La filantropía no es solo cosa de ricos

La filantropía no es solo cosa de ricos
Sara Clemente

Escrito y verificado por Psicóloga y periodista Sara Clemente.

Última actualización: 15 diciembre, 2017

Filantropía es prestar ayuda al prójimo de manera desinteresada. Esto es, sin pedir ni requerir nada a cambio o esperar un futuro favor. Es un amor incondicional, sin fines de lucro. La palabra procede del griego y significa ‘amor a la humanidad’. Podemos entender entonces que este sentimiento altruista no es exclusivo de unos pocos adinerados, sino una actitud que puede darse en todas las personas.

Numerosos personajes conocidos son embajadores de obras sociales u ONGs. Desarrollan proyectos solidarios o construyen instalaciones sanitarias y educativas para los niños más desfavorecidos. Pero la filantropía no es exclusivo de la gente rica. No es tanto una cuestión de dinero, como de generosidad, voluntad, atención y misericordia.

La empatía hecha caridad

La filantropía es un sentimiento basado en la honesta voluntariedad. Consiste en realizar acciones sociales, donaciones o donativos que realmente favorezcan la mejora de las condiciones de vida de los demás. Y como decimos, sin esperar retribuciones posteriores.

Lejos de lo que podamos pensar, para ayudar al prójimo se necesita menos de lo que creemos. A nivel elemental, cada uno de nosotros puede contribuir, en mayor o menor medida, a crear una sociedad más justa y equitativa. Por ejemplo, gestos tan sencillos como ahorrar agua, reciclar basura o donar ropa, dinero o comida. Todo repercute en los estratos más necesitados de la sociedad. Gota a gota se forman océanos.

Personas enviando donaciones

Perfil psicológico de los filantrópicos

Los profesionales insisten en que hay dos situaciones personales que aumentan la probabilidad de que una persona sienta la necesidad de empatizar con otra y auxiliarla. A partir de estas dos circunstancias, se desarrollan los dos tipos de perfiles filantrópicos.

  • Una situación emocional complicada. Es decir, la persona se vuelve más generosa debido a que tiene alteraciones psicológicas o psíquicas que le motivan a entregarse de manera desinteresada. Estas dificultades son a menudo fruto de una baja autoestima. De esta forma, el filántropo busca sentirse mejor con él mismo, tendiendo la mano a una causa benéfica.
  • La empatía por afinidad. Es decir, estas personas son capaces de percibir y sentir como lo hacen otras. Son aquellas que dejan que las historias del prójimo les toquen el alma. Sienten el dolor ajeno como el suyo propio y por ello, quieren unirse a ellos ayudándoles a salir de su tristeza.

Consciencia de poder dar

Si no podemos darnos lo que necesitamos a nosotros mismos, difícilmente brindaremos ayuda a los demás. De ahí que sea esencial saber si somos capaces de ayudar. Esto es, si tenemos las herramientas necesarias, las capacidades requeridas y la suficiente fortaleza mental como para colaborar positivamente con la causa.

La razón de ser de la filantropía es la consciencia que tiene uno de sí mismo. Si no estamos seguros de incrementar el equilibrio social, es mejor no intervenir. Porque podemos conseguir todo lo contrario, entorpecer e incluso empeorar la situación.

Es necesario tener buenas intenciones. Pero también lo es contar con los medios necesarios en cada caso, una preparación adecuada y un grupo de profesionales preparados para ello.

Mano abierta en actitud de ayudar

Qué no es filantropía

Muchas empresas definen erróneamente sus acciones de responsabilidad social como filantropía empresarial. Todas las compañías tienen intereses, mayoritariamente económicos, por lo que resulta evidente por qué no la podemos considerar como un gesto desprendido. Este concepto está más en concordancia con el llamado tercer sector. Es decir, el que se rige por el voluntariado y es no lucrativo y no gubernamental.

Por otro lado, se encuentra el falso altruismo. Es una forma de bondad interesada que se ejerce desde una posición autoritaria y discriminatoria. Se basa en una idea corrompida de superioridad: “como tengo más dinero o poder que tú, te doy mis limosnas”. “Y dame las gracias, porque sin ellas, no serías nada”. Cuidado porque esto nada tiene que ver con la filantropía, sino con una actitud altiva, déspota y tirana.

Especialmente llamativa fue la polémica que envolvió al hombre más rico del mundo: el dueño de Microsoft, Bill Gates. Su política de empatía solidaria puso en entredicho su filantropía. Muchas personas comenzaron a dudar se sus intenciones bondadosas, considerando que su único objetivo era mejorar la imagen su empresa.

No toda caridad es filantropía ni todo acto filantrópico es caritativo. La diferencia radica en que mientras que aquella busca el alivio, la filantropía trata de resolver los problemas sociales de manera definitiva.

“Dale un pez a un hombre, y comerá hoy. Dale una caña y enséñale a pescar y comerá el resto de su vida”

-Proverbio chino-

Mano ayudando a otra

La misantropía: ¿el paso previo?

Lo contrario a la filantropía es la misantropía. Es decir, la tendencia a sentir antipatía por todo lo que rodea al ser humano. Los misántropos sienten rechazo no por una o varias personas, sino por toda la especie humana. Su aversión es universal, sienten odio hacia todos.

Sin embargo, muchos consideran que es el paso previo a la filantropía. Esta idea parte de la convicción de que para poder ayudar a otros, es completamente necesario reconocer las injusticias del mundo, así como la incapacidad humanitaria de las personas. Es decir, que existen otros seres que no buscan el bien y que, aun tratando de ayudar, lo hacen mal.

Por tanto, solamente siendo conscientes del egoísmo ajeno y la codicia, podremos alcanzar un verdadero compromiso con la sociedad y luchar contra las desigualdades.

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