La depresión existencial: muy común en personas con alta inteligencia
13 marzo, 2019
Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Valeria Sabater
La depresión existencial suele afectar a personas con altas capacidades. Son esos perfiles que sufren el peso de las injusticias, que no hallan un sentido a la vida y que sufren el aislamiento por ver y sentir el mundo de un modo diferente al resto.
¿Qué sentido tiene este mundo? ¿Por qué existen tantas injusticias y desigualdades? Familia, trabajo, amigos… ¿es que no hay nada más en esta vida, algo más trascendente? Este tipo de preguntas son las que van dando forma a lo que se conoce como depresión existencial. Es un tipo de condición que aparece en personas muy reflexivas o caracterizadas, a su vez, por una alta inteligencia.
La depresión tiene muchas formas, la condicionan infinitas variables y cada paciente la experimenta de un modo particular y distintivo. Así, y aunque todos hayamos oído hablar de las crisis existenciales, cabe señalar que esta realidad es algo más compleja. Una crisis puede surgir como efecto de una experiencia adversa, también al entrar en una nueva etapa de nuestro ciclo vital.
Sin embargo, la depresión existencial, descrita por primera vez en los años 50 por el psiquiatraHeinz Häfner nos habla de un tipo de trastorno que, aunque no está descrito en el DSM-V (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), se da con especial frecuencia entre la población con grandes talentos.
Son esas personas que no parecen hallarle un sentido a la vida. Son perfiles que profundizan en exceso en dimensiones como la muerte, la falta de libertad, las injusticias sociales y ese abismo donde la existencia se torna solitaria y uno se percibe desconectado de todo lo que le envuelve.
Decía Jean Paul-Sartre que las personas no sabemos lo que queremos y aun así somos responsables de lo que somos. La filosofía existencialista es siempre un gran referente para desgranar muchos de esos procesos mentales, reflexiones y madejas personales en las que derivan los pacientes que sufren depresión existencial.
Kazimierz Dabrowski, psiquiatra polaco de principios del siglo XX, fue uno de los referentes que más estudió los problemas a los que solían hacer frente las personas con altas capacidades. Este experto nos habló de lo que se conoce como ‘desintegración positiva’ y que explicaría en cierta forma uno de los orígenes de esta condición.
El problema de confrontar lo que somos con lo que nos rodea
Kazimierz Dabrowski estableció que las personas podemos pasar por 5 etapas de desarrollo personal. Ahora bien, una buena parte de la población (entre el 60 y 70 % según el propio autor) se queda en la fase inicial; es decir en la etapa de integración primaria. En esta fase las personas se limitan, poco a poco, a ajustarse al ‘molde’ de la propia sociedad. Nos disciplinamos, por así decirlo, e integramos sus fallos, adaptando a todo lo bueno y no tan bueno que nos proporciona nuestro entorno.
Ahora bien, hay personas que quedan atrapadas en el tercer nivel de la teoría de Dabrowski. Es la referente a la desintegración espontánea. Uno percibe grandes discrepancias entre los propios valores y lo que define a la sociedad. La mirada de la persona reflexiva o con altas capacidades siente en exceso el peso de las injusticias, de la falsedad, del materialismo…
Si esas dimensiones impactan de manera profunda en la persona, estará, por tanto, en esa cuarta fase que Dabrowski denominó desintegración multinivel. En ella, el ser humano no halla un significado vital. Poco a poco, se convierte en un mero observador que solo aprecia los fallos, los sinsentidos y un vacío que tarde o temprano acaba asfixiándolo.
Las cuatro dimensiones que describen la depresión existencial
Irvin David Yalom, catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Stanford y psicoterapeuta, es otro de los expertos que ha estudiado la depresión existencial. En su libro Psicoterapia existencialnos explica esos cuatro factores que suelen determinar esta realidad:
Perder a alguien y reflexionar sobre el sentido de la muerte. Este puede ser sin duda un desencadenante; no obstante, por sí solo no nos sirve para el diagnóstico de la depresión existencial, deben darse el resto de elementos. No obstante, sufrir una pérdida cercana o no cercana provoca, a menudo, que la persona con alta inteligencia inicie un proceso de duda y reflexión sobre el sentido de la muerte.
La falta de libertad. Este es otro elemento de gran trascendencia. Es común que, a menudo, este perfil se pregunte por qué el ser humano no tiene mayor poder creativo, mayor impulso de creación y realización. La propia sociedad actúa siempre como vetadora, como ente controlador que nos corta las alas.
La falta de sentido. Esta es una dimensión de la que ya nos habló Viktor Frankl en su libro El hombre en busca de sentido. Si el ser humano no halla un significado a su vida, aparece el sinsentido, la angustia y la depresión.
El aislamiento y la soledad. No sentirse comprendidos, percibir que uno ve el mundo de un modo muy diferente al resto suscita aislamiento y un gran vacío.
¿Qué tratamiento hay para la depresión existencial?
La terapia cognitivo-conductual es, sin duda, uno de los mejores enfoques para tratar la depresión existencial. No obstante, es importante no perder de vista la teoría del psiquiatra Kazimierz Dabrowski. La última etapa de su enfoque sobre el desarrollo humano es la integración positiva o secundaria.
Sería por tanto esencial que trabajásemos esa fase que sigue a la etapa de desintegración multinivel. Los aspectos que la integran son los siguientes:
Definir y trabajar nuestro sentido de la vida. Situar un propósito en nuestro horizonte y trabajar con él nos da impulso, nos ayuda a encontrar motivación, aliento e ilusión.
Por último, y no menos importante, es recomendable que aprendamos a hacer uso de una adecuada autoeducación emocional.
Dabrowski, ya en esta época de principios del siglo XX entendió que una buena comprensión y gestión emocional es clave para la realización del ser humano. No solo garantiza nuestro bienestar, sino que nos ayuda a evolucionar en todos los sentidos. Pensemos en ello, no dudemos tampoco en solicitar ayuda experta en caso de que estemos pasando por esta misma situación.
Dabrowski, K. (1966). The Theory of Positive Disintegration. International Journal of Psychiatry, 2(2), 229-244.
Webb, J. T., Meckstroth, E. A. and Tolan, S. S. (1982). Guiding the Gifted Child: A Practical Source for Parents and Teachers. Scottsdale, AZ: Gifted Psychology Press, Inc. (formerly Ohio Psychology Press).
Yalom, I. D. (1980). Existential Psychotherapy. New York: Basic Books.
Licenciada en Psicología por la Universidad de Valencia en el año 2004. Máster en Seguridad y Salud en el trabajo en 2005 y Máster en Mental System Management: neurocreatividad, innovación y sexto sentido en el 2016 (Universidad de Valencia). Número de colegiada CV14913. Certificado de coaching en bienestar y salud (2019) y Técnico especialista en Psiquiatría (UEMC). Estudiante de Antropología Social y Cultural por la UNED.
Valeria Sabater ha trabajado en el área de la psicología social seleccionando y formando personal. A partir del 2008 ejerce como formadora de psicologíae inteligencia emocional en centros de secundaria y ofrece apoyo psicopedagógico a niños con problemas del desarrollo y aprendizaje. Además, es escritora y cuenta con diversos premios literarios.
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