La deflexión en el mecanismo de defensa de evitación

La deflexión desvía que la persona entre en contacto con emociones incómodas, pero también la desconecta del mundo que la rodea. Descubre en qué consiste este mecanismo de defensa.
La deflexión en el mecanismo de defensa de evitación
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 19 mayo, 2023

Las emociones nos acompañan desde el nacimiento, son nuestra guía y brújula en el mundo, indican qué hacer y cómo proceder. No obstante, muchas veces resultan tan incómodas e intolerables que se ponen en marcha todo tipo de mecanismos para no entrar en contacto con ellas. Es este el caso de la deflexión.

No soportar los silencios en una reunión social, evitar el contacto visual o hablar sin cesar cuando estás con otros, son evidencias de dicho mecanismo. Todas estas acciones que parecen no tener un por qué ni un propósito, en realidad son el escudo que pones entre tú y la realidad, con el objetivo desviar las sensaciones desagradables que te confrontan.

Para que entiendas mejor por qué ocurren estas situaciones y qué consecuencias tiene este método de defensa, prosigue la lectura.

Deflexión: un mecanismo de defensa desde la terapia Gestalt

Desde la Gestalt, teoría a la que se refiere el doctor Fritz Perls en su libro El Enfoque Gestalt y Testigos de Terapia, se asume que las personas tenemos un sano equilibrio entre contacto y retirada con el ambiente. Es decir, ser capaces de conectar (para satisfacer nuestras necesidades) y regresar al punto de origen (cuando ya estén colmadas).

Desde un punto de vista «primitivo», es natural salir al medio para buscar comida si se está hambriento, así como retirarse una vez saciados. Pero dado que los seres humanos somos mucho más complejos, es posible que dicha dinámica se vea como saber acercarnos a los demás en busca de apoyo o socialización y saber retirarnos a disfrutar de la soledad.

Desafortunadamente, muchas personas presentan dificultades en alguno de estos puntos y es aquí cuando surgen los mecanismos de defensa. Si cuesta conectar o retirarse, se desarrollan ciertas estrategias que hacen más llevaderas las situaciones. Y, pese a que en el momento en que las aprendimos resultaron útiles, hoy en día ya no lo son, solo nos limitan y alejan de una vida plena.

Entonces, ¿en qué consiste la deflexión como mecanismo de defensa?

La deflexión es un mecanismo que ponen en marcha aquellas personas a las que se les dificulta entrar en contacto con los demás, con el medio o con sus propias emociones. Lo que hacen es evitar o evadir la incomodidad de diferentes formas. El objetivo es enfriar la experiencia, para que tal contacto no sea tan directo ni intenso.

Es comprensible que, para muchos, emociones como la tristeza, el miedo, la vergüenza, la ira o la vulnerabilidad resultan bastante incómodas y desagradables. Así, al no saber afrontar ni gestionar la realidad, la opción es desviarla.



¿Cómo se ve la deflexión en el día a día?

Es probable que activaras este mecanismo de defensa en más de una ocasión. Para comprobarlo, presta atención a los siguientes ejemplos y mira si estás deflectando:

  • En situaciones incómodas te sale una risa nerviosa que ayuda a no entrar en contacto con lo que sientes en realidad.
  • Cuando alguien te pregunta sobre un tema doloroso para ti, respondes con «bien, todo bien» y cambias de asunto con rapidez.
  • Optas por hablar de forma muy abstracta en vez de ser concreto. O hablar del pasado cuando lo relevante en el momento es el presente.
  • Evitas el contacto visual con una persona porque esto te incomoda, sea alguien desconocido o intimidante, se trate de una situación tensa o sientas nervios.
  • Al contar o compartir experiencias que para ti son dolorosas lo haces con una sonrisa, en tono de humor o empleando la ironía o el sarcasmo. Finges que la situación no te afecta.
  • No soportas los silencios en una conversación y, sin darte cuenta, comienzas una verborrea incansable sobre cualquier tema. Hablar de forma tan rápida e intensa ayuda a evitar a que seas auténtico en lo que dices y en cómo te comportas.
  • En ocasiones, te cuesta escuchar a los demás y no sabes hacerlo. Si alguien te comparte una experiencia íntima o confronta con una petición que te desagrada, salvas la escena con un «no es para tanto» o «no te preocupes», evitando que el otro profundice y la conversación continúe por esa línea.

¿Con qué otros comportamientos se relaciona la deflexión?

Es importante entender que los mecanismos de defensa no son negativos en sí mismos. De hecho, cumplen una función y están presentes en todos los seres humanos; los empleamos en multitud de ocasiones. El problema surge al abusar de ellos, pues esto limita o perjudica.

Quienes recurren a este mecanismo con más frecuencia llegan al punto de convertirlo en parte de su personalidad. Y quizás se deba a que, en el momento de adquirirlo o desarrollarlo, no contaban con otras estrategias.

A ninguna persona le agrada conectar con emociones negativas, pero si en la infancia -reseña SAGE Open– disponen de apoyo y educación emocional, si se le enseña a lidiar con tales emociones, si se le ofrecen estrategias más adaptativas, no necesitará «defenderse» con este método de evitación.

Además, deflectar no es el único mecanismo de defensa. Perls, creador de la terapia Gestalt, propuso hasta cinco tipos, incluyéndola:



¿Cómo tratar a una persona que deflecta?

En realidad, deflectar no es siempre negativo ni hay por qué erradicarlo. La verdad es que ayuda a las personas a ser diplomáticas, a conciliar y a mantener armonía en el ambiente cuando se requiere. No obstante, si se usa en exceso o de forma rígida conduce a desconectar del presente, de las sensaciones y de los demás; impidiendo ser auténticos y vivir la realidad tal como es.

Para tratar a una persona que deflecta y ayudarla es pertinente ofrecerle el apoyo emocional que no recibió en su momento, lo que le impulsó a evadir. Tal vez en la infancia, al expresar sus emociones, ser vulnerable o auténtico, no obtuvo del entorno la respuesta esperada y este fue el inicio de su deflexión.

Ofreciendo ahora un espacio seguro, que promueva y aliente la reconexión con el presente, la realidad, sensaciones y emociones, permitimos retomar y sanar ese proceso que quedó interrumpido. Y este es el objetivo principal que se persigue en la psicoterapia.

Deflectar no debe convertirse en un hábito

En definitiva, la deflexión es una de las diferentes vías empleadas sin ser conscientes, para manejar una realidad que nos sobrepasa y evitar conectar con sensaciones, estímulos o impulsos desagradables. Aunque en ocasiones sea normal y útil, es importante que no se convierta en el modo habitual de proceder, ya que conducirá a la insatisfacción, la frustración y el agotamiento.

Si te sientes reflejado en todo lo anterior, considera la búsqueda de apoyo profesional para adquirir herramientas que contribuyan a gestionar tu mundo emocional de un mejor modo.


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