una nueva etapa. Para conseguirlo y vencer el pinchazo de esos miedos que traen las dudas, debemos recordar por qué lo hacemos, cuál es el motivo por el que queremos empezar de cero.
- Es conveniente clarificar los motivos que nos impulsan hacia ese salto vital: quiero progresar, quiero dejar atrás situaciones que me han hecho infeliz, espero crecer como persona…
- Asimismo, es bueno recordar lo que nos dice la neurociencia sobre esos cambios vitales. Se sabe que quedarnos atrapados en circunstancias estresantes o poco motivadoras es nocivo para la salud neurológica. La rutina y esas pautas comportamentales y relacionales repetitivas hacen que el sistema nervioso no cree nuevas vías neuronales y acabe perdiendo agilidad cognitiva.
Templanza: no es empezar de cero, es partir de la experiencia
La persona que actúa con templanza maneja bien los miedos. Esto no significa que no los sienta, porque empezar de cero suscita cierta inseguridad e incluso angustia. Sin embargo, debemos hacer uso de esa fortaleza psicológica que es la serenidad interna y la calma, porque en realidad la línea de salida no es cero, partimos desde la experiencia.
¿Qué significa eso? Implica, por ejemplo, que sabes muy bien qué estás dispuesto a conseguir y qué no vas a tolerar de nuevo. Sabes cuáles son tus límites, tu corazón sabe qué es lo que ha dejado atrás y qué es lo que espera tener por delante: equilibrio, libertad, autorrealización, calma y felicidad.
Por tanto, apaga esos miedos porque ya no vas a tropezar con la misma piedra. Vas a allanar el camino para desplegar bien tus alas.
Autoconfianza: sé lo que quiero, sé lo que merezco y voy a lograrlo
Las personas somos eternas funambilistas buscando el equilibrio en la vida. Por ello, debemos entender que si nos quedamos quietos, lo más probable es que nos vengamos a bajo. Hay que avanzar con un pie delante de otro y con la mirada al frente. Debemos movernos porque la propia existencia es movimiento y nosotros formamos parte de ese ritmo, de ese eterno fluir.
Empezar de cero es de valientes pero también de esas personas que saben lo que quieren y van a por ello. Algo así se logra aunando autoconfianza, recordando nuestro potencial, esos puntos fuertes que siempre nos han ayudado. Es también fortalecer la autoestima, la motivación y esa determinación que nos susurra a cada instante que el pasado no determina el futuro.
Porque el futuro lo creamos nosotros. Y lo hacemos saliendo de esas zonas de confort en las que nada crece. Si no hay estímulos, si no hay amor del bueno, si lo que nos rodea no estimula la mente ni hace bombear el corazón, hay que buscar otros rumbos. Uno donde nos guste esa nueva versión de nosotros mismos, esa que está lista para dar lo mejor de sí y construir una nueva felicidad.
Pensemos en ello.