¿Qué hace que una casa se convierta en «nuestro hogar»?

¿Por qué hay lugares en los que nos sentimos “como en casa”? Es más… ¿Qué hace que un espacio en concreto se convierta poco a poco en nuestro “hogar”? ¿Es por la compañía, es por nuestras pertenencias físicas? Lo analizamos.
¿Qué hace que una casa se convierta en «nuestro hogar»?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 21 septiembre, 2023

Nuestra vida está orlada por sensaciones y experiencias que no siempre sabemos cómo definir. Una de ellas tiene que ver con esos espacios físicos que, en un momento dado, terminan conformando el que es nuestro hogar. No importa que esa casa o ese piso sea de propiedad o en alquiler. Hay veces en que en esa agotadora búsqueda por un lugar donde vivir sucede algo…

De pronto cruzamos un umbral, miramos a nuestro alrededor y casi sin saber cómo, nos sentimos como en casa. “¡Es esta!” -decimos casi con rotundidad-, seguros de que seremos felices entre esas cuatro paredes. Es una sensación a medio camino entre lo emocional y lo intuitivo, porque no podemos concretar con detalle qué genera esa sensación tan visceral.

Lo mismo sucede en otros lugares que no nos pertenecen. Hay veces en que, al pasar un tiempo en un hotel, en la casa de un amigo o familiar, sentimos el mismo confort que si fuera nuestro hogar. Es como si se produjera una conexión profunda con un espacio físico y lo que hay en él. ¿Cómo se explican estos fenómenos? ¿Qué hace que una casa se convierta poco a poco en parte de uno mismo?

Los psicólogos ambientales son los que estudian las relaciones de las personas con los entornos físicos donde viven.

Hombre con hijos de su pareja
Aunque nuestra familia es la que conforma nuestro hogar, esta variable no siempre es la que hace que consideremos a una casa realmente nuestra.

Factores que hacen de una casa “nuestro hogar”

Si hay una expresión conocida en todos los idiomas es la de “hogar, dulce hogar”. Sin embargo, como bien sabemos, no todos los hogares donde habitamos a lo largo de nuestras vidas son dulces ni felices. Hay dinámicas, experiencias y elementos en el interior de cada casa que determinan el bienestar de sus habitantes y, en consecuencia, el apego a dicho entorno.

Asimismo, un escenario lleno de grandes lujos y comodidades tampoco lo convierte de manera inmediata en nuestro hogar. En ese proceso de conexión emocional hacia una casa hay una serie de variables que la psicología ambiental lleva estudiando desde hace décadas. Y el tema no puede ser más fascinante.

La Universidad de Minnesota publicó un interesante trabajo del geógrafo Yi-Fu Tuan que explicaba de manera original cómo construimos las personas el concepto de “nuestro hogar”. Nuestra residencia es ese lugar donde ansiamos tener protección y libertad al mismo tiempo. En ese refugio de hormigón nos protegemos del exterior, para sentirnos libres, para ser nosotros mismos en plenitud y sin máscaras.

Ahora bien, ¿qué factores hacen que una casa se convierta realmente en nuestro hogar? Lo analizamos.

Lo que más necesitamos de un hogar es sentirnos seguros y realizados en él.

1. Las versiones de ti mismo que ves en esa casa

Este es un enfoque muy interesante y vale la pena detenernos en él. Hazel Markus es psicóloga social en la Universidad de Stanford. Ella fue la que formuló la teoría de nuestros “yoes” vinculados a un contexto determinado. Es decir, cuando, por ejemplo, estamos viendo pisos para alquilar y de pronto hay uno que nos gusta es porque nos hemos proyectado en ese espacio.

Nos imaginamos a nosotros mismos en ese hogar desempeñando múltiples funciones y siendo lo que deseamos. Nos visualizamos descansando, trabajando, cocinando, compartiendo tiempo con la familia y los amigos. Nuestro hogar es también ese espacio en el que nos desarrollamos como personas en todas nuestras versiones.

2. Un lugar donde se satisfacen tus necesidades

Vivir en una casa insalubre, reducida, sometida a un gran ruido ambiental y en la que apenas recibimos la luz del sol no cubre nuestras necesidades más básicas. Un contexto así crea desasosiego e infelicidad. Por el contrario, encontrar una propiedad tranquila, bien situada e iluminada y en buenas condiciones, ya genera en nosotros otras sensaciones.

Las personas necesitamos que ese escenario al que llamamos “hogar” cubra todas nuestras necesidades, tanto las básicas como las de autorrealización. Al fin y al cabo, una casa es un espacio donde ser, estar y crecer.

3. Lugares que te evocan a otras casas en la que fuiste feliz

Tal vez sea el color de las paredes, la vista de las ventanas o incluso el olor que desprende el ambiente. Hay casas que, como las personas, nos recuerdan a otras casas donde fuimos felices. Todos tenemos cierto apego a hogares pretéritos. Puede que recuerdes con afecto esa casa en la que vivía tu abuela, aquella en la que viviste cuando eras pequeño o la que usabais en vacaciones…

A veces, basta apreciar un pequeño detalle en un escenario para sentir esa misma sensación, la de que estás en un hogar seguro, inspirador y afectuoso.

4. Tus pertenencias también crean tu hogar

Nuestro hogar no será realmente “nuestro” hasta que llenemos sus espacios con las propias pertenencias. Porque los objetos inanimados también edifican lo que somos, también les tenemos apego y dejan impronta de quién somos en un escenario físico. Y no solo eso.

Una casa es nuestro sello de identidad cuando la decoramos de acuerdo a nuestro estilo, gusto y pasiones. Al fin y al cabo, un hogar es también el reflejo de la mente, la personalidad y las vivencias. Es por ello que necesitamos llenar las paredes con nuestros cuadros y fotografías, los estantes con nuestros libros y el salón y las habitaciones con esos muebles que tanto nos definen…

Una casa es un escenario al que dotamos de vida y carácter en el momento en que la decoramos de acuerdo a nuestra identidad.

Mujer leyendo en una ventana
Una casa se convierte en nuestro hogar cuando todas las versiones de nosotros mismos pueden desarrollarse en él.

5. Tu casa la define quien habita en ella

Una casa es como una entidad con vida propia. Se la damos nosotros en el momento en que lo hacemos nuestra, cuidándola, dándole afecto, llenándola con nuestras pertenencias y con el sonido de nuestra cotidianidad. Pero a menudo, para que un espacio de cuatro paredes sea nuestro hogar auténtico, lo que necesitamos es a las personas que queremos. 

Nuestra familia, amigos y hasta nuestras mascotas son las que dotan a dicho dominio de esa impronta emocional que lo hace verdaderamente nuestro. A veces, no importa dónde nos encontremos. Si estamos con las personas que amamos, una cabaña se convierte en un palacio y un piso de pocos metros cuadrados en un hotel de cinco estrellas en medio del Nilo.

Nuestras emociones son las que pintan las paredes y ponen las alfombras del bienestar en cualquier lugar para sentirlo como nuestro.


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  • Hinds, Joe; Sparks, Paul (2008-06-01). "Engaging with the natural environment: The role of affective connection and identity". Journal of Environmental Psychology. 28 (2): 109–120. doi:10.1016/j.jenvp.2007.11.001
  •  Simpson, J. A. & Rholes, W. S. (Eds.) (1998). Attachment Theory and Close Relationships. New York: Guilford Press.
  • Tuan, Yi-Fu (1977). Space and Place. Minneapolis and London: University of Minnesota Press.

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