La filantropía no es solo cosa de ricos

La filantropía es el amor por la especie humana y por todo lo que concierne, expresado de manera concreta a través de acciones cuyo único propósito es ayudar al prójimo. No es un privilegio exclusivo de las personas adineradas.
La filantropía no es solo cosa de ricos
Sara Clemente

Escrito y verificado por Psicóloga y periodista Sara Clemente.

Última actualización: 26 agosto, 2023

Filantropía es prestar ayuda al prójimo de manera desinteresada. Esto es, sin pedir ni requerir nada a cambio o esperar un futuro favor. Es un amor incondicional, sin fines de lucro. La palabra procede del griego y significa «amor a la humanidad». Podemos entender, entonces, que este sentimiento altruista no es exclusivo de unos pocos adinerados, sino una actitud que puede darse en todas las personas.

Numerosos personajes conocidos son embajadores de obras sociales u ONG. Desarrollan proyectos solidarios o construyen instalaciones sanitarias y educativas para los niños más desfavorecidos. Pero la filantropía no es exclusiva de la gente rica. No es tanto una cuestión de dinero, como de generosidad, voluntad, atención y misericordia.

La empatía hecha caridad

La empatía y la filantropía son dos conceptos interconectados que encuentran su esencia en la generosidad y compasión hacia los demás. Es justo esta conexión emocional la que nos lleva a actuar en pro del bienestar ajeno.

La filantropía es un sentimiento basado en la honesta voluntariedad. Consiste en realizar acciones sociales, donaciones o voluntariado que favorezcan la mejora de las condiciones de vida de los demás. Y como decimos, sin esperar retribuciones posteriores.

Lejos de lo que podamos pensar, para ayudar al prójimo se necesita menos de lo que crees. A nivel elemental, cada uno de nosotros puede contribuir, en mayor o menor medida, a crear una sociedad más justa y equitativa. Acciones tan sencillas como ahorrar agua, reciclar basura o donar ropa, dinero o comida. Todo repercute en los estratos más necesitados de la sociedad. Gota a gota se forman océanos.

En definitiva, hay muchas formas de hacer filantropía sin ser millonario, solo necesitas pensar en acciones, que dentro de tus recursos, conocimientos y habilidades, puedan ayudar a otros a vivir mejor o superar un momento de necesidad. Por ejemplo, ayudar a un adulto mayor a que aprenda a usar una computadora, internet o su teléfono móvil. También, dar clases de refuerzo escolar a niños de sectores más vulnerables, realizar voluntariado, etc.

Perfil psicológico de los filantrópicos

Los profesionales insisten en que hay dos situaciones personales que aumentan la probabilidad de que una persona sienta la necesidad de empatizar con otra y auxiliarla. A partir de estas dos circunstancias, se desarrollan los dos tipos de perfiles filantrópicos.

  • Frente a situaciones difíciles, las personas buscan sentirse mejor consigo mismas y encuentran motivación al entregarse de forma desinteresada. Existe una conexión entre la generosidad y la felicidad, lo que puede impulsar futuras acciones altruistas debido a los beneficios emocionales que conlleva. De acuerdo al El libro de la generosidad (2017), «La felicidad depende de sentirnos conectados; de ver y ser vistos; de dar y recibir amor».
  • Muchas de estas personas presentan rasgos de extraversión, un sólido constructo moral, una mayor simpatía y sentimientos de culpa social, entre otros aspectos, que los motivan a realizar acciones filantrópicas.
  • La empatía por afinidad. Es decir, estas personas son capaces de percibir y sentir como lo hacen otras. Son aquellas que dejan que las historias del prójimo les toquen el alma. Sienten el dolor ajeno como el suyo propio y por ello, quieren unirse a ellos ayudándoles a salir de su tristeza.

Ventajas para el filántropo

EL beneficio principal de la filantropía es la capacidad de ofrecer un estado emocional positivo a quien la lleva a cabo. Además, puede brindar la capacidad de identificarse mejor con lo que necesita la persona destinatarias de tales ayudas.

Estas ventajas pueden contribuir a mejorar la imagen social del donante, asociándolo a una percepción de compromiso con la sociedad. Además, las donaciones filantrópicas gozan de ventajas fiscales en numerosos países, lo que supone un incentivo económico. Pero recordemos que quien asume una actitud filantrópica no espera recibir nada a cambio y estas serían beneficios secundarios, no buscados de manera directa.

Consciencia de poder dar

Si no podemos darnos lo que necesitamos a nosotros mismos, no pondremos brindar ayuda a los demás. De ahí que sea esencial saber si somos capaces de ayudar. Esto es, si tenemos las herramientas necesarias, las capacidades requeridas y la suficiente fortaleza mental como para colaborar de manera positiva con la causa.

La razón de ser de la filantropía es la consciencia que tiene uno de sí mismo. Si no estamos seguros de incrementar el equilibrio social, es mejor no intervenir. Porque podemos conseguir todo lo contrario, entorpecer e incluso empeorar la situación.

Es necesario tener buenas intenciones. Un ensayo sobre la eticidad y su relación con el pensamiento filantrópico, publicado en la Revista Digital de Investigación y Postgrado, sugiere que es esa consciencia sobre lo bueno y lo malo, lo que nos conviene o no, lo que permite crear una existencia en comunión con los demás.

Asimismo, es importante contar con los medios necesarios en cada caso, una formación adecuada y un grupo de profesionales cualificados para ello .

Qué no es filantropía

Muchas empresas definen de forma errada sus acciones de responsabilidad social como filantropía empresarial. Todas las compañías tienen intereses, sobre todo económicos, por lo que resulta evidente el por qué no la podemos considerar como un gesto desprendido. La filantropía concuerda más con el llamado «tercer sector». Es decir, el que se rige por el voluntariado y es no lucrativo y no gubernamental.

Por otro lado, se encuentra el falso altruismo. Es una forma de bondad interesada que se ejerce desde una posición autoritaria y discriminatoria. Se basa en una idea corrompida de superioridad: «como tengo más dinero o poder que tú, te doy mis limosnas». «Y dame las gracias, porque sin ellas, no serías nada». Cuidado porque esto nada tiene que ver con la filantropía, sino con una actitud altiva, déspota y tirana.

Llamativa fue la polémica que envolvió al hombre más rico del mundo: el dueño de Microsoft, Bill Gates. Su política de empatía solidaria puso en entredicho su filantropía. Muchas personas comenzaron a dudar de sus intenciones bondadosas, considerando que su único objetivo era mejorar la imagen de su empresa.

No toda caridad es filantropía ni todo acto filantrópico es caritativo. La diferencia radica en que mientras que aquella busca el alivio, la filantropía trata de resolver los problemas sociales de manera definitiva.

«Dale un pez a un hombre, y comerá hoy. Dale una caña y enséñale a pescar y comerá el resto de su vida»

-Proverbio chino-

Tu puedes desarrollar una actitud filantrópica

En suma, la filantropía es un sentimiento humano que supera barreras económicas, uniendo a todos en actos de apoyo. No solo los ricos hacen la diferencia;  la caridad basada en empatía beneficia a todos.  Esos pequeños gestos fortalecen comunidades y trascienden límites, recordándonos que podemos impactar de forma positiva e independiente de nuestra situación financiera.


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