¡Hay que abrazarse más! La importancia del abrazo como expresión afectiva

Los abrazos son una forma de saludarse, de proporcionar apoyo y, en definitiva, de manifestar afecto. El psicólogo Marcelo Ceberio nos habla sobre su importancia como expresión afectiva.
¡Hay que abrazarse más! La importancia del abrazo como expresión afectiva
Marcelo R. Ceberio

Revisado y aprobado por el psicólogo Marcelo R. Ceberio.

Escrito por Marcelo R. Ceberio

Última actualización: 18 septiembre, 2019

El abrazo inicia o termina el encuentro entre dos personas. Es el símbolo que identifica un tipo de relación y una forma de manifestación afectiva.

Se trata de una de las formas de saludo que muestran un estilo sociocultural, es decir, la manera en la que los integrantes de un contexto social se relacionan. Además, los abrazos también son una fuente de producción hormonal: la oxitocina.

Los abrazos revelan intimidad relacional

Dentro de las formas de saludos, un abrazo es el contacto más afectivo y que revela mayor intimidad relacional. En él, el contacto corporal es más atrevido que la distancia que impone el apretón de manos.

La distancia entre cuerpos del saludo de manos es la del brazo, razón por la que resulta un contacto del tipo de distancia social. En el abrazo, hay una violación de ese territorio, hay cercanía, se siente el calor y el volumen de los cuerpos.

Cuando uno es sensible a las manifestaciones corporales y abraza al interlocutor, logra chequear el grado de dificultades de contacto que posee esa persona. Tocar la espalda o brazos, o el torso en general, hace sentir el grado de rigidez o flexibilidad muscular y la forma en que se expresa el afecto.

El abrazo es una fuente de oxitocina, una poderosa hormona que surge en las actitudes de paternidad o maternidad, favorece la producción de leche materna, el parto, las relaciones sexuales y las relaciones de confianza, entre otras.

Personas abrazándose para representar la importancia de los abrazos

Abrazar y ser abrazados: tipos de abrazos

Hay personas que se dejan llevar, son abrazadas pero no abrazan. Son interlocutores pasivos del afecto. Los cuerpos parecen marionetas maleables y dirigibles. A veces, despiertan la sensación de que se está abrazando a un muñeco. Cabe preguntarse qué sucede con esta clase de personas en sus relaciones afectivas que después se quejan de los reclamos de su entorno por su falta de iniciativa.

En el polo opuesto, están los otros que son directivos y arrolladores, cercanos a la invasión. Dirigen el abrazo, toman y acaparan el cuerpo del interlocutor. No le permiten compartir las iniciativas. No se permiten recibir.

Abrazos unidireccionales

En una dirección similar, encontramos personas dadoras por excelencia que cuando son ellas las que toman la iniciativa en el abrazo manejan estupendamente el contacto cuerpo a cuerpo. Se saben expresar, no escatiman el contacto pleno de los cuerpos y utilizan sus manos para explorar y brindar al otro su calidez.

En cambio, cuando es el otro quien toma la iniciativa, ponen sus cuerpos rígidos y no saben recibir las manifestaciones emocionales del interlocutor.

Han sistematizado en su mundo relacional vínculos unidireccionales de expresiones afectivas: todo marcha bien y nadan en su salsa mientras sean ellos los emisores afectivos; sin embargo, se desorientan cuando deben colocarse como receptores. Esas asimetrías los colocan en una fantaseada desventaja en la que se sienten controlados por el otro, cuando ellos son los que deben controlar la relación.

Abrazos formales

Por supuesto que en el área de los abrazos existen los abrazos formales. Dos personas se encuentran y se dan un abrazo sin contacto corporal pleno, simplemente juntando el pecho y dándose dos o tres palmadas enérgicas en la espalda.

Por ejemplo, si se encuentran dos mexicanos, peruanos, bolivianos que llevan una relación afectuosa y de conocimiento en años se dan la mano, se abrazan y se palmean la espalda firmemente y se separan y se dan la mano nuevamente.

Este estilo de abrazo puede verse en personas con cierto quantum de formalidad, principalmente en el abrazo de hombres con hombres. Una cuota de machismo y las inhibiciones de contacto corporal entre hombres hacen que esta categoría de personas se refugien en la pantalla de la formalidad, como defensa a expresiones afectivas más contundentes.

Otros tipos de abrazos

Otros hacen lo que llamo beso volador. Son personas que saludan con un beso, pero no dan un beso en la mejilla del interlocutor sino que exponen su propia mejilla para recibirlo. A su vez, el beso que dan cae al aire y acompañan la coreografía con un cuerpo rígido al contacto. Esta es una forma defensiva que se inicia en el acto de besar que completa al abrazo.

Hay personas que utilizan una mano reguladora de distancia que, si bien intercambian besos, abrazan con una mano mientras que interponen la otra entre medio. De esta manera, controlan la distancia entre cuerpos, haciendo una entrega intermedia.

Los hay evitadores de contacto, que no hacen contacto cuerpo a cuerpo, aúnan solamente las mejillas y se distancian del resto del cuerpo sacando el trasero para afuera. Muchos de ellos, se escapan de las relaciones de pareja o cualquier relación que implique un compromiso afectivo.

Algunos, cuando abrazan, se muestran como personas resistentes al contacto corporal, tienden sus cuerpos hacia fuera, es decir, frente al abrazo intentan salirse y dan la sensación de que el abrazo los asfixiara (y esos, de hecho, es lo que sienten). Esta clase de individuos, conjuntamente con este movimiento centrífugo (tomando como epicentro el abrazo), dan unas palmadas repetidas sobre la espalda del interlocutor. Palmaditas tímidas que se suelen codificar como ¡Ya está bien, ya esta bien, distanciémonos!

En otras personas, las manifestaciones afectivas se expresan mediante la rudeza de movimiento de contacto. Al igual de aquellos que dan la mano y la oprimen con fiereza, cuando abrazan, la contundencia de las palmadas en la espalda y el nivel de fuerza que se coloquen en ellas, son un indicador de la expresión de cuanto aprecian a su interlocutor. Quien ha recibido este tipo de palmadas en la espada, sabrá que se sienten como latigazos dolorosos, momentáneos pero dolorosos.

Una ecuación letal que observa las resistencias afectivas y principalmente al contacto combina: el beso volador, la mano en medio que regula la cercanía, distanciamiento de los glúteos y se completa con algunas palmadas en la espalda.

Estas actitudes que dependen de cada categoría de abrazo, solas o combinadas, dan pelos y señales de cómo se manejan los protagonistas con el área de los afectos: establecen relación, pero siempre con un quantum de reserva y cautela.

Para besar y abrazar hace falta estrechar los cuerpos, rozarse las mejillas, sentir los olores personales, aprender a tocar con la palma de las manos y los dedos. Se trata de sentir al otro, tanto la calidez de su cuerpo como la calidez de la transmisión afectiva; de hecho, el abrazo, más allá de un saludo, es una expresión de sentimientos.

Para realizar el abrazo como tal es necesario tener construido un vínculo íntimo y profundo. Por tal razón, el abrazo rompe con el saludo formal y su distancia correspondiente e implica una violación de esa distancia. Basta un abrazo breve e intenso.

Abrazándose

Abrazos como herramientas de contención

Los abrazos no solamente se efectúan como un saludo afectivo de recibimiento, también son claramente una herramienta de contención. En situaciones críticas, alguien puede acercarse a cuidar, contener o proteger. Diferentes tipos de abrazos marcan pautas relacionales como la interacción madre-hijo, hermanos, pareja, amigos, etc.

Un abrazo correcto es el que une dos cuerpos equilibradamente. Con la diversidad que implica el uso de los recursos analógicos, el abrazo es un acople de cuerpos en armonía.

Hay personas que, naturalmente, expresan sus emociones y afectos mediante el cuerpo, siendo el abrazo una de las formas posibles. En cambio, otros, como lo hemos descrito, poseen diversas dificultades y el abrazo es parte de un estilo relacional afectivo. Es decir, las dificultades que se observan en el contacto corporal, pueden constituirse en el punto de partida para focalizar el tema de la expresión emocional en todas las áreas de su vida.

En síntesis, se pueden realizar multiplicidad de hipótesis al respecto que obligan a estudiarse en especificidad de acuerdo al caso. Aunque a veces no concuerda ninguna de las hipótesis planteadas y un abrazo, por ejemplo, se recibe como un abrazo y nada más.

De todas maneras, un abrazo debe desarrollarse de manera respetuosa y cálida -como lo es toda relación afectiva-. Para ello, es importante concienciarse tanto del propio cuerpo como del cuerpo del otro, así como resultar invasivo y dando rienda suelta a la manifestación afectiva.

Por último, elige a alguien que tengas cerca y abrázalo. Pero un abrazo sentido, porque el abrazo es una forma de reconocer al otro, de decirle: “Te quiero”.

Si tienes a tu pareja cerca, a tu compañero de trabajo, a tu amiga/o, a tu hijos, a tu padre o tu madre, míralo y dale un abrazo. A lo mejor se desconcierta, pero dile que es la mejor manera de expresarle tu cariño, y… ¡de paso le regalas un dosis de oxitocina y le alegras y te alegras el día!


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.