Este corto te dará una lección sobre el valor de las pequeñas cosas

Puede que utilizar robots para contar una historia sobre la esencia de la humanidad pueda resultar algo difícil, pero este corto te enseñará más de una lección. Descúbrelo.
Este corto te dará una lección sobre el valor de las pequeñas cosas
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 06 agosto, 2023

Si te hablamos de películas de animación donde sus protagonistas sean robots, estamos seguros de que al instante pensarás en WALL-E. Bien, esperamos que después de ver el corto que queremos presentarte, hagas un rinconcito muy especial en tu corazón a alguien llamado Bibo y al valor de las pequeñas cosas.

Bibo es un viejo robot inmerso en unas estrictas rutinas que de algún modo, lo obligan a seguir viviendo. Su existencia se erige a través de pequeños cosas cotidianas que le dan fuerza, que le dan aliento… Bibo vende helados y está comprometido con su trabajo porque ante todo, hace feliz a alguien, a una niña.

Bibo es un corto con una música evocadora y un mensaje que no deja indiferente. Las pequeñas cosas que cada día realiza un robot son en realidad no solo su único modo de seguir existiendo, sino de que el propio mundo, tenga sentido.

En realidad, estamos seguros de que tras disfrutar este corto van a plantearse muchas preguntas en tu mente, porque sus creadores supieron elegir muy bien al personaje, y muy bien el contexto en el que está ambientado.

En cierta forma, los robots son esos seres aparentemente artificiales y sin vida que en algún momento del futuro, estén tal vez, condenados a imitar nuestros actos y por qué no decirlo, también nuestras emocionesTe invitamos a reflexionar sobre ello en esta ocasión.

La vida imaginaria de Bibo: una historia sobre la condición humana

corto, BIBO

Bibo habita en un mundo solitario, mecánico y extrañamente artificial. En realidad, nuestro amigo y único protagonista de la historia vive en un mundo imaginario donde solo la rutina de esas pequeñas cosas que realiza cada día le ofrecen aliento. E incluso felicidad.

Bibo se encuentra suspendido en una dimensión tejida por lo mecánico y por la melancolía. Su única ilusión es esperar que den las 8 de la mañana para acudir a una plaza y ofrecer helados a los niños. Unos niños, que solo existen en su imaginación.

Podríamos decir sin equivocarnos que este personaje de aspecto cuadrado, mecánico y vacío por dentro, representa en realidad muchas de las dimensiones que nos caracteriza a nosotros. La humanidad, esa raza que aún se halla por encima de las máquinas.

  • También nosotros creamos férreos mecanismos de defensa para protegernos de nuestra realidad.
  • En ocasiones, las rutinas, los hábitos que se inscriben en el valor de las pequeñas cosas son las que crean universos enteros, las que nos permiten sobrevivir de un modo u otro. Ahora bien, no es vida en sentido íntegro, pero es un buen salvavidas mediante el cual, mantener la fuerza, la dignidad.
  • A Bibo le gustan las cosas sencillas: calentar sus pies delante de una estufa, balancearse en una mecedora y respirar tristeza mientras expira nostalgia… Es una criatura que representa muy bien parte de nuestra condición humana en un momento, en que los humanos hemos dejado de existir.
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Los mundos ilusorios que nos mantienen en pie

Todos tenemos nuestras ilusiones, nuestros mundos interiores que en ocasiones, son la única forma en la que encontramos fuerza para levantarnos por las mañanas. Esta sensación debería ser puntual, nadie debe vivir únicamente a través de sus mecanismos de defensa, de sus sueños y falsas ilusiones.

Bibo sufre la maldición de tener que vivir sólo de los recuerdos del pasado, y en especial, de una melancolía que da cuerda a sus pasos, a su corazón, a ese reloj  siempre puntual, e incluso a esa niña que en realidad, hace tiempo que dejó de ser real.

Los creadores de este corto que ha obtenido ya numerosos galardones son Anton Chistiakov y Mikhail Dmitriev. Según ellos mismos, lo que deseaban trasmitirnos en este delicado, simbólico y ante todo emotivo corto, era una sencilla reflexión sobre el ciclo del ser humano.

  • Durante un tiempo determinado las personas cumplimos una función en la sociedad, al igual que lo hizo Bibo en el pasado vendiendo helados.
  • Más tarde, llega un momento en que todo cambia y nos vemos obligados a vivir solo de los mejores recuerdos del pasado. Nos amparamos a ese mecanismo de defensa donde el valor de las pequeñas cosas nos retrotraen a emociones del ayer que se convierten en auténticos pilares que nos dan vida para segur avanzando.
  • La condición humana en este corto está sólo presente en un robot de hojalata que representa, al parecer, las últimas pulsiones de nuestra propia raza: la melancolía, el recuerdo, la tristeza y ese cariño inmenso por los seres queridos que nos empuja a hacer lo imposible. E incluso a crear un mundo imaginario que ya no existe.

Te invitamos a disfrutar del corto. ¡No dudes en compartirlo!

 


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.