La competencia autolúdica, el remedio para la impaciencia

La competencia autolúdica, el remedio para la impaciencia
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 03 febrero, 2018

Esperar un poco se ha vuelto una tortura para muchos. Estamos en la era del “aquí y ahora”. Todo se quiere obtener rápidamente y la desesperación se ha vuelto una norma. Una de las respuestas más interesantes para ese fenómeno es la llamada competencia autolúdica.

La impaciencia es un rasgo que resulta más notorio en los más jóvenes y en los niños. Todos ellos han crecido en un mundo en el que se pueden hacer realidad muchas cosas con un solo clic. Les parece imposible que haya existido un tiempo en el que a veces se tenía que esperar una semana para esperar la contestación a una carta, por ejemplo.

Lo preocupante es que la impaciencia está directamente relacionada con aspectos cruciales como el autocontrol y la tolerancia a la frustración. Y es preocupante porque esto nutre una postura ansiosa e inmadura frente a la vida. Se trata de una actitud que augura grandes dificultades para sobrellevar las vicisitudes. De ahí que sea necesario conocer las salidas que se ofrecen a través de la competencia autolúdica.

La paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces”.

-Proverbio persa-

Un experimento que lo dice todo

Walter Mischel hace un par de décadas realizó un experimento muy interesante. Pretendía observar cómo son capaces de demorar una recompensa niños y jóvenes. La investigación duró años y se realizó en dos fases. Evaluó a un grupo de niños cuando tenían cuatro años. Más tarde analizó la situación de cada uno cuando estos mismos niños ya eran adolescentes.

Gominolas

El experimento era muy sencillo. Simplemente se sentó a un grupo de niños y se les puso al frente una deliciosa golosina. Se les dijo que si aguantaban 20 minutos sin comerse el dulce, se les premiaría dándoles otro todavía mejor.

Las respuestas de los niños fueron muy variadas. Algunos fueron incapaces de resistir la tentación. Tomaron la golosina y se la comieron a los pocos minutos. Otros, en cambio, acudieron a recursos como hablar consigo mismos, jugar o taparse los ojos para resistir al impulso.

Mediante un test se comprobó que los niños que resistieron eran también los más competentes socialmente. También eran más responsables y asertivos. Los más impulsivos, en cambio, tenían una autoestima más baja y eran más indecisos. También peleaban más con sus compañeros y estaban más estresados.

La competencia autolúdica y la paciencia

Lo más sorprendente fue la segunda parte del estudio antes mencionado. Diez años después se examinó nuevamente al mismo grupo. Ya eran adolescentes de 14 años. Se comprobó entonces que quienes habían cedido a la tentación inicial tenían unos resultados académicos más pobres. También eran menos racionales y mantenían sus dificultades sociales. De alguna manera, seguían siendo incapaces de aplazar la gratificación.

Adolescencia que no supera la competencia autolúdica

Frente a este fenómeno se ha propuesto la llamada “gamificación”. Forma parte de los recursos de la competencia autolúdica. La gamificación tiene que ver con ofrecer recompensas parciales. Constituye una forma de gratificación para “soportar” el tiempo de espera hasta llegar a una meta final.

En últimas, de lo que se trata es de premiar cada uno de los pasos que se dan antes de llegar a un objetivo. Se ofrecen reconocimientos menores como puntos, medallas o pequeños privilegios. La lógica es similar a la de los videojuegos. Es una manera de aprender a esperar, sin desesperar.

Las características de la competencia autolúdica

La competencia autolúdica es la capacidad para autogamificar los diferentes procesos. Es más fácil de comprender con un ejemplo. Supongamos que alguien sedentario toma la decisión de hacer un poco de ejercicio cada día. Para automotivarse se dice que cuando logre hacer esto durante seis meses continuos, se va a dar un gran premio.

Sin embargo, el primer día de ejercicio se da cuenta de que ni siquiera logra correr media hora. Entonces, lo intenta un par de días más y luego abandona su propósito. De todos modos, se da el premio. Ahora bien, con la gamificación el plan sería diferente. Lo que tendría que hacer esta persona es un juego mental. A ese juego se le llama competencia autolúdica.

La gamificación consistiría en dividir su meta por niveles y gratificarse cada vez que alcance uno de ellos. Esta sería una forma de automotivación más eficaz. Le ayudaría a no desistir antes de tiempo. También disminuiría la ansiedad añadida que puede provocar el hecho de tener que esperar para obtener una gran recompensa.

Profesora ayudando a sus alumnos a aplicar la competencia autolúdica

El método de la competencia autolúdica está especialmente indicado para niños y adolescentes. Sin embargo, es perfectamente válido para adultos, como el de nuestro ejemplo. Ayuda a corregir esa imposibilidad de aplazar la gratificación. Con ello, también contribuye a desarrollar el autocontrol y a incrementar la autoestima y la autonomía.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.