La nueva moda: inhalar gas de mechero

La inhalación de gas mechero es una práctica de moda, sobre todo entre los más jóvenes. En este artículo queremos hablar de su atractivo y también de cómo amenaza a la salud de aquellos que la practican.
La nueva moda: inhalar gas de mechero
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 09 diciembre, 2022

Inhalar gas de mechero es una práctica que está ganando en popularidad, y cuyos protagonistas son los jóvenes. Al absorber el gas que proviene de los encendedores se produce una serie de cambios en el organismo, que incluyen la alteración de la conciencia. Esto puede ser una experiencia satisfactoria para algunos adolescentes.

Sin embargo, este no es un consumo cualquiera. Inhalar gas de mechero es una moda muy peligrosa que ya se ha cobrado la vida de varios adolescentes. Sin embargo, en muchos países no hay definidas medidas de prevención, igual que sí las hay para el consumo de otras sustancias que pueden ser a la vez muy atractivas y muy peligrosas para este sector de la población.

Para millones de personas las drogas sirven hoy, como las religiones y la alta cultura ayer, para aplacar las dudas y perplejidades sobre la condición humana, la vida, la muerte, el más allá, el sentido o sinsentido de la existencia”.

-Mario Vargas Llosa-

Mano con un mechero
Inhalar gas del mechero puede precipitar una parada cardíaca.

Los efectos de inhalar gas de mechero

Inhalar gas de mechero es una actividad arriesgada. Hablamos de una sustancia conocida como gas azul o gas isobutano. Este gas es un hidrocarburo tóxico para el ser humano. Se emplea como combustible y ahora los más jóvenes parecen sentirse atraídos por sus efectos sobre el sistema nervioso.

Desde el punto de vista psicológico, los efectos de esta sustancia son de evasión de la realidad y de euforia. Es una suerte de embotamiento que lleva a sentirse “ausente”. Inhalar gas de mechero provoca unas sensaciones similares a las que se obtienen con el consumo de alcohol, lo cual incluye desinhibición.

Sin embargo, también supone una serie de efectos, como los siguientes:

  • Irritación de las membranas mucosas.
  • Salivación excesiva.
  • Somnolencia.
  • Mareos.
  • Dolor de cabeza.
  • Vómito.
  • Falta de coordinación en los movimientos.
  • Convulsiones.
  • Pérdida del conocimiento.

Una sobreexposición a esta sustancia puede generar la paralización de la laringe y obstruir el suministro de oxígeno al cuerpo, originando una condición conocida como “hipoxia”. También tiene el potencial para provocar insuficiencia cardiaca. Así pues, inhalar gas de mechero puede ser mortal, ya que aumenta la probabilidad de presentar el síndrome de muerte súbita.

El libre acceso y la falta de información

Todo indica que esta peligrosa práctica se da en particular entre los más jóvenes, o sea, chicos de 12 a 17 años. Así mismo, parece estar asociada a la falta de recursos económicos o a un elevado control de la conducta de adolescentes por parte de los padres. En otras palabras, estos jóvenes consumen este tipo de productos porque son más económicos que otras drogas, y también de más fácil acceso.

Inhalar gas de mechero es la práctica más habitual en este tipo de consumo. Sin embargo, hay un efecto similar al hacer la inhalación de otro tipo de productos, como los desodorantes, productos de limpieza para computadoras, pinturas pulverizadas y algunos disolventes comunes como el esmalte, quitaesmalte, pegamento o gasolina, entre otros.

Tanto los mecheros o encendedores como las demás fuentes potenciales de gas isobutano son muy accesibles para los adolescentes. Tienen un coste más bajo que la marihuana, la cocaína o las drogas sintéticas y ofrecen el efecto que buscan los chicos: la enajenación. Es muy probable que los usuarios habituales de estos productos no sean conscientes de los graves daños que pueden causarles.

El uso prolongado de estas sustancias provoca daños irreversibles. Entre ellos, los siguientes:

  • Deterioro de la mielina. Esta sustancia recubre las neuronas y su deterioro puede provocar trastornos del movimiento o alucinaciones.
  • Pérdida de la audición.
  • Neuropatías.
  • Daños en el sistema nervioso central.
Adolescente con problemas
Las náuseas, los vómitos o incluso la fatiga intensa y las alucinaciones son efectos comunes de esta práctica.

¿Qué hacer?

La búsqueda deliberada de un estado de enajenación, en líneas generales, obedece a una dificultad para tramitar la realidad personal. La adolescencia es una etapa crítica del desarrollo en la que abundan las inseguridades, las confusiones, los deseos insatisfechos y las sensaciones de pérdida y vacío.

El consumo de sustancias es una opción para deshacerse del malestar de una forma rápida y pasajera. Sentirse “bien” por un momento, incluso al precio de provocarse un daño grave, es lo suficientemente atractivo para estos adolescentes. Sufren y el consumo les ayuda a aliviar ese dolor.

Como siempre, el amor y la educación son la clave para enfrentar estos fenómenos. Se requiere de una acción mancomunada entre autoridades, familias y comunidad para informar sobre los peligros de estas sustancias y ofrecer a los adolescentes otras alternativas que les permitan gestionar sus conflictos internos.

El prohibicionismo sin un trasfondo no funciona; de hecho, suele producir el efecto contrario al que persigue. Prohibir señala al acto de consumir como un desafío, lo que puede ser un gran estímulo para todos aquellos que se sienten fuera del sistema. Por contra, habilitar alternativas saludables para que los adolescentes puedan experimentar es una alternativa que suele dar mejores frutos.


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  • Rey Doldán, A., Rico Lago, V., & Trigo Vilarelle, C. (2010). Alucinógenos, sustancias volátiles, benzodiacepinas, barbitúricos y otros hipnóticos.

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