Empieza a caminar y encontrarás el camino

Con frecuencia, la ansiedad y la tristeza nos paralizan. Solo deseamos aislarnos y bajar los brazos. En estos casos, un primer paso puede cambiarlo todo.
Empieza a caminar y encontrarás el camino
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 01 agosto, 2022

Cuando la vida cambia los planes, cuando la adversidad golpea o el estrés se acumula sin dar tregua, nos paralizamos. Permanecemos aturdidos en medio de la oscuridad sin saber cómo seguir. Todos los puentes parecen quemados y la mochila pesa tanto que parece anclarnos al suelo. Pero empieza a caminar, y verás cómo surge el camino.

Seguramente estés cansado, agotado más bien. Tal vez la tristeza, el miedo o la ira te gritan al oído que es hora de bajar los brazos, de rendirse. Que ya diste todo de ti y solo lograste llegar a la confusión y la sensación de fracaso que hoy te rodea. Quizá, piensas, no estés hecho -en especial, ahora- para una vida plena.

Sin embargo, si logras acallar el destructivo diálogo de tu mente y tan solo empiezas a caminar, todo se irá aclarando. Nunca abandonarías a un ser querido en sus peores momentos; entonces, ¿por qué abandonarte a ti? Piensa en todo lo que harías por la persona que más amas en el mundo; ahora, hazlo contigo.

Mujer con una nube en la cabeza que representa los sesgos cognitivos

Un paso a la vez

Cuando sientas que has tocado fondo es importante que aprendas a mirar en perspectiva y a dividir tu objetivo en pequeñas metas. Si tienes fobia social, no te impongas a diario la obligación de participar en reuniones multitudinarias o dar conferencias frente a un gran público. Marcarte estas exigencias y culparte por no lograrlas sería poco realista; pero, sobre todo, sería cruel.

Si sufres depresión desde hace años y piensas en viajar por el mundo cuando apenas logras levantarte de la cama cada día, un futuro mejor te parecerá inalcanzable. Igualmente, si esperas olvidar por completo a tu expareja pocos días después de la ruptura, te frustrarás y castigarás cuando la inevitable y sanadora tristeza aparezca.

Comienza por aceptar tu proceso, el que sea que estés atravesando. Míralo de frente y asúmelo como parte de tu realidad actual. Ante todo, recuerda que es exactamente eso: un proceso. Si únicamente miras a la meta, te inundarán la angustia y la incertidumbre. Sin embargo, si te enfocas en el siguiente escalón, todo se tornará más accesible.

El primer paso quizás no te lleve a donde quieres llegar, pero te saca de donde estás ahora. No subestimes el valor de cada pisada, de cada pequeño acto, pues a través de ellos irás reconstruyendo tu autoestima y tu confianza en tus capacidades.

Así, comienza por hablar con un vecino en el ascensor. Empieza por ducharte y salir a la compra. Acepta ese café con una amiga, aunque solo desees quedarte en casa recordando a tu ex pareja. Da un paso cada vez, y el camino se irá trazando bajo tus pies.

Camina hacia delante

Muy a menudo, cuando nos paralizamos, lo hacemos adentrándonos en círculos viciosos que solo empeoran nuestro malestar. Por ejemplo: no tengo trabajo, me siento inútil y fracasado por ello, y mi solución es evadirme con otras actividades para no pensar ello. Evidentemente, sigo desempleado porque no estoy buscando trabajo, y el ciclo continúa.

Otro caso: nadie me invita a planes, reuniones o fiestas. Me siento solo e inadecuado; por ende, me aíslo por miedo al rechazo. La consecuencia lógica es que, al aislarme, no lograré entablar relaciones y seguirán sin invitarme.

Son muchos los círculos infinitos en los que nos vemos envueltos sin tan siquiera darnos cuenta. Pero hemos de recordar que está en nuestra mano cambiar nuestras condiciones actuales si no somos felices. Solo hemos de detectar el ciclo y dar un paso en otra dirección, salir de él, caminar hacia delante. 

Mujer caminando descalza

Empieza a caminar y encontrarás el camino

En definitiva, en ocasiones es necesario y saludable detenernos. Parar, respirar y comprender lo que está ocurriendo. Realizar un ejercicio de introspección y calmar la mente. Mas la única manera de hallar el camino es comenzar a caminar.

No es necesario saber con exactitud a dónde vamos, ni cómo vamos a llegar. No es posible esperar a sentirnos confiados para comenzar a movernos, pues la confianza surge de los pasos que damos. 

Teorizar y preocuparnos sin tomar acción es realmente dañino. Nos colapsa, nos angustia y nos atemoriza. Al igual que en una bicicleta, para mantener el equilibrio hay que empezar a pedalear. Cuando te pongas en marcha, el camino irá surgiendo ante ti.


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