Gestionar el agotamiento laboral sin tener que renunciar al trabajo, ¿cómo hacerlo?
La gestión del agotamiento laboral debe ser activa, y especialmente cuando la sobrecarga laboral parece haberse convertido en moneda corriente. Por desgracia, en muchos empleos se ha normalizado la idea de que todos los colaboradores deben entregar el 1000% de su fuerza de trabajo a la organización. Así, un buen trabajador es el que está disponible 24/7, cuando no es así.
Trabajar en exceso es una epidemia. Lo habitual es que muchas personas reciban mensajes de trabajo fuera de su horario laboral, o tengan que cumplir con requerimientos de todo tipo, pero “urgentes” en todo caso, sin tomar en cuenta si tienen tiempo disponible. Los motivos para aceptar esta situación son varios: desde el temor a una represalia, a que sea lo normal en el contexto laboral en el que se desenvuelve la persona.
Por regla general, son los empleadores o los contratantes quienes deben aplicar medidas para evitar que haya sobrecarga o fatiga en los trabajadores. Sin embargo, en la práctica esto puede limitarse a un par de pausas activas o a garantizar, cuando se pueda, un día de descanso. Por eso, muchas personas deben gestionar el agotamiento laboral por sí mismas, sin esperar a que lo hagan otras.
«Aunque no es un diagnóstico médico, el agotamiento —específicamente el agotamiento laboral— está vinculado a una serie de problemas de salud, desde la irritabilidad hasta las enfermedades cardiovasculares».
-Catherine Zuckerman-
Gestionar el agotamiento laboral
Es normal que haya fatiga después de una jornada laboral exigente. El solo hecho de presentar cansancio no significa que haya agotamiento laboral, como tal. En cambio, si la fatiga se presenta de manera frecuente y es considerable, lo más seguro es que se haya subido un escalón en la escalera del cansancio. De ser así, hay que hacer algo al respecto.
Cada persona tiene su propia manera de gestionar el agotamiento laboral, aunque no se dé cuenta de ello. Algunos se ponen irritables, tienen conflictos con todo el mundo y así “liberan” parte del estrés acumulado. Otros se vuelven pasivos, como si estuvieran padeciendo una condena. Es posible que en poco tiempo experimenten tristeza y algunos signos de depresión.
Así mismo, están las personas, en especial las más jóvenes, que toman medidas drásticas. Una de ellas es renunciar a su trabajo. También es posible que se llegue a esto tras haber enfermado o darse cuenta de que su vida y su estado emocional son un desastre. ¿Cómo evitar que todo esto suceda?
Las señales de alerta
La primera y más importante de las señales que hay en el agotamiento laboral es la que ya mencionamos: el cansancio que no se disipa. No se trata de esa situación en la que una persona siente fatiga y por eso llega a la cama y se queda dormida como una piedra hasta el día siguiente, cuando se levanta y se siente renovada.
En este caso, hay una sensación de estar medio despiertos o medio dormidos todo el tiempo. Y en las noches, el sueño se hace esperar. Es difícil conciliarlo y cuando se logra, es frecuente que haya varios despertares o que al día siguiente se sienta como si se hubiese dormido poco. En una palabra, no hay recuperación de la energía.
Así mismo, se pierde el interés en las actividades fuera del trabajo. Es como si solo se tuviera energía para sobrevivir a las exigencias laborales. Hay irritabilidad, una sensación de agobio y estrés. Rara vez hay risas o juegos y se repite con frecuencia la frase emblemática: “ya no puedo más”. También es habitual que una persona en estas condiciones se enferme con más frecuencia.
¿Qué hacer?
Lo primero es reconocer que se tiene un problema. El agotamiento laboral no es un juego, sino una situación muy peligrosa que pone en riesgo la salud física y mental. No es fácil pedirle a una persona completamente fatigada que haga algo, pero es necesario. En principio, introducir dos elementos en su vida: meditación y actividad física.
Cinco minutos de meditación diaria han demostrado ser lo suficientemente poderosos como para generar efectos visibles. Solo se trata de buscar un lugar solitario y respirar profundamente, concentrándose en el recorrido del aire. Si se hace una vez a la semana, magnífico; si se hace todos los días, muchísimo mejor.
La actividad física también genera efectos muy positivos sobre la salud física y mental. Aplica lo mismo que para la meditación: cinco minutos al día. Excelente si se puede dedicar más tiempo a esto, pero si no, está bien con realizar ejercicio por ese breve lapso.
A lo anterior podrían añadirse más consejos, pero, en realidad, solo con esas dos medidas se puede alcanzar un gran impacto sobre el agotamiento laboral. De inmediato se perciben los efectos, pero los beneficios reales aparecen después de un par de meses siguiendo esta rutina. De este modo, es posible descubrir que, frente a tanta fatiga, la única alternativa no es renunciar al trabajo.
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