Enfadarse no siempre es malo

El enojo no es necesariamente algo negativo o destructivo. Esta emoción es legítima y útil en determinadas situaciones, siempre y cuando se canalice de manera adecuada.
Enfadarse no siempre es malo
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 09 febrero, 2015

 

La ira es en sí misma no es ni buena ni mala. Es lo que hacemos cuando nos enfadamos lo que importa.  La ira es una herramienta que nos ayuda a leer y responder a las situaciones sociales perturbadoras. Pero ¿cómo se puede evitar que se vaya de las manos?

Es habitual pensar que enfadarse es algo negativo. Y muchas veces intentamos reprimirnos. Pero en contra de esta creencia popular, las investigaciones indican la ira o enfado aumenta el optimismo, la creatividad y la eficacia del rendimiento. Además, esta investigación sugiere que la manifestación de la ira puede conducir a negociaciones más exitosas, tanto en la vida personal como  en el trabajo.

De hecho,   reprimir la ira puede ser realmente malo para la salud. En este sentido, el doctor Ernest Harburg y su equipo de la Universidad de la Escuela de Salud Pública de Michigan hicieron durante varias décadas el seguimiento de un grupo de adultos en un estudio sobre la ira.

Estos investigadores encontraron que los hombres y mujeres que reprimían la ira que sentían como respuesta a un ataque injusto tenían más probabilidades de contraer bronquitis y sufrir ataques cardíacos, y que eran más propensos a morir antes que sus compañeros que dejaban que su ira aflorara cuando se sentían molestos.

Cuando surge la ira, nos sentimos llamados a prevenir o poner fin a las amenazas inmediatas para nuestro bienestar, o para el bienestar de nuestros seres queridos. Pero es un error suponer que este acto bondad, compasión, amor o justicia es beneficioso. Una sociedad sana no es una sociedad libre de la ira.

Sin embargo, sí que es bueno tener precaución en lo que a la forma de manifestar la ira se refiere. La expresión de la ira puede ser  apropiada con ciertas personas en ciertas situaciones. La cuestión es cómo haces eso sin que se nos vaya de las mano.

 

¿Cómo controlar la ira?

 

Cuando se quiere expresar la ira, o cualquier emoción negativa, una forma de hacerlo es comenzar con lo que se denomina “advertencia malestar”, es decir, dejar que otras personas sepan de manera explícita que se están experimentando emociones intensas debido a algo concreto que ha sucedido. Es fácil si se dice con claridad.

Ante la posibilidad de que no quede claro, conviene pedir disculpas por adelantado, no por las emociones o las acciones, sino por la posible falta de claridad en la forma de transmitir lo que se va a decir. El objetivo de la advertencia de malestar es desarmar a la otra persona, para evitar que se ponga a la defensiva. Cuando alguien se entera de que el otro no se siente cómodo y que la conversación es difícil  aumenta la probabilidad de que surja empatía.

Después de esto, hay que profundizar en lo que molesta, lo que se piensa y se siente a causa de lo que pasó. ¿Por qué surge ira en vez de otra emoción? Es difícil manejar la ira, pero es necesario saber por qué aparece y evitar ignorarla.   En su lugar, hay que reconocer la diferencia entre lo que se puede cambiar y los que están más allá de la propia capacidad de control. Si lo que ha ocurrido está fuera de control no hay beneficio alguno en la manifestación de la ira, pero si todavía se puede hacer algo, comunicarlo de forma eficaz puede dar buenos resultados.

La clave para comunicar la ira es encontrar el tono adecuado para comunicar lo que nos desagrada.

En un segundo momento, es importante frenar la situación. La tendencia general es actuar de inmediato, sobre todo si la situación es muy tensa. Para evitar gritos o golpes innecesarios, u otras reacciones violentas, conviene darse un momento para pensar, aunque estemos en plena conversación o discusión con alguien.

Incluso es bueno hacerle saber al otro que se necesita un momento, retrasando así el avance de la situación. Las buenas decisiones deben primar respecto a las decisiones rápidas. Respira profundamente y despacio. Hay una amplia gama de opciones para elegir en una situación cargada de emociones.


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