4 estrategias efectivas para manejar el mal humor de tu pareja

El mal humor, como todos los estados de ánimo, se contagia. Ahora, si es nuestra pareja, una persona muy próxima a nosotros, la que lo tiene casi de manera constante, ¿qué podemos hacer?
4 estrategias efectivas para manejar el mal humor de tu pareja
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 31 enero, 2022

Cuando nos vinculamos afectivamente con otra persona, estamos asumiendo un desafío, y es que de esta relación no solo obtenemos afecto, validación y apoyo, inevitablemente también asumimos de alguna manera el riesgo de que sus sentimientos, sus actos o palabras nos dañen. Si es un amigo o un familiar el que no atraviesa su mejor momento, generalmente somos capaces de acompañar y escuchar sin ser arrastrados por sus emociones, pero manejar el mal humor de la pareja no es tan sencillo.

Cuando nuestro compañero o compañera sentimental se muestra irritado, enfadado o susceptible, se despiertan en nosotros reacciones intensas e incontrolables. Al fin y al cabo, es la persona con la que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo y la gran cercanía emocional que hay entre ambos puede llevarnos a no lograr mantener la mente clara. Por eso, queremos mostrarte algunas estrategias que te ayudarán a lidiar con estos momentos de la mejor manera.

¿Cómo te afecta el mal humor de tu pareja?

Quizá nunca te has parado a pensarlo, pero probablemente el estado de ánimo de tu pareja tenga una gran influencia en el tuyo. Las reacciones de cada uno ante estas circunstancias dependen del bagaje personal que nos acompaña, pero es común que se produzcan las siguientes.

El humor se contagia

Los estados de ánimo se contagian y los seres humanos tendemos a mimetizarnos con las emociones que flotan en el ambiente. Compartir el tiempo con una persona frustrada, enfadada o apática seguramente nos llevará a experimentar los mismos sentimientos.

Así, no importa cómo de bueno fue tu día o cuánta ilusión o energía traías antes de encontrarte con tu pareja, pues se presencia transforma totalmente estos estados. Y esto no solo afecta a tu bienestar, sino que suele derivar en conflictos y discusiones de pareja que no hacen sino empeorar la situación.

Pareja discutiendo

Crea una gran incomodidad

Esta es otra de las realidades más frecuentes y de las que no siempre somos conscientes, y es que la mayoría no soportamos contemplar el mal humor de alguien. Esto nos causa una gran incomodidad, no sabemos cómo reaccionar y únicamente sentimos un fuerte deseo de que ese estado emocional cambie a uno positivo; no solo porque busquemos el bien del otro, sino más bien para librarnos de esa sensación molesta que nos transmite.

Esto no es cuestión de egoísmo, se trata de una reacción muy natural pues normalmente nadie nos ha enseñado a lidiar con la tristeza o el enojo y a aceptarlos.

Te sientes responsable

Pese a que no exista una base lógica o racional para esto, muchas personas no pueden evitar sentirse responsables del mal humor de su pareja. No importa si conocemos el motivo de su enfado y este no tiene nada que ver con nosotros; da igual cuántas veces nos repita que no tenemos nada que ver. De algún modo, terminamos dándonos por aludidos, creyéndonos causantes de su irritabilidad o al menos culpables de no poder arreglarla.

¿Cómo manejar el mal humor de tu pareja?

Que las reacciones anteriores sean las más comunes no quiere decir que no podamos hacer nada al respecto. De hecho, podemos trabajar para ser un mejor apoyo para el otro, al tiempo que protegemos y cuidamos nuestras propias emociones. Para ello, te animamos a que pongas en práctica las siguientes pautas.

1. Toma las riendas

Es fundamental tomar conciencia de que tus estados emocionales no pueden depender de otra persona, pues entonces dejan de ser tuyos.

Es muy fácil que el enfado del otro termine inundando nuestro estado emocional, pero has de darte un espacio para reflexionar y racionalizar. ¿Qué me ocurre a mí? ¿Realmente tengo motivos para sentirme irritado o mostrarme susceptible o simplemente me estoy mimetizando con el otro?

Cuando detectes este patrón, trata de frenarlo y sustituirlo. Vigila y presta atención a tus pensamientos automáticos, a tu diálogo interno, pues es esta interpretación la que te llevará a sentirte de un modo u otro.

Si piensas “yo no tengo la culpa de lo que le ocurre, no debería hablarme así o tener esa cara mientras cenamos” inevitablemente tu enfado escalará. Por el contrario, si reflexionas: “es comprensible que esté susceptible, no se trata de algo personal contra mí”, serás más capaz de mantener tu centro.

2. Valida las emociones de tu pareja

En este punto hemos de hacer un ejercicio de empatía y pensar en qué necesita el otro y no en lo que nosotros necesitamos. Nuestro principal impulso será, como ya hemos dicho, tratar de eliminar ese mal humor; y para ello, trataremos de ofrecer soluciones, minimizar el problema o cambiar de tema. Pero, en realidad, esto solo agrava la situación y hace que la pareja se sienta incomprendida, pues lo único que requiere es una escucha compasiva.

Trata de resistir tu tentación a solucionarle la vida o a decirle cómo debería haber actuado y, en cambio, solo escucha, conecta y sé un espacio seguro en el que el otro pueda expresarse libremente sin miedo a ser juzgado o interrumpido.

3. Practica la ecpatía

La ecpatía es un concepto complementario a la empatía que resulta fundamental para evitar inundarnos por las emociones ajenas. Si queremos ser de ayuda y, al mismo tiempo, no terminar perjudicados por el ánimo del otro, hemos de aprender a tomar cierta distancia. Esto no implica abandonar a la otra persona o dejarla sola con sus problemas, pero sí priorizar nuestra salud mental y no dejarnos arrastrar.

Para esto, escucha a tu pareja, pero ten presente que pueden existir otros puntos de vista y otras interpretaciones a su relato. Procura mantenerte relajado y neutral y recuerda que no es tu tarea regular las emociones del otro ni resolver sus situaciones.

Esto es sencillo de decir, pero difícil de practicar. Especialmente si eres una persona muy empática, esto puede requerir un trabajo concienzudo por tu parte. Mantener una respiración profunda y completa puede ayudarte, así como buscar pequeños momentos y espacios de soledad para poder regularte tras interactuar con el otro.

Mujer intentando hablar con su marido

4. Busca ayuda profesional

La mayoría de las personas solo tienen que lidiar con el mal humor de su pareja en momentos esporádicos; (aun así, conviene implementar las anteriores estrategias para evitar reproches, conflictos y malestares mayores). Sin embargo, otros enfrentan esta realidad casi a diario.

El enfado y la frustración pueden instalarse en la vida de una persona con relativa facilidad si esta no ha aprendido a regular sus emociones. Además, en ocasiones, esta aparente ira puede esconder una depresión. En estos casos, buscar ayuda profesional es fundamental.

Quizá tu pareja no se haya dado cuenta de que su mal humor se ha vuelto casi una constante. Una conversación honesta y asertiva puede ayudarle a tomar conciencia, motivando la decisión de buscar ayuda. Sin embargo, también es posible que se niegue rotundamente y que le reste importancia a su irritabilidad. Si es así, quizá tú deberías buscar orientación profesional a fin de saber cómo lidiar con ese entorno emocional hostil.

No obstante, en algunos casos es posible que la opción más saludable para ti y para preservar tu bienestar sea alejarte de esta persona y finalizar el vínculo. Por supuesto que los miembros de una pareja han de escucharse, apoyarse y acompañarse, pero si el estado de uno de ellos comienza a afectar a la salud mental del otro y no quiere tomar medidas, es importante que te protejas.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


  • González, J. L. (2005). Empatía y ecpatía. Avances en Salud Mental Relacional4(2), 1.
  • Painuly, N., Sharan, P., & Mattoo, S. K. (2005). Relación de la ira y los ataques de ira con la depresión. RET: Revista de Toxicomanías45, 11-18.

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.