En la esencia de quererse a una misma está el arte de disgustar a los demás

Una parte muy importante del autocuidado es quererse y respetarse a una misma. Cuando miramos hacia dentro y hacemos este ejercicio de establecer límites y reorganizar prioridades, podemos soltar algunas responsabilidades que no nos corresponden.
En la esencia de quererse a una misma está el arte de disgustar a los demás
Andrea Pérez

Escrito y verificado por la psicóloga Andrea Pérez.

Última actualización: 23 septiembre, 2022

Por cada persona que se sobrecarga de responsabilidades y tareas existe otra que vive más ligera y sin tanta preocupación. Si esto ocurre de forma habitual, llegará un punto en el que la primera persona empezará a estar muy cansada, a renunciar a actividades valiosas para ella, a sentirse ansiosa y sin salida. Será ese momento cuando seguramente reivindicará: “¡ya basta, es hora de quererse más!”.

Y será ahí, justo en ese punto de lucidez, cuando la persona empezará a despertar de su letargo cual bella durmiente. Este abrir de ojos pasará por tomar conciencia de la situación, observar el contexto que lo rodea y empezar a preguntarse qué papel tiene una misma persona en la situación.

Con suerte, si la bella durmiente decidiera seguir despertándose, empezaría a intentar librarse de alguna de esas cargas que sostenía y que ha asumido como suyas. En ese reparto, quien vivía alegremente sin esa responsabilidad, puede disgustarse y enfadarse al tener esa tarea de nuevo entre sus manos.

Mujer con ansiedad pasándolo mal

El arte de quererse y escuchar nuestras emociones

El día que Blancanieves abra los ojos lo primero que verá será un ataúd de cristal. Si habéis podido ver la película de Buried (enterrado), cuando el protagonista se ve atrapado en un ataúd bajo capas y capas de tierra, lo primero que siente no es felicidad.

Cuando te das cuenta de que estás atrapada y enterrada bajo un buen montón de tareas, lo normal es sentir angustia, ansiedad, tristeza, enfado, etc. Uno de los grandes retos que las princesas Disney encontrarán es el de analizar esas emociones desagradables e intentar entender qué mensaje llevan asociado.

La ansiedad, aunque es molesta, no es peligrosa; de hecho, durante miles de años nos ha ayudado a sobrevivir. Aparece en nuestras vidas para avisarnos de situaciones peligrosas que pueden ocurrirnos. Atender esta ansiedad, sentirla y dejar de hacer aquello que la pueda estar provocando es un acto de amor propio.

Condenar y culpar a la ansiedad por estar en nuestro cuerpo es como condenar al mensajero por darnos una carta de la cual no nos gusta el contenido.

El precio de ser la niña buena o de salvar a los demás

Si Mulán hubiera sido una niña buena y hubiera intentado cumplir con los mandatos familiares y los roles sociales impuestos, nunca se habría alistado en el ejército y ahora no tendríamos ni leyenda, ni película. Actuar para no decepcionar a los demás, especialmente a quienes quieres, es un buen primer paso para sobrecargarnos hasta morir enterradas.

Detrás de un rol de niña buena o de un rol de salvadora suele habitar el miedo desesperado a que dejen de querernos y el placer de agradar a quien se quiere. Esto en psicología lo llamamos el beneficio secundario del síntoma, es decir, si un comportamiento se mantiene en la persona, pese a que sea dañino para sí misma, suele ser porque hay algo más potente que refuerza esta conducta.

Ser la persona que se hace cargo de todo implica, por un lado, que esa persona se hace “imprescindible” y que es apreciada por ello. De hecho, suelen utilizar por frases como: “si no lo hago yo, no lo hace nadie”, “no sé qué sería de vosotros sin mí” o “cuando deje de hacerlo, ya veréis cómo me echáis de menos”, entre otras. Por otro lado, también implica evitar situaciones desagradables, como discusiones, o emociones desagradables, como el miedo a decepcionar al otro o a que no te quieran.

Estos roles no son ejercidos de forma plenamente consciente por quien los desempeña. Señalar a la princesa y asumir que ella es la única responsable de sostener este rol sería cómo señalar el cielo y mirar solo el dedo. Toda persona vive en un contexto social, cultural y familiar. Es este contexto es el que puede favorecer o no la conducta.

No quiero disgustarte, pero tampoco quiero traicionarme

Siguiendo con las princesas Disney, podemos, en este caso, tomar de ejemplo a Ariel. Cuando la sirenita quería salir fuera del agua no buscaba enfadar a su padre o preocupar a Sebastián, simplemente quería explorar más allá de lo que había conocido hasta ahora.

Cuando una persona establece límites y empieza a trabajar en su autocuidado no lo hace para disgustar a nadie, lo hace cómo reivindicación de su amor propio y fidelidad hacia sí misma. A veces, quererse y cuidarse requiere hacer el esfuerzo de tener que sostener la decepción de aquellas personas a quienes antes se complacía.

Quiero amarte sin aferrarme. Apreciarte sin juzgarte. Unirme a ti sin invadirte. Invitarte sin exigirte. Dejarte ir de mi vida sin sentirme culpable. Criticarte sin hacer que te sientas culpable, y ayudarte sin ofenderte. Si puedo obtener el mismo trato podremos conocernos verdaderamente y enriquecernos mutuamente”.

-Virginia Satir-

Ser la princesa que coge todo aquello que encuentre a su paso y lo hace propio o ser quien salva a los príncipes encantados por amor o reconocimiento puede pagarse a un precio muy alto. Ni todo el amor y agradecimiento de los siete enanitos y del príncipe pueden compensar el acabar tus días en un ataúd de cristal.

Mujer con los ojos cerrados en la playa

La asertividad como aliada

La asertividad es la capacidad de conocer cuáles son nuestros derechos y deberes en la relación con los demás. Está muy relacionada con las habilidades sociales, la autoestima y la valoración que hacemos de nosotros mismos y de los demás.

Solemos dejar en manos de las otras personas el sentirnos valoradas o respetadas en una conversación y, efectivamente, hay parte de esto que dependerá del otro. Sin embargo, otra parte, la que la persona puede controlar y utilizar, depende de una misma.

Tener claros nuestros límites, saber qué cargas podemos o queremos asumir en cada momento de nuestra vida y en cada relación, reflexionar el para qué asumimos esas cargas, quererse y hacernos respetar en las relaciones con los demás depende en gran parte de una misma.


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  • Mayer-Spiess, O. C. (2011, 19 octubre). La asertividad: expresión de una sana autoestima (Serendipity) (Spanish Edition). Desclée De Brouwer.

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